Las bases del árbol de conocimiento

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Dice Juan Li, maestro del Iching Dao, que la Sonrisa Interior «es el primer paso en el Tao y el más importante. La Sonrisa Suavizante es la clave de la apertura de la comunicación con nosotros mismos a través de los sentidos. El hecho de sentir permite poner la atención en el momento presente, que es el lugar en el que la energía se encuentra siempre disponible. La Sonrisa Suavizante nos conecta directamente con la Fuerza Vital».

En octubre de 2007, en Santa Lucía de Tirajana, tuvo lugar el primer retiro de la Cofradía del Anno Sutil, el denominado de asentamiento de las bases del Árbol de Conocimiento. A principios de octubre de 2007, una serie de despertistas nos congregamos para la práctica de ejercicios calisténicos, unas gimnasias energéticas tradicionales, que no sólo producían efectos biofísicos, sino también biopsíquicos. El objetivo, de alguna manera, era iniciar la tarea de descubrir y describir, en la forma adecuada, el secreto de lo permanente y lo impermanente, de lo mortal y lo inmortal, tanto como fin del individuo, cuanto como fin de la sociedad humana en la que convivíamos como individuos.

La costumbre de reunirnos para practicar comenzó como colofón a las enseñanzas del taoísmo en la línea de Juan Li, quien, dentro de su árbol de conocimiento (que denomina Escuela del Iching Dao), establecía como un paso en el camino el hecho de que, cuando en el Tao se dispone del cuerpo de enseñanzas completo, se hace necesario compartirlas, a fin de que sigan vivas. De otra manera, es como agua estancada. Esto está previsto en el hexagrama 8 del IChing: «Los reyes de la antigüedad dividían los estados como feudos cultivaban relaciones amistosas con los señores feudales». Constituyendo las enseñanzas del Iching una traslación metafórica y energética del conocimiento a permutaciones hexagramáticas del yin y el yang acompañados de imágenes poéticas, el Noble, o el Rey, representa al practicante del Trabajo. De hecho, se denomina Emperador o Emperatriz a quienes se sientan en el sillón taoísta a iniciar una práctica transcendente.

Cultivar relaciones amistosas con los señores feudales equivale a ir a buscar practicantes con los que ejercitar y compartir. El Cofrade Uno (co-frade, es decir, hermano en el trabajo energético), había iniciado, en 1998, su andadura con el taoísmo del Iching Dao, nueve años antes, en el mes de noviembre, de donde los meses de otoño marcaban siempre el punto de partida de cada año energético. En el taoísmo, igual que en otros sistemas, como el de Carlos Castaneda, los principios, los comienzos, son como mapas indicadores de lo que va a ocurrir, en cierto sentido. Como un fractal, unidad matemática que representa o recrea una forma, la cual se multiplica y vuelve a regenerarse infinitas veces, pero en magnitud espacialmente mayor, dando de nuevo la misma forma (hasta que quede, por la naturaleza de su algoritmo, atrapado en un gran atractor): los comienzos energéticos son, metafóricamente, como fractales que marcan el desarrollo del camino que se comienza y señalan su naturaleza futura.

Los caminos energéticos son de naturaleza replicante, podríamos decir. La primera reunión tuvo lugar, pues, en Santa Lucía de Tirajana, siendo que el topónimo de este pueblo nacía de la denominada santa de los ojos, del ver. Santa Lucía nació en Siracusa, Sicilia, en una familia rica, y fue educada en el cristianismo. Desde joven mantuvo en secreto el voto de virginidad con motivo de su fe, por lo cual, sin saberlo, su madre, Eutiquia, la conminó a casar con un pagano. Lucía llevó a Catania a su madre para orar ante la tumba de Santa Ágata, a fin de que curara unas hemorragias, milagro que sucedió y, entonces, Eutiquia, en agradecimiento, liberó a Lucía del compromiso. El pretendiente, indignado, delató a Lucía por cristiana, en plena persecución de Diocleciano, ante el procónsul Pascasio. La intentaron presionar para que cometiera apostasía, lo cual no ocurrió, la amenazaron con torturas, y el juez también la amenazó con llevarla a una casa de lenocinio para someterla por el pecado, la degradación y la deshonra, pero ella respondió que «el cuerpo se contamina sólo si el alma consiente». Un milagro hizo que cuando iban a sentenciarla no pudieran moverla del sitio, quisieron quemarla en la hoguera, pero tampoco pudieron, y al final la decapitaron, pero aún degollada siguió hablando de su fe a los presentes. Se le vincula a los ojos por la leyenda que dice que también ordenaron sacarle los ojos y, sin embargo, recobró la vista, aunque quizás esto tenga relación con su nombre, Lucía, que viene de Luz. El retiro se bautizó como del Anno Sutil, porque el acceso al inconsciente empieza por hacerse consciente del sistema parasimpático y sus movimientos levemente involuntarios en todos los esfínteres y vísceras, comenzando por el Ano, palabra casi homónima, gemela, al Anno.

