Doha: el mismo reto tres años más tarde

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La comunidad internacional se enfrenta al reto de vencer las poderosas resistencias de los mercados y lograr un segundo acuerdo para frenar el calentamiento global. Un desafío que se renueva en la cumbre de Doha y después de la fallida conferencia de Copenhague de 2009 y las posteriores de Cancún y Durban.

A día de hoy nos encontramos en el mismo punto que hace tres años en Copenhague, cuando se buscaba un acuerdo climático internacional, consensuado, ambicioso y vinculante. Este nuevo acuerdo debe dar continuación al primer periodo del Protocolo de Kioto (2008-2012).

El periodo de extensión del Protocolo de Kioto se agotará en unos meses y la urgencia de un acuerdo que implique a todas las partes es evidente. Ecologistas en Acción subraya que sólo se podrá cumplir el objetivo si los representantes políticos de los países presentes no son influidos por el poder de los mercados y las empresas que los controlan. Los dos grandes pilares de un acuerdo aceptable serían:

Los países enriquecidos deberán reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero un 40% sobre la situación de 1990, íntegramente en su territorio.

Los países enriquecidos, para saldar la deuda climática que tienen contraída y combatir convenientemente el cambio climático, deben transferir a los países del Sur 275.000 millones de dólares anuales para labores de mitigación y adaptación. Dicho dinero deberá ser adicional a otros compromisos anteriores, no deberá generar nueva deuda externa, y tendrá que ser controlado y gestionado por órganos públicos dependientes de la Convención de Naciones Unidas o similar.

El principal obstáculo que ha impedido, hasta el momento, un segundo acuerdo climático que diera continuación al primer periodo del Protocolo de Kioto (2008-2012) ha sido el mercado y sus mecanismos. Tanto el Banco Mundial como gestor del Fondo Verde, como el mercado de carbono, el mecanismo REDD+ y los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), pasando por los mercados financieros altamente dependientes de los combustibles fósiles y su industria, deberían desaparecer de las negociaciones de Doha para conseguir un acuerdo justo, efectivo y equitativo que se dirija a mantener el aumento de temperatura por debajo de 1’5ºC, y en consecuencia, limitar los impactos negativos del cambio climático.

Fuente: Ecologistas en Acción.