Es cierto todo lo que leemos

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En España, Internet es la segunda fuente más consultada por los pacientes para informarse sobre salud (el 85% de ellos lo utiliza como fuente principal), casi al nivel de los médicos (88%) y muy por encima de otros recursos como los farmacéuticos, los libros e, incluso, los medios de comunicación tradicionales.

El hecho de que los pacientes puedan acceder más fácilmente a la información presenta grandes aspectos positivos, como el hecho poder conectar con comunidades de pacientes que comparten intereses similares y con los que poder compartir experiencias. Sin embargo, también ocasiona riesgos asociados al desconocimiento de los pacientes y la credibilidad que pueden otorgar a información errónea, incluso perjudicial para su salud.

En este contexto, y bajo el boom de las redes sociales y comunidades 2.0, cada vez es mayor el número de pacientes españoles que recurren a La Red para encontrar remedios caseros que prometen la curación a sus dolencias. Basta con escribir en Google «remedios caseros para la garganta» o «remedios para la tos» para encontrar cientos de entradas en las que los propios internautas ofrecen sus remedios para los citados males. Muchos de ellos serán de gran utilidad, pero algunos, lejos de ser útiles, pueden ser incluso contraproducentes para la salud de los pacientes.Es por tanto importante que los pacientes se informen y compartan información, pero deberán verificar las fuentes y no conceder veracidad a todo lo que encuentran en Internet. En esta línea, también es más importante que los propios medios de comunicación tradicionales no difundan información que pueda llevar a error a los ciudadanos.

A modo de ejemplo me gustaría exponer un caso ocurrido recientemente. A principios de año, diarios nacionales y programas de televisión realizaron reportajes en los que algunos ciudadanos manifestaron que la ingesta de agua de mar directamente de las playas proporciona beneficios para la salud. Sin embargo, esta práctica individual no debe generalizarse sin implementar las garantías de seguridad exigibles a todo producto destinado al consumo humano.

El consumo indiscriminado de agua de mar sin el debido control analítico de la misma, puede tener graves consecuencias por intoxicaciones agudas o crónicas que pueden llegar a ser graves aunque no se detecten hasta pasados meses o incluso años.

Con frecuencia se argumenta a favor del poder regenerador del agua de mar y su capacidad de autodepuración. Siendo en gran medida cierta esta afirmación debe resaltarse que la depuración requiere de un tiempo y que esta no es completa en lugares próximos a vertidos continuos (vertidos químicos, desembocaduras de ríos y ramblas, emisarios submarinos, etc.). Así las bacterias fecales potencialmente patógenas para el hombre (como la Escherichia coli) están presentes en aguas contaminadas con aguas fecales y aunque tienen una vida media corta en el agua de mar, esta no se ve libre de ellas en las zonas costeras próximas a emisarios submarinos, en las zonas de baños o en zonas a las que son arrastradas por las corrientes marinas.

Siendo potencialmente peligrosa el agua de mar contaminada con microorganismos patógenos para el hombre, tal vez lo sea más aún aquella que está contaminada con agentes químicos, pesticidas o metales pesados que se caracterizan, de modo general, por su acumulación progresiva en el organismo. Con frecuencia estos contaminantes pueden tardar mucho tiempo en manifestar su cuadro tóxico y, por ello, frecuentemente no se asocia el consumo de agua de mar incontrolado, con el cuadro tóxico.

Muchos rios están contaminados pero no por ello dejamos de consumir agua mineral o agua convenientemente tratada y controlada. ¿Es asumible tomar agua recogida en un punto cualquiera de un río y sin analizar? La respuesta parece obvia.

¿Una playa con bandera azul es suficiente garantía?

Una playa con bandera azul implica un control de sus aguas durante la temporada de baño. Los controles garantizan que es apta para el baño pero no que sea apta para su consumo. De hecho se considera que una cierta cantidad de E. coli o de Enterococos (hasta varios cientos en 100 ml) no interfiere en la calidad del agua de baño, sin embargo, la sola presencia de una unidad de estos microorganismos ya hace que el agua no sea apta para el consumo humano. Además, se ha de conocer que en las playas con banderas azules no se controla la presencia de contaminantes como los citados anteriormente ya que, para el baño, su prersencia no compromete la calidad del agua.

¿Es mejor recoger el agua de mar en las zonas costeras no frecuentadas por bañistas?

No necesariamente ya que estas zonas no tienen ningún tipo de seguimiento por parte de las autoridades sanitarias. Las corrientes marinas pueden arrastrar contaminantes a kilómetros de distancia siendo, muchos de ellos, indetectables a simple vista. Sólo después de un control analítico completo se puede garantizar la calidad del agua.

¿Debemos renunciar al consumo de agua de mar? ¿Dónde reside la confusión?

Absolutamente no. Pero es necesario consumir aquella agua de mar que tenga los controles adecuados.

