Si las partículas elementales que constituyen la materia y también nuestro cuerpo se comportan como ondas por su naturaleza energética, podemos «interferir» en ellas administrando al cuerpo oscilaciones. Este es el fundamento de la medicina oscilatoria, medicina vibracional, bioenergética o Biorresonancia.
La Biorresonancia es una terapia estudiada desde los años 70 y basada en la biofísica y en la teoría cuántica (Max Planck), en concreto en el principio de la dualidad materia-energía. Si las partículas elementales que constituyen la materia y también nuestro cuerpo se comportan como ondas por su naturaleza energética, podemos «interferir» en ellas administrando al cuerpo oscilaciones. Este es el fundamento de la medicina oscilatoria, medicina vibracional, bioenergética o Biorresonancia. En Biorresonancia usamos pues ondas electromagnéticas para regular el organismo y mantenerlo en equilibrio.
Científicos como el Dr. alemán Fritz Popp (1975) o el australiano Ross Adey (1978) describen señales electromagnéticas como medio de comunicación dentro del organismo y de integración de células, órganos y sistemas de nuestro cuerpo de una forma rápida y eficiente. El primero, estudió el ADN como estructura que emite reguladores endógenos, señales de naturaleza electromagnética que instruyen las células del organismo como funcionar, comportándose como una antena emisora y receptora de señales necesarias para la vida. Adey determinó que las membranas celulares funcionaban también como un centro de comunicaciones dentro del cuerpo, oscilando o resonando con unas características mensurables de forma, frecuencia y amplitud típicas para la célula «la ventana de Adey». Dentro de estos criterios, las células regulan sus actividades y, envían y reciben información a su entorno. Pueden pues también ser estimuladas desde el exterior de forma positiva (como en la Biorresonancia) o negativa (como por ejemplo por ondas de telefonía móvil o radares o campos eléctricos o magnéticos del entorno ).
De concebir los acontecimientos de nuestro organismo como reacciones bioquímicas, realizadas por medio de neurotransmisores u hormonas por ejemplo, pasamos a una concepción biofísica de la integración del organismo: todos los mecanismos inherentes a la vida están regidos por ondas electromagnéticas. Asistimos pues, a un cambio de paradigma en la comprensión de los fenómenos que rigen nuestro cuerpo.
Facilitaron la comprensión de estos procesos los estudios del ingeniero e hidrólogo francés L.C. Vincent, creador de la Bioelectrónica y cofundador con el Dr. Morell, que veremos de nuevo más adelante, de la Sociedad Internacional de Bioelectrónica Vincent.
Vincent estudió el impacto de las propiedades fisicoquímicas del agua corporal y los líquidos biológicos en el mantenimiento de la salud. El agua es el principal intercomunicador celular, capaz de almacenar esta energía electromagnética, por la estructura bipolar de su molécula, y lo hará tanto mejor cuanto más libre esté de minerales y de sustancias nocivas en solución.
Contribuyeron enormemente también a la Biorresonancia los estudios de otros científicos como Pischinger, Voll, Schumacher y sobre todo Hans Brügemann. Este último acuña el término Biorresonancia, sienta sus principios y fue uno de sus principales promotores. La etimología del término también es muy aclaratoria: del latín «resonanare»: la prolongación del sonido o eco y «bios»: vida, el eco de la vida.
Los alemanes el Dr. Morell y su yerno el Ingeniero Erich Rache en 1977 crearon el sistema Mora para realizar terapias de Biorresonancia, basándose en conocimientos de la acupuntura china, la homeopatía y en especial la Electroacupuntura de Voll y en los criterios procedentes del principio de oscilación celular. En paralelo, el ingeniero alemán Paul Schmidt llevó a cabo desde 1976 investigaciones con un generador de frecuencias a las que expone el organismo, consiguiendo con las resonancias generadas extraordinarios resultados. Crea así el método de Biorresonancia según Paul Schmidt.
Principios
La terapia de Biorresonancia se basa en la evidencia científica que el cuerpo humano posee una capacidad propia de autocuración que debemos estimular para recuperar el estado de salud. Este es un principio clave compartido con la medicina biológica o natural por lo que la Biorresonancia se encuadra dentro de esta disciplina. Actuamos así estimulando la energía vital del organismo, conocida en todas las grandes civilizaciones desde la antigüedad (llamada Prana en la medicina India, Chi en China, Ki en Japón).
Por medio de ondas electromagnéticas de naturaleza similar a las fisiológicas se restablece esta capacidad autoreguladora del organismo. Por esta razón, esta terapia mantiene una conexión muy estrecha con los principios de otras terapias energéticas como la acupuntura o la homeopatía, en las que igualmente se confía en el flujo de energía propio del organismo para su curación.
Partimos igualmente del principio que en la enfermedad se da primero una alteración «energética» antes de la alteración funcional y la posterior alteración orgánica. Como trabajamos en el campo de la energía podemos diagnosticar una alteración antes de que aparezcan los síntomas funcionales u orgánicos: es decir el análisis por Biorresonancia puede usarse también como una muy eficaz técnica de prevención. La Biorresonancia no cura enfermedades, sino que potencia la capacidad de autocuración del paciente; como trabajamos a nivel energético es más correcto utilizar el término armonización al, potenciando esta autorregulación, actuar sobre la causa primaria de la enfermedad que es el desequilibrio energético.
