Podemos funcionar sin cerebro

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¿Puede funcionar sin cerebro un animal o un ser humano?

Escuchamos algunas respuestas en la calle:

  • (Señor que acaba de comprar periódico) ¿Sin cerebro, no, esto es imposible?
  • (Señora graciosa) ¡Claro que se puede, venga a mi casa, le presento a mi yerno!
  • (Otra señora) ¿Me está pidiendo mi opinión sobre el gobierno o sobre los banqueros?

Lo preguntamos también al profesor Di Masi, escritor, investigador neurocientífico, director del CIBE Centro de Investigación Bioenergética de Figueres (Gi), autor del libro El Creador (Natural Ediciones) que enseña Sanergía y nos autoriza a participar en su clase:
Resultados asombrosos obtenidos por muchos técnicos vibracionales en personas víctimas de ACV, ictus, derrames, Alzheimer, Parkinson y autismo confirman que –uno– nuestra información no se almacena en el cerebro y –dos– si, contrariamente a lo que siempre creía la medicina, células y neuronas de nuestro cerebro se regeneran también después de lo cuarenta años y esto en función de los objetivos y convicciones de las personas. La diferencia entre las personas que sobrevivieron sanos a un ictus y los que quedaron parcial o totalmente tetraplégicos es debido a sus creencias y convicciones. Creer es crear. También los comentarios de sus médicos y terapeutas influyen sobre el proceso de curación. Al decirle a una persona: «esto es incurable»… acabaremos programándoselo.

Los nuevos descubrimientos demuestran que el cerebro humano es algo más extraordinario que un simple conjunto de carne y huesos. Durante décadas, en distintas partes del mundo, respetados científicos de muy diversas disciplinas han llevado a cabo experimentos cuyos resultados dejan perplejos a los biólogos y a los físicos.

La física moderna ya está comprobando la existencia de un campo de energía omnipresente. En su libro El Campo (Ed. Sirio), la periodista investigadora Lynne MacTaggart da un repaso de recientes descubrimientos científicos que demuestran que existe un campo de energía y de comunicación vibracional que todo lo circunda conectando hombre y materia.

Referente al llamado Campo Punto Cero puede que haya una explicación por la infinidad de fenómenos conocidos y procesos que han sido una incógnita para la comunidad científica durante generaciones. Electromagnetismo, gravedad, clarividencia, telepatía, la tele-transportación, curación instantánea de enfermedades, trastornos y heridas, curación a distancia: los orígenes de estos diversos fenómenos pueden todos ser rastreados hacia este campo cuántico.

Lynne McTaggart escribe: Todo y todos estamos conectados unos con otros mediante este campo, donde se dice que toda la información de todos los tiempos y de todos los seres está archivada.

Finalmente, todo –desde el hombre hasta la materia– puede ser rastreado hacia una colección de cargas eléctricas que están continuamente en contacto con este infinito mar de energía. Nuestros pensamientos (nuestra educación) interactúan con este campo y determina quiénes somos, en quiénes nos convertiremos y quiénes fuimos. Por ello es imprescindible revisar la positividad de nuestras creencias para no seguir creando la vida que nos daña (leer más en El Creador).

Nuestro futuro, nuestra perspectiva de vida está influenciada por el punto de vista que tenemos en este preciso momento (El Poder del Ahora. Eckhart Tolle. Gaia ed.).

¿Cómo comienza la vida? ¿Cómo funciona nuestra mente? ¿Por qué nos enfermamos? ¿Cómo se desarrolla una sola célula en un ser humano completo?

En cuatro días, Di Masi consigue convertir a cualquier persona en un excelente sanador vibracional.
Pinky, la Salamandra 
de Paul Pietsch.
El biólogo Paul Pietsch de la Universidad de Indiana en los Estados Unidos quería saber dónde se almacenaban las memorias en el cerebro. (Experimento de la salamandra de Paul Pietsch, búsqueda Google: University of Indiana Paul Pietsch salamander experiment & http://meta-wealth.com/principles/the-holographic-brain).

Pietsch hizo experimentos con salamandras. Primero les enseñó ciertos patrones específicos de conducta. Luego, para destruir su memoria, les sacó sus cerebros y los molió en una moledora de carne. Finalmente, introdujo los restos de los cerebros nuevamente a las cabezas de las salamandras.

¿El resultado? Después de un tiempo, las salamandras volvieron a demostrar el comportamiento que se les enseñó. Dicho de otro modo, sus cerebros fueron destrozados, pero su memoria permaneció. Pietsch concluyó que la memoria en las salamandras no era un fenómeno interno, pero que de algún modo está unida a algo –¿a un campo de energía?– fuera de las salamandras de donde «extraen» su memoria.

El neuroanatomista Harold Burr de la Universidad de Yale descubrió el campo de un modo diferente. En 1940 investigó campos de energía alrededor de organismos vivientes y descubrió que las salamandras jóvenes tienen un campo de luz alrededor de sí en la forma de una salamandra adulta. Este «diseño» ya está presente alrededor del huevo aún no fertilizado. Burr también vio campos de luz alrededor de las semillas de las plantas; éstas tenían la forma de plantas maduras.

Estos campos podían explicar el por qué al amputar una pata de la salamandra, su quijada o hasta las lentes de su ojo, vuelven a crecer o por qué los amputados puedan sufrir dolores reumáticos en una pierna inexistente.

Daniel Berasategi