Basados en la evidencia científica demostrada por un gran número de estudios realizados por universidades públicas y privadas nacionales e internacionales, y avalada por más de 100 años de clínica hospitalaria, se puede afirmar que el consumo vía oral de agua de mar aporta múltiples beneficios para la salud, pero únicamente si está correctamente controlada y microfiltrada en frio. Dichos estudios, arrojan resultados muy satisfactorios acerca de su consumo para la prevención y tratamiento coadyuvante de muchas patologías. Su uso es recomendable como complemento alimenticio, realizando un aporte mineral extraordinario en la realización de grandes esfuerzos o en la práctica de deportes con notable desgaste físico.

El agua de mar microfiltrada en frio contiene los minerales necesarios para el buen funcionamiento de las células (se ha determimnado la presencia de 78 de los 104 elementos de la tabla periódica de Mendelèiev en cantidades no tóxicas) y, gracias a su gran biodisponibilidad, se consigue coadyuvar en la reposición de posibles carencias. Ha quedado científicamente demostrado que el agua de mar microfiltrada en frio es un excelente producto para equilibrar el organismo, favoreciendo la regeneración celular y mejorando su vitalidad. En este sentido, es importante puntualizar que los tratamientos no pretenden curar enfermedades, sino favorecer la homeostasis necesaria para que el organismo reaccione adecuadamente y pueda superar mejor las patologías que le afecten. No se trata por tanto de ninguna panacea a todos nuestros males, sino de mantener la salud devolviendo al sistema celular su equilibrio y vitalidad, regenerándolo.

Al menos, hasta 30 de los elementos cuya presencia en el agua de mar está demostrada, son cofactores enzimáticos esenciales para la correcta conformación y funcionamiento de metaloenzimas y metaloproteínas en general. Estas constituyen, aproximadamente el 50 % de nuestras enzimas y proteínas. Estructuras como la hemoglobina, la transferrina, la ADN polimerasa, las superóxido dismutasas, y un largo etcétera, no son funcionalmente activas sin la presencia (en ocasiones mínima) de hierro, cobre, zinc, cobalto o manganeso presentes en el agua de mar.

¿Y qué diferencia el agua de mar microfiltada en frio del agua que podemos encontrar en nuestras playas? 

El agua de mar no puede ser utilizada para el consumo vía oral tal y como la encontramos en nuestras costas, es necesario un estricto protocolo de recogida y envasado que garantice la ausencia de productos químicos y bacteriológicos, y por tanto, la seguridad de los consumidores. El consumo directo vía oral de agua de mar de las playas no cumple este protocolo y quienes realizan dicha práctica están expuestos a la alta contaminación química y bacteriológica, especialmente fecal, que afecta a nuestras playas.

Ya el propio René Quinton, quien fue pionero en demostrar científicamente las virtudes terapéuticas del agua de mar, estableció un riguroso protocolo a través de una serie de trabajos. Este protocolo, perfeccionado a través de diversas investigaciones científicas realizadas durante los últimos años, establece que el agua de mar debe ser recogida en unos puntos concretos de alta mar llamados Vortex, lugares privilegiados por su alta estabilidad y riqueza en la composición mineral. Una vez recogida, el agua debe ser transportada en camiones frigoríficos hasta las instalaciones de un laboratorio, donde debe ser analizada, mezclada con agua fontana, microfiltrada en frio y envasada. En ningún momento del proceso debe ni desodarse ni elevarse la temperatura del agua de mar, para poder mantener la composición original de esta. Únicamente así las propiedades del agua de mar serán las óptimas para la salud.

Además, durante todo el proceso, para garantizar la seguridad de los ciudadanos, el agua de mar tiene que pasar en el laboratorio por un minucioso control que garantice la ausencia de productos contaminantes y que incluya la búsqueda de pesticidas, derivados del petróleo, metales pesados como plomo o mercurio. Así mismo se cuantifican las concentraciones de los iones principales como cloruros, sodio, potasio, o magnesio, y se realizan controles fisicoquímicos y de radiactividad.

Para finalizar, me gustaría dejar constancia de mi respeto ante los hábitos de consumo individuales. La libertad de elección se establece una vez conocidos los datos y es por ello que los profesionales sanitarios debemos ofrecer los estudios e información científica necesarios para que los usuarios puedan tomar sus decisiones basándose en el conocimiento y decidir si beber el agua de mar directamente de las playas o hacerlo a través de productos con los adecuados controles de seguridad y calidad. De igual forma pasará con otros productos y hábitos saludables que pueden encontrar en Internet. Les invito a contrastar todo aquello que leen, investigar las fuentes, analizar los estudios que avalen los tratamientos y consultar con un profesional sanitario.

Juan Alberola 
Director farmacéutico de Laboratorios Quinton