Todos nosotros y cualquier ente u objeto a nuestro alrededor contiene improntas,
memorias de cosas vividas, señales energéticas, huellas de fuerzas
existentes, de procesos, códigos y frecuencias que lo impregnan todo a
su paso. Esos códigos o huellas de las energías, que coexisten a
menudo, se almacenan en lugares estratégicos, se detienen en un rincón
y ?viven? en las moléculas que los acogen.
Cada cosa que vivimos, sentimos, vemos o hacemos… queda gravada en nuestra ropa,
en nuestros muebles, en la cama, en las joyas que llevamos aquel día, en
la propia habitación donde lo procesamos. Experimentamos la existencia
rodeados de códigos, ondas y frecuencias de distintos tipos, unas más
bajas, densas y pesadas, otras más llevaderas e incluso sanadoras y evolutivas.
Tener un entorno equilibrado y neutro, es decir, vacío de memorias pesadas
o de frecuencias involutivas, hoy en día es un reto para la humanidad.
Nuestra existencia se ha saturado de radiaciones tecnológicas artificiales
(teléfonos móviles, microondas, ordenadores, luces alógenas,
materiales radiactivos, antenas, alimentos transgénicos, etc.) y de emociones
intensas (enfermedades, separaciones, violencia verbal y física, estados
de ansiedad, expectativas, envidias, rivalidad, estrés, etc.) y de códigos
o pensamientos contaminantes (publicidad, política, manipulación,
chantaje, etc.). Dentro del entorno que hemos creado, mantenerse sano, ecuánime,
equilibrado y en contacto con la fuente de la Creación, a veces resulta
muy difícil y requiere a menudo un gran esfuerzo o una gran fuerza de autodisciplina
con el fin de mantenernos en la pureza anímica necesaria para que la vida
tenga sentido y se desarrolle armónicamente.
Lo más maravilloso es que, al mismo tiempo que hemos creado una sociedad
tan codificada y saturada de energías, justo en la misma época la
humanidad crea paradigmas nuevos y métodos interesantes para neutralizar
dichas energías y para activar la evolución a toda costa; es como
un inteligente y automático mecanismo de supervivencia. En poco más
que una centuria el hombre ha creado la homeopatía, las esencias florales,
la medicina cuántica, la curación sistematizada por las frecuencias
del color, de la geometría y de la luz. Los medicamentos de cada una de
esas alternativas sanitarias y psicológicas no son nada más que
?frecuencias?codificadas. Hoy existen métodos muy sofisticados
y suficientemente comprobados, basados precisamente en lo mismo que nos enferma:
las ondas de fuerza; las radiaciones de una planta o mineral, los principios activos
de las ondas que emanan las energías magnética, eléctrica
y geometrodinámica; somos capaces de crear campos mórficos y otros
campos de fuerza sutil que contrarrestan, suavizan o neutralizan los campos de
fuerza de nuestros comportamientos psicoemocionales y de las múltiples
radiaciones artificiales.
Mi trabajo de investigación está centrado exclusivamente en el desarrollo
de los principios activos e inteligentes de la geometría y de la luz (por
tanto, del color). La Geocromoterapia nació como un sistema coherente en
1994 y, hasta la actualidad, no ha cesado de desarrollarse y ampliarse. De hecho
la Geocromoterapia (un método sanador y evolutivo) se engloba dentro del
Sistema Geocrom, un paradigma que promueve la utilización coherente de
los principios matemáticos y geométricos, tanto en la medicina,
la psicología, en el arte y la arquitectura, en la pedagogía y en
una nueva visión de la metafísica.
Volviendo al principio del texto, una pequeña parte del Sistema Geocrom
nos ofrece hoy una ayuda inestimable para descodificar y limpiar nuestro entorno.
Hasta ahora el nuevo sistema ha experimentado las propiedades terapéuticas
y evolutivas de más de sesenta sustratos gráficos (filtros translúcidos
con patrones geométricos de color). Tres de ellos, el Heptágono
Morado, el Decágono Violeta y el Decágono Turquesa, son de extrema
eficacia para vaciar el terreno, borrar códigos obsoletos o involutivos,
descodificar las improntas y restaurar el orden armónico en las moléculas
de cada cosa, persona o lugar.
Solamente con esos tres filtros, diseñados en proporción áurea
y elaborados con una gelatina fotosensible, podemos limpiar, purificar, descargar
y vaciar los códigos que se almacenan en cualquier cosa o persona. El set
de tres filtros descodificadores de la Geocromoterapia resulta muy útil
para limpiar profundamente los cristales, minerales, metales, joyas, tanto si
son personales como si se trata de una drusa, una escultura, obra de arte o piedra
colocada en una sala de estar o despacho por donde circula mucha gente. Es importante
recordar que también muy a menudo sería necesario descodificar la
ropa usada (en especial si su usuario ya no convive con nosotros), los muebles,
cuadros, objetos, antigüedades, etc. así como las propias casas, su
estructura, paredes, escaleras, armarios, cocinas, baños, etc.
Dejar nuestro espacio vital y nuestros enseres neutros, vacíos de códigos
ajenos, antiguos, memorias a menudo ya obsoletas (y por tanto involutivas) es
de suma importancia para el estado de salud y de armonía de cada uno de
nosotros. No sirve de mucho realizar un sin fin de terapias si, cuando volvemos
a casa o al despacho, volvemos a impregnarnos de memorias e improntas que no favorecen
para nada nuestro proceso de evolución y que, en el mejor de los casos,
estos objetos nos absorben nuestra energía y nos descargan de vitalidad.
Es evidente que los tres filtros Geocrom mencionados también son útiles
para realizar una terapia individual, y limpiar y purificar una persona, aunque
para usarlos es mejor ser un terapeuta y conocer los puntos de acupuntura por
donde entra la codificación de los filtros, así como la dinámica
de trabajo con la luz con que dichos filtros deben proyectarse sobre el cuerpo.
El Sistema Geocrom tiene diversas vertientes de trabajo y de investigación
y, dentro de la Geocromoterapia, existen también 60 filtros para el tratamiento
anímico, psicoemocional y físico, cuarenta de ellos muy útiles
como medicamentos si se sitúan sobre el pecho a la altura del timo (previa
dosificación), así como 22 filtros para la corrección energética
del hábitat y la sublimación de sus energías.