Sana tu vida cambiando tus pensamientos y creencias

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Cuando no disponemos de salud, lo denominamos «enfermedad». Yo prefiero denominarlo falta de vitalidad, resistencia a reconocernos en la salud y la vitalidad, pues todo está dentro de nosotros, como seres divinos que somos, como partes del Dios Padre Universo, integradores de vida en cada uno de nosotros.

Con todo respeto a todos los profesionales de la salud, tanto pertenecientes a la medicina alopática como a la medicina o terapias naturales, la falta de vitalidad, la carencia de energía vital, hacen que el cuerpo manifieste una disfunción o un bloqueo, llamemoslo como queráis llamarlo, que hace que nuestro cuerpo manifieste dicha carencia o creencia.

Por supuesto que la mayoría de la medicina y de las terapias son útiles como herramientas o sistemas que palien la sintomatología o padecimiento de dicha disfunción Y con todo respeto al paciente y a cada proceso en particular, cada persona crea incoscientemente un tipo de pauta que genera la repetición de dicho patrón o comportamiento.

En ningún momento estoy diciendo que queremos dicha falta de salud en nuestras vidas pero si es cierto, y teniendo en cuenta nuestra forma de vida, nuestras pautas genera la repetición de tal patrón y dicho patrón crea «nuestra realidad» y nuestra falta de vitalidad o salud, entendiendo dicha salud como un engranaje completo y perfecto del «amor total», del cual todos somos parte.

En cuanto a la representación física de dicho patrón mental, de dicho condicionamiento, observamos diversas formas de enfermedad o falta de vitalidad, calificandolas en leves, graves o moderadas.

Desde el Punto de vista del paciente, y como la misma etimología refiere, la persona en concreto sufre tal síntoma, consecuencia y dolor del padecimiento concreto, que puede estar empoderado en función de múltiples variantes, como puedan ser aspectos físiológicos, genéticos, conductuales, psicológicos, sociales y sintomatológicos añadiendo a esto además los condicionantes nutricionales, actitudinales y posturales.

Todo ello, unido a la escala de dolor subjetiva en cada caso puede hacer de la enfermedad algo insoportable y complicado de llevar pues en última instancia, sólo podemos conocer lo que es salud conociendo la falta de ésta, y sólo podemos saber la falta de salud o enfermedad sientiendo y padeciendo la careciendia de salud y vitalidad.

Por tanto, lo único que nos queda a los profesionales de la salud natural es aconsejar en cada caso concreto, teniendo en cuenta las diversas variantes que forman parte del proceso de aprendizaje de cada ser humano, una serie de herramientas saludables que orienten a cada persona y en casos concretos para la recuperación y mantenimiento de la salud y vitalidad y viendo las distintas partes que intervienen en la salud holística, tratando a la persona en su totalidad en las siguientes partes y su integración total en la adecuación de una vida lo más saludable posible, una serie de diferentes herramientas saludables entre otras disponibles.

Cuerpo: herramientas como el Reiki, Digitopuntura y Diapasones, Cuencos de Cuarzo, escuela de posición postural adecuada, Magnified Healing, Gemoterapia.

Mente: Un Curso de Milagros, las cartas de Cristo, Hoponopono, terapia floral del Dr. Edward Bach.

Alma: Flores de Bach, Terapia Regresiva, Constelaciones Familiares, Hoponopono, Los Cuatro Acuerdos.

Y por supuesto, ante todo, mantener un modo de vida saludable, una filosofía de vida adecuada y positiva en todo momento, una fe inquebrantable y una aptitud de agradecimiento con la vida y con el creador de cada uno de nosotros como fuente de inspiración de vida constante, pues la fe y el amor constante a la vida y al universo mismo como parte del todo hará que la enfermedad se convierta en sólo un aprendizaje, eliminando patrones, cambiando pautas y llevando una vida saludable, creyendo en tu sanación, la fuente de todo lo que es te llevará a tu propia sanación, pues es reconocido los casos con enfermedades graves paliadas en sus síntomas a través de técnicas manuales como Digitopuntura, Reiki o Gemoterapia.

Sara Leiva Fernández
Canalizadora y Terapeuta Reiki, Gemoterapia y Flores de Bach
paloma330@hotmail.com

Contrariamente a lo que muchos creen, el corazón piensa. Sí, el corazón tiene vida propia porque el corazón es el alma de nuestro ser.

En el corazón yacen nuestros más profundos sentimientos y emociones, aquellos que guardamos tan celosamente por miedo a que nos hagan daño, por miedo al dolor… Así pues, hay quien dice que el amor duele pero… ¿es realmente así?

No, el amor no puede doler precisamente porque es amor. Lo que duele son las expectativas que a veces proyectamos hacia ese amor, ya sea, de la pareja, de los padres, de los hijos, de los amigos, etc.

La mayoría de nosotros no hemos aprendido todavía a amar sin esperar nada a cambio. «A priori» amamos incondicionalmente pero cuando el corazón «duele» nos dice con ese dolor que nuestras expectativas de reciprocidad, de reconocimiento, de gratitud, etc. no han sido respondidas.

Este dolor no nos hace mejores ni peores, no es un indicativo de que no seamos sinceros al amar, de que seamos egoístas, todo lo contrario, ese dolor nos indica que todavía no estamos listos para amar incondicionalmente, que todavía nos queda un poco por aprender.

Y ¿cómo se aprende a amar incondicionalmente, sin esperar absolutamente nada a cambio? Pues, se aprende amando, se aprende conectando con nuestro corazón y dejando que se exprese libremente, que actúe, que sienta. Se aprende fluyendo desde la sinceridad, la emotividad, la sencillez, la humildad, la empatía que anidan en nuestro corazón.

No es fácil pero tampoco es difícil, simplemente es. Debemos aprender a ser nosotros mismos, con nuestras virtudes y nuestros defectos porque si hay algo que hace grande al ser humano es su capacidad para sentirse orgulloso de ser como es y de aprender de sus errores, apostando por el cambio y por el crecimiento del ser.

Debemos dejar que lo mejor de nosotros salga a la superficie, debemos aprender a protegernos desde el amor porque nuestro mejor escudo protector es nuestra sinceridad y lealtad hacia nosotros mismos, siendo auténticos y no buscando el reconocimiento de nadie más que el nuestro.

Debemos aprender a mirar la realidad a través de los ojos del amor porque hay amor en todo lo que nos rodea, en las flores, en las plantas, en el mar, en la música, en las escenas cotidianas, en absolutamente todo lo que nos rodea porque el amor «está en el aire» sólo hay que respirarlo, escucharlo, olerlo, tocarlo, degustarlo… ¡Sentirlo!

Montse Macanás 
Educadora holística y del alma 
montsemac@hotmail.com