Residuos electrónicos, una mina de metales preciosos desaprovechada

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Aprovechar mejor los metales preciosos o de gran valor industrial -oro, plata o cobre- que se esconden en los residuos de aparatos electrónicos y evitar que acaben en vertederos de África o Asia son los objetivos de una nueva normativa aprobada el pasado 19 de enero en el Parlamento Europeo (PE).
Bruselas pretende concienciar a los Veintisiete de que reciclar no es un capricho y puede resultar muy rentable, pero lo cierto es que buena parte de estos residuos acaban en países subdesarrollados, pese a que su exportación fuera de Unión Europea (UE) es ilegal.
“Un millón de móviles contienen 250 kilos de plata, 25 de oro y cantidades ingentes de cobre… son materias primas que se pierden”, lamentó el eurodiputado alemán del Partido Popular Europeo Karl-Heinz Florenz, ponente del texto.
Ahora, cada país está obligado a recuperar 4 kilos por habitante de la media de residuos electrónicos que produjo durante los pasados tres años, una cantidad importante pero relativamente baja, puesto que, según datos de la UE, cada ciudadano europeo produce una media de 14 kilos de basura tecnológica al año.
Existe la tecnología necesaria para alcanzar cifras mayores, como lo demuestran los países más avanzados en la materia, Suecia y Dinamarca, que recuperan 14,8 y 13,9 kilos per cápita, según los últimos datos de Eurostat, que se remontan a 2008.
En el otro extremo se sitúan Rumanía con 0,8 kg, Polonia (1 kg) e Italia (2,6). España, con sus 6,3 kilos por persona, hace los deberes, pero puede seguir mejorando.
La normativa -que aún debe recibir el visto bueno del Consejo de la UE- obliga a los países a que a partir de 2016 reciclen una cantidad de basura electrónica igual al 45 % del total de los equipos que se vendieron los tres años anteriores.
Este porcentaje tendrá que aumentar hasta el 65 % en 2019 o hasta el 85 % de los residuos electrónicos generados, independientemente de las ventas de nuevos aparatos, aunque habrá un margen para los países que lo necesiten.
“Espero que esto anime a algunos Estados miembros a ser más ambiciosos y cumplir los nuevos objetivos incluso antes de la fecha límite”, comentó el comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik.
Pero el problema no radica solo en la cantidad de residuos que se reciclan, sino en la baja proporción de estos que siquiera se recolecta.
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) señala en un informe que la cantidad de residuos electrónicos que se recoge para su reciclado es muy baja, “debido a las significativas exportaciones de equipos electrónicos fuera de la UE” y a la falta de una infraestructura adecuada para su recogida.
En España, para deshacerse de los residuos de aparatos de origen doméstico es necesario llevarlos hasta un punto limpio o a una gran superficie comercial que tenga habilitado un servicio de recogida, o entregarlo en una tienda donde se compre un aparato nuevo que cumpla la misma función.
Las exportaciones ilegales de residuos electrónicos de los países de la UE a Asia o África principalmente son un problema que fomenta el florecimiento de cementerios de desechos de todo tipo en lugares donde no existen los medios para tratarlos.
La AEMA estima que entre 300.000 y 500.000 toneladas de residuos electrónicos son enviados fuera de la UE a países que no pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es decir, a países pobres y en vías de desarrollo.
“Podemos asumir que estos residuos no reciben el tratamiento medioambiental necesario y que muchos metales de valor se pierden”, recalcaron a Efe estas fuentes.
“Mientras que en Europa se pueden reciclar hasta un 90 % de estos materiales, en África no se llega al 16 %”, lamentó Florenz.
“Hay muchas evidencias de que una cantidad considerable de residuos electrónicos son enviados fuera de la UE como “bienes usados”, señalan en la AEMA, que calcula que cada día de 2009 llegaron una media de 35 toneladas de televisiones en color a Gana, Nigeria o Egipto, a menos de 40 euros por cada conjunto de aparatos vendidos.
“Estos datos indican que parte de estas televisiones podrían ser en realidad residuos”, afirma la Agencia.
Para evitar esto, la nueva normativa europea exigirá a quienes quieran exportar aparatos electrónicos que demuestre que estos pueden volver a ser utilizados y se reforzará los controles e inspecciones.