En todas las prácticas se profundizaba cada vez más en el dominio del Ano como puerta esfintérica a la naturaleza automática, inconsciente, del cuerpo, del Insigne Saco Pellejudo. La casa de Santa Lucía de Tirajana tenía un patio en el que se practicó «tensegridad», movimientos que Carlos Castaneda había enseñado, en 1991, al Cofrade Uno. La tensegridad se practica, entre los cofrades del Anno Sutil, como ejemplo de calistenia vinculado a un «intento» que se origina fuera del mundo ordinario. Si no es así, no pasa de ser una serie de movimientos que van directos al ejercicio de un aspecto tendo-muscular de la estructura corporal. El vehículo en el que llegaron los cofrades fue un Honda Legend, diseñado por Ayrton Senna, de cuyo piloto aclaró el cofrade este que hizo el máximo record de Fórmula Uno cuando, mientras conducía en el circuito a toda velocidad, se salió de su cuerpo y veía cómo conducía su físico desde lo alto, en su cuerpo sutil autoscópico. Dice Juan Li, maestro del Iching Dao, que la Sonrisa Interior «es el primer paso en el Tao y el más importante.

La Sonrisa Suavizante es la clave de la apertura de la comunicación con nosotros mismos a través de los sentidos. El hecho de sentir permite poner la atención en el momento presente, que es el lugar en el que la energía se encuentra siempre disponible. La Sonrisa Suavizante nos conecta directamente con la Fuerza Vital». En este epítome donde Li ha denominado Suavizante lo que anteriormente denominaba Interior, se señala que se trata del primer paso, el más sencillo pero también el más crucial, es como el primer paso de aprender a caminar, o a hablar, paso balbuceante pero a partir del cual surge el desarrollo vital en toda su extensión o el lenguaje en toda su complejidad y magia. También alude Juan Li a que los sentidos son la puerta al interior, que éstos se comunican por la sonrisa, que tal esfuerzo resulta en una fijación atencional al presente, «momentum» del tiempo en el que la fuerza vital es accesible (no lo es en el pasado, y en el futuro es un misterio).

A partir de aquí, el siguiente paso intercala los Seis Sonidos Curativos. Se emplea «curativos» en el sentido de que si un sistema vital se desordena, puede re-encauzarse a través de los sonidos, que vienen a ser como la herramienta vibracional más básica de la que dispone la imaginería energética del humano. Dice Li: «La capacidad de dirigir el flujo energético a los órganos vitales se desarrolla a través de los Seis Sonidos Curativos. Modificando el flujo energético en los órganos actuamos directamente sobre las emociones y sobre la manera en que nos sentimos. Éste es también el primer paso para aprender a revitalizarnos a través de las prácticas energéticas. La capacidad de sentir que se ha despertado a través de la Sonrisa Suavizante se desarrolla ahora sintiendo cada órgano». El taoísmo divide en cinco partes las energías internas, abstractas, del ser humano, vinculadas a zonas endocrinas bien distinguidas: estómago o bazo, riñones, hígado, corazón y pulmones. Éstos son como los ministros, y el conjunto de ellos está dirigido por el Ser Superior, el Noble, el Emperador, en terminología del Iching (El Libro de los Cambios).

