«¡Mamá, Papá, mirad cómo saltan aquellas personas sobre el fuego y lo
alegres que están! De pronto la voz de aquel niño rompió el profundo silencio de
la noche con su aguda espontaneidad». Cualquiera de nosotros podría haber sido
ese niño en una de las noches de San Juan que vivimos de pequeños. Y aún ahora,
en ese y otros días del año, la magia del fuego nos sobrecoge, elevándonos y
embriagándonos con emociones que nos hacen olvidar por unos instantes la pesadez
de la realidad terrenal. ¿Quién no ha disfrutado del espectáculo de una cálida
chimenea plena de danzarinas llamas alimentando el hogar en un fría noche
invernal, que, coquetas, parecían al tiempo invitarnos locuazmente a tomarnos la
vida con más intensidad y pasión?
Cuando en Feng Shui hablamos de la energía o movimiento del
Fuego nos estamos refiriendo también a esas cualidades: pasión, espontaneidad,
alegría, emociones, aventura… Todas ellas van asociadas a la estación del
verano, cuando la fuerza yang de la naturaleza alcanza su apogeo, y nosotros
disfrutamos de los días más largos. Esta tarde de finales de abril, justo antes
de ponerme a escribir este artículo, el verano se nos ha anunciado
estrepitosamente por las calles de Madrid, y aunque iba en manga corta, he
pasado calor; todo sea por recibir una clara inspiración.
Dice el libro de los Cambios, el ancestral ?I Ching?, que el
Fuego se simboliza con las cualidades de claridad y adherencia, y bien sabemos
que toda fuente de calor nos da luz y también calidez. Y como en feng shui
siempre buscamos el equilibrio, hemos de aprender a relacionarnos con la energía
del fuego de manera que no nos pasemos («¡Ay, me quemé!»), o no lleguemos («¡por
favor, más madera que esto no marcha!»). Necesitamos como adultos centrados
manejarnos adecuadamente con esta energía ?la más yang o dinámica de todas- para
favorecer el progreso y la cooperación en la vida y en nuestras relaciones,
evitando generar dinámicas egoístas propias de un adolescente eterno.
Hay algo que resulta clave en relación con el manejo del
Fuego, y es lo que se refiere a la habilidad de ?templar las emociones? para que
éstas no nos desborden y dañen. El Fuego habla también de nuestra energía más
sutil y genuina, pues se halla en conexión directa con el mundo del espíritu (el
fuego siempre anhela llegar al cielo). En Medicina Tradicional China el Fuego se
asocia al Corazón y éste metafóricamente al emperador como gobernante de un
organismo o estado. Todos sabemos que el principal enemigo del corazón son las
alteraciones emocionales, que cual revueltas populares pueden, al agudizarse y
mantenerse, desembocar en un infarto, similar a la crisis política que derroca
al gobernante. Necesitamos desarrollar la ecuanimidad para crear un estilo de
vida donde disfrutemos cada experiencia más templados emocionalmente, y así
favorecer una vida más sana y alegre, viviéndonos vulnerables al tiempo que
protegidos.
Quizá en el fondo se trate de una cuestión sencilla, de
cultivar cada día una actitud claramente honesta con nosotros mismos y luego con
los demás. En muchas culturas y lugares ha sido sabia costumbre mantener siempre
encendido el fuego del hogar en casas y templos. Esto ha favorecido la conexión
de las personas con lo que llamamos ?su Ser interior?, dándonos la claridad
suficiente para llevar adelante una vida alegre y cordial. También nos
proporciona el fuego energía vital para acometer empresas y lograr metas, ya que
su poder energético bien canalizado nos ayuda a transformar el entorno y
nuestras relaciones. Esta presencia física permanente del fuego en el hogar
llama a las gentes a reunirse para compartir en armonía; así se dice en feng
shui que el calor del Fuego es la madre de la Tierra, húmeda y receptiva.
Asimismo, podemos experimentar esta conexión también en el
arte de cocinar, donde el poder transformador del fuego nos ayuda a extraer los
nutrientes necesarios de los alimentos para reponer las fuerzas gastadas. De ahí
que se recomienden más las cocinas con fuego a leña o a gas que las eléctricas,
dado el mayor valor energético de las primeras. La cocina es también el espacio
de la casa que mejor admite una gama de colores calientes y una ?decoración más
movida? que denotan tanto los numerosos aparatos mecánicos o eléctricos como la
variedad de olores y de actividades que llevamos a cabo en esta habitación de la
casa. Por tanto vemos como el Fuego se incorpora a la vivienda a través del
psiquismo o mundo emocional de los habitantes y de las distintas fuentes de
calor (chimenea, cocina, sistema de calefacción, iluminación natural y
artificial…).
Se comprende entonces que numerosos textos de feng shui
recomienden que el espacio de la cocina disponga de una buena iluminación y
ventilación, y por tanto se habla de una orientación entre el este y el sur para
las ventanas que introducen la luz y el chi vital desde el exterior en la
cocina. El aspecto psíquico lo encontramos en lo importante que es que la
persona responsable de cocinar para la familia disfrute de estabilidad
emocional, de cordiales y sinceros sentimientos que van a mezclarse en la comida
con los propios nutrientes de los alimentos. A este respecto, resulta muy
esclarecedor leer la sugerente novela Como agua para chocolate que nos regala un
sinfín de ejemplos de lo que acabamos de comentaros.
Queda claro que necesitamos adecuada iluminación en los
ambientes de la casa diurnos, donde trabajamos y disfrutamos. Por este mismo
principio, es importante que la entrada de chi vital en la vivienda (normalmente
la puerta principal) se oriente al sur, sureste o este que nos aportarán energía
yang para ?alimentar? a la casa. Cuando esto no es posible, podemos recurrir a
abrir más tiempo las ventanas de la casa orientadas hacia estas direcciones
cardinales, así como podemos colocar bolas de cristal facetadas en las ventanas
para que introduzcan más chi en nuestros espacios. Al tiempo te regalarán con el
espectáculo multicolor de numerosos miniarcoiris burbujeantes y juguetones, y
ciertamente favorecerán que te tomes la vida más divertida y entrañablemente.