Tienes el poder de crear tu vida

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Tenemos el poder de crear nuestra vida o estamos sujetos a leyes férreas que nos obligan a ser como somos y llevar la vida que llevamos.

Se han escrito muchísimas páginas sobre este tema. La respuesta depende de nuestro sistema de creencias respecto al cosmos y las leyes que lo gobiernan.

Si pensamos que habitamos en un Universo sólido, el margen de cambio es pequeño. Pero si aceptamos el nuevo paradigma científico y creemos que vivimos en un inmenso campo de energía y que nosotros también somos energía, las posibilidades son infinitas.

La física cuántica es el nuevo conjunto de explicaciones de cómo funciona el mundo que habitamos. Cada día usamos tecnología que no podría existir si este fuese un lugar de materia «sólida», de posibilidades limitadas: hablamos por móviles que carecen de cables y emiten y reciben información de voz, imágenes y datos; en la caja del supermercado un aparato «lee» un código y aparece reflejado el producto, la marca, el precio, etc.; miles de personas en todo el mundo son operadas de distintas dolencias usando el rayo láser: luz que entra en el cuerpo.

¿Cuál es la repercusión a nivel práctico de las aportaciones de la física cuántica para nuestra evolución?

La realidad que observamos no existe como algo independiente de la mente. Con nuestra percepción estamos co-creando esa realidad. Mente y materia están unidas.
Hoy, la ciencia explica que todo lo que pensamos ejerce una influencia inmediata de bienestar o malestar en nosotros, porque los pensamientos se comunican –a través de mensajeros químicos– con todas nuestras células y que, además, nuestra forma de pensar contribuye a crear las experiencias que tenemos en nuestra existencia.

Esto significa que, entrenando nuestra mente, podemos enriquecer y desplegar nuestras capacidades intelectuales y emocionales, afectar a la materia y mejorar la calidad de nuestra vida.

Sean como sean nuestras condiciones iniciales, depende de nosotros cómo vamos a evolucionar o involucionar, a expandirnos o empequeñecernos.

¿Se puede aprender a crear la vida?

Todos hemos hecho en nuestra infancia muchos aprendizajes sobre quienes somos, cuáles son nuestros talentos, qué limitaciones tenemos y si nos merecemos -en mayor o menor grado- las cosas buenas de la vida. Hemos aprendido a preocuparnos y a encontrar soluciones. Hemos interiorizado un sistema de creencias respecto a la realidad y guardamos memorias sobre nuestras experiencias y los sentimientos que nos produjeron. Con toda esta información, estamos contribuyendo a crear nuestra vida, aunque no seamos conscientes de ello.

Incesantemente emitimos una vibración electromagnética al Universo. Esa energía que irradiamos procede de lo que estamos sintiendo, de nuestros pensamientos, de nuestra mente subconsciente, de nuestras emociones, de nuestras palabras, de nuestra respiración? Según la naturaleza de lo que emitimos, recibimos de retorno experiencias vitales semejantes. Somos un imán gigante, irradiando nuestra energía y atrayendo circunstancias. O, mejor dicho aún, el Universo manifiesta el «contenido» de nuestro campo energético.

Las vivencias externas que tenemos, reflejan lo que sucede dentro de nosotros. Reflejan nuestras creencias limitadoras (conscientes o inconscientes), nuestro estado emocional, las heridas del pasado que permanecen abiertas, los patrones de relación que adoptamos, etc.
Tenemos un extraordinario poder que, para bien o para mal, estamos manifestando en nuestras vidas. Todos estamos experimentando los resultados del estado de calma o agitación de nuestra mente, de cómo gestionamos nuestras emociones, del lenguaje que usamos para expresarnos, de las decisiones que tomamos, de las imágenes mentales que proyectamos?

Podemos aprender a crear nuestra vida de modo consciente. Necesitamos creer que es posible, saber que nos lo merecemos y usar el extraordinario potencial que traemos «de serie» a nuestro favor.

¿Cómo podemos crear de forma consciente nuestra vida?

Muchos seres humanos pensamos persistentemente del mismo modo, tenemos las mismas reacciones emocionales, percibimos día tras día la misma realidad, hablamos y actuamos de la misma manera, pero queremos que ocurra algo diferente. Como es fácil de comprobar, si hacemos lo que siempre hemos hecho, obtendremos, una y otra vez, el mismo resultado.

