Parece que últimamente oímos hablar más del masaje infantil,
casi como si fuera una cuestión de moda y aunque pueda parecer muy novedoso en
realidad es un arte muy antiguo. A través de sencillas técnicas que provienen de
la tradición indú, la metodología sueca y la reflexología, se enseña a los
padres a reforzar el apego y los lazos afectivos con sus hijos, con la idea de
que lo practiquen a diario en momentos de calma y tranquilidad en sus propias
casas.
El masaje infantil no es manipulativo, a diferencia del que
los masajistas profesionales suelen aplicar a los adultos, no existen
movimientos fuertes, se trata básicamente de establecer una comunicación cálida
y amable entre el bebé y los progenitores. El masaje ha de ser firme, aunque
suave, con movimientos rítmicos ya que a los niños les gusta sentir la presión
firme de las manos amorosas de sus padres.
Es una manera de aprender a tocar a los hijos y de sentirse
cómodo con el roce físico en general. Una forma natural de que los bebés nos
digan mucho a cerca de ellos mismos y de que nosotros aprendamos a tocar, no
hace falta ninguna cualidad especial para aprender a tocar a un hijo, todo el
mundo puede hacerlo. Seguro que muchos de nosotros hemos visto a algunas madres
que, sin darse cuenta, dan suaves masajes a su hijo desde el momento de nacer.
Es una parte del proceso natural de unión, una necesidad biológica de conocer al
recién nacido mediante todos los sentidos.
Y es que el tacto es tan necesario para un bebé como el
alimento, diversos estudios antropológicos de sociedades tribales de todo el
mundo desvelan que las tribus más violentas eran aquellas que no se tocaban en
la infancia. Coger en brazos a un bebé es uno de los factores más importantes
para su desarrollo mental y social. Los efectos de este buen desarrollo no sólo
influyen en la infancia sino que crean un impacto en las funciones neuronales y
neuroendocrinas que son la base del comportamiento emocional. El masaje puede
estimular los nervios cerebrales que facilitan la absorción de los alimentos, lo
que produce un aumento más rápido de peso, reducir el nivel de hormonas del
estrés, lo que a su vez mejora el sistema inmunitario. La terapia del tacto
también está indicada en bebés prematuros para ayudar a aumentar peso con
rapidez, a niños asmáticos para mejorar la función respiratoria, en los
diabéticos para facilitar el tratamiento y a los que les cuesta dormir para
hacerlo con más facilidad.
El contacto físico del masaje no es un capricho sino una
necesidad humana básica. Es una forma maravillosa de llegar a conocer a su hijo
y a pasar tiempo juntos. Mientras damos masaje regular a un bebé descubrimos la
creación de un vínculo que durará toda la vida. El masaje infantil puede ser
iniciado tan pronto como lo deseen los padres. Durante los primeros seis o siete
meses conviene aplicar un masaje diario, para después durante la etapa más
agitada de gateo y aprender a caminar, reducir esta frecuencia a una o dos
sesiones por semana si se desea. Más adelante se irán haciendo modificaciones
para poder adaptarse al cuerpo del niño según va creciendo y a sus diferentes
necesidades.
Hoy, el propósito esencial del masaje infantil es transmitir
a los padres el acercamiento, la confianza, la intimidad y el respeto que se
crea con la nutrición afectiva. Valorar a los niños para ayudar a la
recuperación de la confianza en la infancia, de manera que la sociedad reconozca
verdaderamente la importancia de la vida prenatal, nacimiento y primeros años y
que se actúe de acuerdo con ello, fomentando así los lazos afectivos entre
padres e hijos y recuperando los valores familiares de nuestra cultura.