La ciencia moderna es la nueva religión del mundo. En la mente madura
del hombre la evidencia nos conduce al camino de la verdad. La ciencia no inventa
las cosas, simplemente las descubre y describe, de esta manera la ciencia no
inventó la fotosíntesis por ejemplo, simplemente la descubrió
y la describió. Ciencia y religión convergen porque ambas son
descripciones de la realidad, esta realidad a la que podemos llamar universo
o Dios indiscriminadamente sin cometer fallo alguno.
Hasta hace alrededor de un siglo, la ciencia tenía su terreno donde todo
le era claro. A través de la química, la biología y la
física un científico puede predecir prácticamente cualquier
suceso y describirlo sin rango de error, pero este estudio se limita siempre
al mundo material. La religión entonces tomaba todo lo que quedaba fuera:
Espiritualidad, sentido de la vida, supervivencia del alma a la muerte, etc.
En 1900 el físico Max Planck cambió este modelo para siempre.
Tratando de resolver un problema de radiación, expuso una teoría
que decía que la energía al igual que la materia está formada
por pequeñas unidades llamadas “quantos” en vez de ser un
continuo energético como de había pensado con anterioridad.
El estudio de la física cuántica cambia todo nuestro entendimiento
sobre los fundamentos básicos del universo conocido. Con ella, la ciencia
ingresó sin proponérselo a este campo que tradicionalmente había
sido terreno religioso llamado “mundo espiritual”.
En primer lugar la física cuántica ha demostrado en sus intentos
por comprender las leyes que rigen el mundo de las partículas subatómicas
que el observador de la materia, es decir la conciencia, altera el mundo subatómico
cuando éste es observado. Esto nos ha llevado a muchísimas conclusiones
científicas, morales y espirituales. En otras palabras, la física
cuántica ha demostrado que somos co-creadores del universo junto con
Dios, que si vemos un árbol en vez de un cúmulo de moléculas
en acción es porque la conciencia humana concede a la realidad estas
características particulares.
Y ahora si, cuando recordamos ese antiguo Coan Zen que nos pregunta “Si
un árbol cae en el bosque y no hay nadie presente, ¿éste
hace ruido?” desde el punto de vista de la física newtoniana la
respuesta era “sí, por supuesto que hace ruido, porque el sonido
son ondas que se generan como resultado del choque de la materia con la materia”,
pero desde el punto de vista quántico la respuesta es otra. El árbol
no hace ruido a menos que una conciencia lo configure de esta manera, en ausencia
de una conciencia las partículas que componen el árbol así
como las partículas con las que choca simplemente reaccionan de maneras
impredecibles y no generan sonidos porque las partículas subatómicas
no son ni partículas ni ondas. Son ambas cosas al mismo tiempo.
A la luz de estos descubrimientos ciertas cosas que tradicionalmente han sido
clasificadas como espirituales toman un sentido más bien científico.
La plegaria, la afirmación metafísica, la meditación y
la visualización creativa son funciones elevadas de la conciencia humana,
y estas funciones interactúan con la realidad de manera específica
en el mundo quántico que es la matriz del mundo material, ya que es aquí
donde la energía se convierte en materia.
El segundo aspecto que podemos conectar con lo espiritual es la descripción
de estas partículas subatómicas que son los ladrillos de los que
está formada la realidad. Estos ladrillos están formados en su
99,999 por ciento de vacío y solamente en un 0.001 por ciento de algo
que ni siquiera es sólido, pero al menos tiene propiedades medibles.
La realidad materialista que percibimos cambia radicalmente entonces. El universo
conocido está principalmente formado por infinitos cúmulos de
nada, de vacíos lo cual ya había sido descrito por las tradiciones
antiguas de pensamiento, incluso por la masonería que inicia sus rituales
diarios con una orden “Silencio Hermanos Míos”, dándonos
a entender que lo primero que existe es el silencio, el vació, la luz
obscura del judaísmo, o el AUM budista que se dice fue lo que antecedió
a toda creación.
Este trabajo no puede ser tan extenso como para hablar de todos los descubrimientos
de la física cuántica ni de sus implicaciones científicas,
morales y espirituales, pero sí puedo decir que el descubrimiento de
este nivel de la realidad es el descubrimiento del nivel de la generación
divina y nuestra. Este es el mundo del alma y aunque las escuelas esotéricas
promulgan la creencia en la generación y la inmortalidad del alma, la
física cuántica nos lo demuestra y en eso radica su virtud.
Termino este trabajo con un breve listado de características de los tres
mundos que componen nuestro universo y de los cuales dos ya han sido descubiertos
y descritos por la ciencia, estos datos provienen del libro de “Conocer
a Dios” del Dr. Deepak Chopra.
Características del mundo material o Universo visible:
• Los acontecimientos están definidos
• Los objetos tienen límites fijos
• La materia domina sobre la energía
• Es tridimensional
• Perceptible por los cinco sentidos
• El tiempo fluye en línea recta
• Cambiable
• Sujeto a decadencia
• Los organismos nacen y mueren
• Es predecible
• Causas y efecto son fijos
Características del Universo quántico:
• Se manifiesta la creación
• Existe la energía
• Empieza el tiempo
• El espacio se expande desde su origen
• Los hechos son inciertos
• Ondas y partículas se alternan unas con otras
• Sólo pueden medirse probabilidades
• Causa y efecto son fluidas, no se distinguen
• Nacimiento y muerte suceden a la velocidad de la luz
• La información esta inmersa en energía
Universo espiritual:
• Sin energía
• Sin tiempo
• Ilimitado, cada punto del espacio es cada uno de los otros puntos
• El todo existe en cada punto
• Silencio infinito
• Dinamismo infinito
• Correlación infinita
• Poder infinito de organización
• Potencial creativo infinito
• Eterno Inconmensurable Inmortal, mas allá de la vida o la muerte
• No causal