Todo ser humano pierde la conciencia de sí mismo desde el momento en que se encarna. A partir de entonces comienza a recibir una cantidad de estímulos provenientes tanto del exterior como del interior de la madre embarazada lo cual hace que el bebé en gestación vaya identificándose con las sensaciones, emociones y pensamientos de la madre, haciéndoselos suyos y comenzando así a crear su personalidad en simbiosis con la madre.
Recuerdo aquí a uno de mis maestros, el Dr. Frederick Leboyer, investigador en la importancia del nacimiento en la conducta humana. Leboyer me afirmaba que toda embarazada que quisiera tener hijos en paz y sin violencia, debería concebir un hijo muy deseado junto con su pareja a través de una amorosa y libre sexualidad, y luego gestarlo en contacto con la Naturaleza, con una alimentación biológica, viviendo sin estrés e insistía mucho en que cantara.
El amor de este hombre impactó en mi vida. El hizo un seguimiento durante 15 años, o sea hasta la adolescencia de los niños nacidos sin violencia, y descubrió que no tenían miedo que eran tremendamente seguros de sí mismos y plenos de amor.
Pues bien, el Renacimiento subsana las memorias celulares de todos aquellos que no pudimos nacer según la propuesta del Dr. Leboyer. Y en realidad no nacimos de aquella manera porque nuestras almas no estaban listas para ello.
Tras haber estado 22 años trabajando en las salas de parto haber visto nacer a miles de niños y posteriormente haberme encontrado con Leonard Orr, creador del Rebirthing, hice mi primera formación con él y me convertí en Renacedora. Desde hace ya casi 25 años con una amplia experiencia de trabajo tanto a nivel individual como grupal, no tengo la menor duda de que nuestros nacimientos, todos, han sido perfectos para que aprendamos la lección de vida para la cual vinimos.
No creo en «lo bueno» y lo «malo», pienso que todo está bien en nuestro mundo. Tenemos la capacidad de vivir las experiencias como una víctima sufridora o como seres poderosos que aprenden a saber qué hacer con sus emociones, ligadas a pensamientos y a sensaciones físicas. Todo ello desde el origen de la vida.
Y eso es lo que hace el Renacimiento.
A través de una respiración circular y consciente se despiertan memorias causales de nuestra conducta, tanto pensamientos que en realidad son la verdadera causa, como sensaciones o emociones.
El alumno aprende a expandir libremente su respiración la cual está suprimida desde la primera respiración autónoma en el medio aéreo.
¿Suprimida por qué? Pues por toda la violencia que le acompañó: suspendido en el vacío, separado de la madre, pegado para respirar, anestesiado, fórceps, etc., sin dudar ni un minuto en que todo esto fue necesario para la entrada en la vida de ese ser. Mas ahora necesita saber de qué manera puede cambiar sus pensamientos hacia la vida, que en realidad están creando una dolorosa, o dura o difícil manera de vivirla envuelta en miedos y culpas.
Respirar es vivir y liberar nuestra respiración es vivir con calidad, con paz e inmenso amor y éxito; liberando, así mismo, el dolor que acompañan las memorias de separación de ti mismo.
El Renacimiento se realiza con un renacedor profesional durante 10 sesiones. Puede ser en un consultorio o también en un balneario dentro del agua, experiencia muy sanadora que se realiza en triadas (mama, papa y bebé) y va desde la preconcepcion hasta la vinculación en el medio aéreo.
Descubrir tus memorias y su influencia en tu conducta es el primer paso de conciencia, posteriormente el alumno aprende qué hacer con ellas. Los Renacedores no somos inductores a regresiones, aunque a veces éstas suceden.
Como renacedora, me sigo maravillando de como una persona se relaja para respirar y al cabo de unos minutos puedo leer a través de su respiración su manera de vivir. De la misma manera es precioso el ver como los clientes se van abriendo como una preciosa flor y a la vez que su respiración se expande lo hacen con su vida.
No sólo los impactos vividos durante la gestación tienen importancia, sino la forma de nacer tiene una gran influencia. Aquí encontramos a los deseados, no deseados, deseados o no por su sexualidad, nacidos con inducción, fórceps, cesárea, retenidos, podálica, anestesiados, prematuros, tardíos, etc., teniendo en cuenta que una misma persona puede tener varios de estos patrones y sobre todo que depende mucho de lo vivido en la primera infancia. No hay dos personas iguales.
A las mujeres embarazadas que estén pensando tener un parto consciente quiero decirles que para conseguirlo tienen que hacer este viaje interior para darles lo más auténtico de sí mismas a los bebés por venir.
Creo en el Renacimiento como medio para crear un mundo de paz, tanto por los seres que esperan nacer de padres realmente conscientes, como a través de los que nos permitimos una segunda oportunidad.
María Luisa Becerra
www.marialuisabecerra.com