La atención consciente en el ahora es la llave Maestra que nos va a permitir crear la vida que deseamos. Sin ella, la mente seguirá recreando los viejos patrones de pensamiento y las mismas reacciones emocionales, por tanto, de un modo inconsciente, seguiremos recreando nuestra antigua vida.

La meditación es el gimnasio de la mente. La neurociencia está demostrando que, este entrenamiento para cultivar la atención consciente, produce cambios funcionales y estructurales en el cerebro. Además tiene múltiples beneficios sobre la salud.
Basta con sentarnos a observar el ir y venir de la respiración, sin tratar de cambiarla ni forzarla, para volver al aquí y ahora. De este modo nos haremos conscientes de los pensamientos y de cómo nos hacen sentir. No se trata de luchar contra ellos, ni de poner la «mente en blanco». Se trata de estar presentes y conscientes. Así, comenzaremos a darnos cuenta de la cantidad de veces que estamos reaccionando automáticamente y podremos empezar a crear las respuestas que queremos para nuestra existencia.
Tomaremos conciencia también de la gran actividad mental que producimos preocupándonos por un futuro que, de momento, no ha llegado, en lugar de ocuparnos de construir la realidad que deseamos experimentar.

¿Qué otros elementos son importantes, a la hora de crear de un modo consciente nuestra vida?

Tener una intención clara y estable. Intención es el enfoque en algo que deseamos ver realizado. Es necesario tener claridad sobre qué deseamos y mantener una estabilidad en nuestra elección. Si titubeamos, equivale a hacer un pedido y cancelarlo.
Nuestro deseo ya está en el Universo de Energía, conciencia e información. Cualquier resultado imaginable, cada posibilidad que concibamos, existe en el presente como «un estado dormido de realidad». El deseo de algo, con todo nuestro ser, activa esa «posibilidad dormida». Si queremos manifestarlo, simplemente tenemos que «acceder», de todo corazón, a ese resultado y disfrutarlo como si fuera real, en todos los momentos del día.

Para sostener la intención, es muy importante actuar como si ya existiera lo que deseamos. Necesitaremos conectar con el/la niño/a maravilloso y juguetón que llevamos dentro y preparar el escenario de nuestra «representación» para vivir la realidad que deseamos.
Será preciso hacer los retoques de decorado, vestuario, banda sonora y efectos especiales de nuestra «película». Cuidar todos los pormenores, como el mejor director de cine, y realizar todos los cambios con una actitud de juego, en lugar de tomarlo como «los deberes». Así estaremos ya disfrutando de nuestro deseo, en lugar de sufrir porque aún no se ha manifestado.

También es importante observar el diálogo interno y la manera en que hablamos sobre nuestras experiencias. El sonido tiene un extraordinario poder para modificar la estructura molecular de la materia y contribuye a crear el estado que sentimos.

Existen diversos estudios científicos que demuestran que, el sonido tiene la capacidad de armonizar la materia. En los años 60 del S. XX, el médico y científico suizo Hans Jenny, creó la cimática. Esta ciencia muestra visualmente cómo el sonido afecta a la materia.
Masaru Emoto -un científico japonés- ha trabajado desde 1994, exponiendo recipientes con agua a la vibración de distintas palabras, durante horas, para después congelarla y observar sus cristales. El agua respondía haciendo formas muy bellas a palabras como amor y gracias. Sin embargo, el agua expuesta a palabras como te odio o me das asco, hacía unas cristalizaciones amorfas y carentes de belleza. Como somos agua en un alto porcentaje, conviene cuidar lo que expresamos, aunque sea en nuestros diálogos internos.
Cuando decimos -en voz alta o en nuestra mente- no puedo, es difícil, no me lo merezco, estamos programando nuestro subconsciente para crear eso en nuestra existencia, además de contribuir al estado en que nos vamos a encontrar.

Si somos conscientes del poder de la palabra, prestaremos mucha atención al lenguaje que utilizamos y comprenderemos la importancia de conocer la naturaleza de nuestros pensamientos y realizar el entrenamiento de la meditación, para mejorar los resultados.
Cuando cambiamos la manera de ver las cosas, las cosas que vemos, cambian. Esto no es un juego de palabras. Es así literalmente para la física cuántica. El observador, con su atención, modifica lo observado. De una posibilidad ondulatoria, pasa a partícula cuántica gracias a que alguien la vio.

