Posible lo Imposible
A lo largo de mi vida han existido muchos imposibles. Ya en mi infancia se me inculcaron muchos de ellos y los grabé a fuego en mi mente. Era imposible que pudiera dedicarme a la música, que aprobara con solvencia las matemáticas de BUP o que pudiera acceder a un buen trabajo si no estudiaba una carrera. Y pese a que algunos de estos imposibles se realizaron, aún así, seguí creyendo y creando más.
¿Por qué lo hacía? Si lo piensas fría y racionalmente no tiene mucho sentido. Igual os sorprende encontrar en la misma frase las palabras “racional” e “imposible” en un entorno cooperativo. Porque nos hemos habituado a frases del tipo “Has de ser realista. Eso es imposible” como recordatorio de una realidad que los soñadores no son capaces de ver. Pero, si echas la vista atrás a tu pasado, ¿Cuántos “imposibles” han sucedido en tu vida? Apuesto que más de uno, ¿verdad? Entonces, ¿por qué seguimos creyendo en ellos?
Hace unos años llegué a un descubrimiento personal que ha condicionado mi vida desde entonces: la mayor parte de mis “imposibles” no eran míos. Extraño, ¿verdad? Echando un vistazo a mi pasado, descubrí que muchos de esos “no podrás” eran sólo opiniones de otros. De mis padres, familia, amigos, profesores,… No dejaba de ser más que su opinión, su verdad, pero no era la mía.
Y yo la adopté como dogma, como verdad universal. Sin darme cuenta, yo mismo iba construyendo un muro de limitaciones sobre el que cimentar mi vida.
¿Por qué hacer algo así? La respuesta más corriente que escuchaba era que siempre se había hecho así. Y lo creí. Con el tiempo vas descubriendo cientos, miles de casos, que desmontan esa verdad pero… Ya era tarde.
¿Tarde? Consideramos que a partir de una determinada edad, ya es tarde. Es tarde para estudiar, para aprender, para creer o para reconducir tu vida.
Era una simple excusa. Resignarse es más sencillo que no conformarte. Porque ser inconformista implica luchar contra viento y marea contra todo y todos. Tus verdades son errores para otros. Rayas la locura y un loco es peligroso porque puede hacer tambalear lo establecido. Y eso no se puede consentir….
Recuerdo la primera vez que hablé por teléfono móvil en la calle. ¡Era imposible! Mi primer contacto con Internet…. ¡Imposible! Grabar un disco hace más de 20 años…. ¡Imposible!
Así que tras mi sorprendente descubrimiento opté por vigilar mi lenguaje. Las cosas no son imposibles, simplemente todavía no se han hecho. Que aún no sepas la manera de hacer algo no significa que sea imposible. Ver la vida de este modo no es irreal. Siempre me ponen el ejemplo de… “¿Entonces si yo quiero jugar en el Madrid con 40 años es posible?”. Aún recuerdo un jugador camerunés que jugaba como los ángeles, Roger Milla, que jugó su último mundial con 42 años. Se cuidaba, conocía sus puntos fuertes y débiles y, sobre todo, se lo creía.
Cuando crees en un imposible, automáticamente en tu mente se vuelve factible. Creas un plan inicial para llegar a dicho objetivo. Y ese plan se irá modificando desde el primer momento en el que te pongas en ACCIÓN. Ahí está la clave, ACCIÓN. Cuando la maquinaria se pone en marcha con un objetivo definido, pasan cosas. Y aunque no seas consciente, cada pequeño paso te acerca más a tu objetivo final. De ti dependerá el mantener vivo ese objetivo o modificarlo con el paso del tiempo.
No hace tantos años solo me planteaba vivir de la música. Analizaba mis aptitudes y solo era capaz de ver con claridad una. Me puse en marcha y cuando tuve mi sueño al alcance de la mano, dejé de actuar en concordancia con él. No era tan fuerte como pensaba. O sí lo fue en un momento dado, pero con el paso de los años, mis prioridades cambiaron. No era imposible, simplemente no creía en él lo suficiente.
Por eso es tan importante definir un objetivo claro. Tener una idea e ir a por ella a pesar de las circunstancias ya que éstas nunca son fáciles. Un sueño está formado por una loca idea, actuar para conseguirla y superar los momentos de querer abandonar. La paciencia y el ser humano parece que están reñidos, en una sociedad donde la inmediatez se premia y donde sólo valoramos el resultado, no el modo de conseguirlo. Y como bien sabemos, todo tiene su proceso. Por mucho que pretendamos acelerar las cosas, solo conseguiremos frustración y grandes dosis de ansiedad. Muchos imposibles no son más que falta de paciencia y una mala elección de las pautas a tomar para lograr el deseado objetivo.
Así que, ¿puedes hacer posible un imposible? Mi respuesta sí. Siempre y cuando creas firmemente en la idea y seas capaz de forjar un plan moldeable y adaptable a tu realidad que poco a poco te vaya acercando a ese ansiado objetivo final.
Porque imposible solo define aquello que aún no se ha conseguido. Nada más.
Oscar Montejo Rodríguez