El cuerpo, el Insigne Saco Pellejudo, como así lo aluden viejos textos de NeiKung de tendencia budista, es el vehículo en el que se analiza el comportamiento de estos cinco lugares energéticos a fin de establecer su relación con las emociones: preocupación, ira, miedo, tristeza y odio, frente a la amplitud de miras, la tranquilidad, la valentía voluntariosa, las alegría de vivir y el amor. A lo largo de las prácticas se aprende a detectar en forma de presencias, colores, cenestesias y otras visiones, las energías emocionales negativas, material bruto precioso con el cual se elaborará el oro interno, alquímico, con el que se terminará concentrando lo cosechado en La Perla.

El siguiente aspecto que se abordó en este primer retiro fue el Abrazo del Árbol. Dice Li: «Una parte esencial del trabajo energético consiste en adoptar un correcto alineamiento físico entre las dos fuentes principales de energía: la Tierra (abajo) y el Cielo (arriba)». El trigrama del Trueno, el acto en el que se une cielo y tierra y se genera un tercero, lleva en sí el simbolismo del Alineamiento: «Sin un correcto alineamiento no es posible enfocar la mente con claridad y disminuir o detener el exceso de pensamientos. La posición estática llamada «abrazar el árbol» alinea todos los huesos del modo más eficaz posible. A través de su estructura cristalina, los huesos actúan como antenas por medio de las cuales las energías del cielo y de la tierra circulan y se unen».

Las características principales que se señalan con el alineamiento del cuerpo son la importancia de los huesos como estructura y como material «cristalino» que es capaz de transmutar la energía pura del universo que nos rodea para concentrarla en el ser. Los huesos son el sostén energético, como en un correlato de su misión física, que es la de generar la sangre así como la de sostener la estructura del Insigne Saco Pellejudo. Los huesos traducen al cuerpo del practicante, del Noble, la energía cósmica y universal, la leen, y asimismo, con su alineamiento se consiguen las posturas que hacen del Insigne Saco Pellejudo un vehículo hacia el infinito, hacia la Inmortalidad. Como esquema entrante de posiciones encaminadas a entrar protocolariamente en una dimensión sutil, se presentan y practican constantemente unos estiramientos básicos, denominados genéricamente «Chi Kung». Constituyen «una sencilla secuencia de estiramientos desde los pies hasta la cabeza que aumenta el flujo de energía y unifica el cuerpo.

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También trabajamos con una secuencia de sonidos raíces que despejan y potencian los diferentes centros energéticos a lo largo del canal central. De esta manera elevamos el nivel de consciencia. Especial atención damos a la respiración espinal ya que es un importante ejercicio que ayuda a modificar las cualidades de la sangre y de la mente». Estos movimientos básicos buscan equilibrar las tensiones del cuerpo en su parte anterior y posterior, su parte frontal y espaldar, su Yin y su Yang, tal y como ocurre en las Hatha Yogas.

El principio es no abandonar ni nuestro frente ni nuestra espalda, lo que se ve y lo que no se ve, hacia lo que vamos y de dónde venimos (el tonal y el nagual, la parte encima de la mesa y la parte de abajo de la mesa, tal y como explica Castaneda al final de «El Segundo Anillo de Poder»). Acto seguido se procede a la apertura de la Órbita Microcósmica: «Ésta es la primera práctica en la que tomamos contacto directo con la fuerza vital y su flujo a través del sistema de meridianos. No es posible profundizar en el trabajo energético si no se tiene una experiencia clara y consciente de cómo se siente la energía. La Órbita Microcósmica es un sendero circular que recorre la espina dorsal y la parte frontal del cuerpo, conectando con todo el sistema de meridianos. Se le considera la Calle Mayor del flujo energético, por lo que es esencial mantener esta avenida abierta y en movimiento.

Cada vez que completamos conscientemente un circuito de la Órbita Microcósmica, nuestro nivel de vitalidad personal aumenta. Todas las prácticas energéticas taoístas terminan con la Órbita Microcósmica y, a través de ella, iniciamos la amistad con la fuerza vital para toda la vida». Como parte final de estos primeros pasos para preparar al vehículo, al Insigne Saco Pellejudo, se pasa a la situación energética de la base del IChing: los 8 trigramas, los principios rectores del trabajo energético. Son los mimbres con los que se construye el edificio completo por el Noble, el Arquitecto.

Cofradía del Anno Sutil

carlos.borromeo.martin@gmail.com