El cerebro no distingue entre lo que sucede dentro y lo que sucede fuera. Algunos experimentos han registrado los impulsos eléctricos del cerebro de individuos que realizaban una actividad. Después se les ha pedido a esas personas que imaginen que están haciendo esa acción. El cerebro registró la activación de las mismas zonas cuando era real y cuando fue representado en su mente. Muchos deportistas de élite, practican visualizando sus jugadas y consiguen extraordinarios resultados, porque el cerebro cree que la acción se está realizando «de verdad» y crea memorias de este entrenamiento.

El poder de la visión, se despliega cuando somos capaces de ver el milagro antes de que suceda y permanecer concentrados en ello, aunque las apariencias externas digan lo contrario.

Sabemos que nuestros sentidos nos engañan, que son inexactos y que nos muestran apariencias que no son reales. Así que podemos cerrar los ojos y encender la pantalla mental. Poner en marcha la producción interna, construir con todos los sentidos lo que deseamos realizar y conectar, de corazón, con el poderoso sentimiento de dicha que surge de ver nuestros sueños hechos realidad. La visión es la «fe que mueve montañas». El milagro es sólo un cambio en nuestra percepción, mantenida hasta que también es real para los otros.

Para crear una nueva y mejor vida, necesitamos desprendernos de los antiguos modelos. El perdón borra las antiguas memorias de sufrimiento que nos mantienen anclados a viejos patrones mentales-emocionales. Esa información está en nuestro campo energético, emitiendo una vibración que atraerá más circunstancias similares. Por lo tanto, desde un punto de vista práctico, perdonar es el mayor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos.

Cuando perdonamos, no es que tengamos amnesia y que, de repente, olvidemos el daño que creemos haber recibido. Recordamos, pero sin volver a herirnos con ello. Sea lo que sea que sucediera, eso ya forma parte del pasado y de nosotros depende dejarlo atrás o cargarlo a cuestas.

Perdonar es una nueva visión de nosotros mismos y de la existencia. Es contemplar la vida con los ojos nuevos de una mayor comprensión y responsabilidad. Usamos la experiencia dolorosa para nuestra transformación personal.

La gratitud funciona como un imán que atrae todo tipo de prosperidad a nuestra existencia. Si nos sentimos agradecidos por la vida misma, el sólo hecho de tener este pensamiento, comunicará a todas nuestras células un mensaje químico de bienestar, el sistema inmunológico funcionará mejor y tendremos más salud.

A las personas agradecidas se les abren muchas puertas y reciben el mismo trato amable que otorgan. Y también sucede así con todo los demás aspectos de la existencia. Aquello en lo que nos enfocamos, se expande. Si agradecemos lo que tenemos, expandimos nuestra conciencia de prosperidad.
Ser agradecidos nos permite recordar la enorme riqueza que ya hay en nuestra vida. Genera una profunda sensación de confianza en la abundancia del Universo y un estado gozoso de alta frecuencia.

Aunque cultivemos todo que hemos mencionado, si la relación que sostenemos con nosotros mismos no es óptima, en algún aspecto de la vida, estaremos emitiendo el sentimiento de que no nos merecemos disfrutar de algo y eso será lo que suceda.
Muchas vivencias de nuestra infancia generaron emociones que no integramos adecuadamente, que no expresamos o que reprimimos. Esta energía bloqueada, nos mantiene «atados» a determinadas reacciones y obstáculos en nuestro presente.

Si queremos avanzar y evolucionar, necesitaremos tomar la responsabilidad de nuestra existencia, es decir, generar una respuesta hábil a la vida, con las circunstancias que tenemos. Podemos comenzar a satisfacer nuestras necesidades afectivas, de aprecio y de reconocimiento. Podemos alentarnos a nosotros mism@s y decirnos las cosas que nos hubiese gustado escuchar. Podemos permitirnos sentir las emociones que bloqueamos cuando éramos niños. Podemos ofrecernos el apoyo para avanzar, paso a paso, en la dirección que deseamos. Como adultos, tenemos la responsabilidad de ocuparnos de nosotros, de sanar lo que necesitemos y aprender a vivir como co-creadores de nuestra existencia. Ir más allá de los límites que hemos interiorizado y atrevernos a realizar lo que podemos llegar a ser.

Cuanto mejor es la relación que tenemos con nosotros mismos, más se amplía el horizonte de lo que nos merecemos. Ahora es el momento de seguir expandiendo este sentimiento. Cuando nos tratamos con respeto y dignidad, el mundo responde de la misma manera.
Recuerda que eres un ser magnífico y especial. No hay nadie en el mundo igual a ti y te mereces lo mejor, por el sólo hecho de haber nacido.