En realidad la resonancia es un fenómeno que podemos explicar fácilmente mediante el ejemplo de la música, cuando hacemos sonar un diapasón (pequeña horquilla de dos puntas utilizada por los músicos para obtener, al golpearla, un sonido o tono fijo con el que se afinan los instrumentos). Al afinar un instrumento, la cuerda de la misma nota vibrará por resonancia con el diapasón. Transmisor y receptor vibran al unísono. Lo mismo sucede con otro diapasón idéntico colocado en la proximidad. Si los diapasones son distintos la vibración de uno no tendrá ningún efecto sobre otro: no se encuentran en resonancia. La medicina vibracional se basa específicamente en este principio. El Terapeuta utiliza frecuencias específicas para poner al paciente en sintonía con la salud, restituyendo al organismo las frecuencias concretas que se han visto mermadas o debilitadas en el proceso de enfermedad. La resonancia es común en patrones de energía emitidos por otros remedios vibracionales: Florales de Bach, elixires de gemas o gemoterapia, colorterapia, litoreapia o cristalterapia, etc.
La Biorresonancia centra su objetivo en la búsqueda de las causas que generan los síntomas de las enfermedades (y no sencillamente en la eliminación de éstos), realizando un test sistémico y un análisis causal completo de los orígenes de las enfermedades: los desequilibrios metabólicos, la disbiosis intestinal, la carencia de sustancias vitales (vitaminas, oligoelementos), las intolerancias alimentarias, la presencia de tóxicos, parásitos o patógenos, las alteraciones sistémicas, el impacto en el organismo de geopatías o contaminación electromagnética y un largo etc. Después armoniza las frecuencias del individuo que se encuentren alteradas activando las fuerzas de autorregulación del organismo. El enfoque es pues el del individuo en su globalidad y además el tratamiento es absolutamente individual, ya que el registro de las frecuencias alteradas de cada paciente es único.
Aplicaciones
El ámbito de aplicación de la Biorresonancia es muy amplio; de tipo médico y veterinario, de tipo psicológico o en estética y antienvejecimiento. Se benefician:
Alteraciones del estado de salud, enfermedades inmunológicas, alergias e intolerancias y en procesos inflamatorios relacionados con éstas (Crohn, sinusitis crónica), en casos de dolor e inflamación articular y en recuperación de lesiones deportivas o en la preparación para el esfuerzo previa a una competición, en procesos reumáticos, migrañas/cefaleas, etc.
Trastornos del estado general, cansancio o disminución de la capacidad de trabajo, estrés, trastornos del sueño, problemas de concentración o aprendizaje, tratamiento de tabaquismo o adicciones, debilidad inmunológica, etc.
Intoxicaciones, sobrecarga de toxinas medioambientales, trastornos por materiales odontológicos, efectos causados por uso inadecuado de medicamentos, efecto en el organismo de geopatías o campos electromagnéticos, etc.
En cuanto a su efectividad, hay una gran variación en cuando a los resultados, dependiendo del enfermo, de la enfermedad, del tiempo que hace que está instalada y de los daños físicos o orgánicos ya experimentados: ¡no olvidemos que como hemos visto la Biorresonancia trabaja a nivel energético! Por el contrario y por la misma razón, decir que sirve para todo es una falta de seriedad y de rigor científico. La Biorresonancia es todavía una técnica muy joven y se trabaja acumulando y analizando información estadística en colaboración con institutos científicos y universidades.
Los resultados han mostrado que algunas enfermedades consideradas «no curables», que no responden a ningún otro tratamiento por la medicina tradicional, han experimentado evoluciones muy favorables. En algunos casos los resultados se perciben de inmediato, como por ejemplo en el caso de dolores o en las inflamaciones agudas. La duración del tratamiento depende del paciente, edad, salud y capacidad de su sistema inmunológico, extensión, duración y tipo de patología. En el caso de dolencias agudas, de 3 a 4 sesiones de 1 hora suelen ser suficientes. En el caso de condiciones crónicas, de 7 a 10 sesiones de 1 hora o más.
Al transmitir al paciente sus frecuencias fisiológicas la Biorresonancia es 100% segura, sin efectos secundarios, contraindicaciones o sobredosis. Por eso, se puede usar también con total seguridad en niños. El paciente durante la sesión no siente nada, ya que está recibiendo ondas y frecuencias similares a las que manejan los órganos del cuerpo. La relajación y ganas de dormir son alguna de las pautas más frecuentes durante una sesión o un muy ligero cosquilleo y siempre según la sensibilidad de la persona.
La Biorresonancia es totalmente complementaria con la medicina tradicional. Es más, si el paciente combina su tratamiento alopático con esta técnica se contribuye a acelerar la mejoría física y psíquica y a atenuar los efectos adversos del primero. Para la harmonización por Biorresonancia no se necesitan ingerir medicamentos, aunque durante la aplicación de la terapia se puede por el mismo principio de ésta producir gránulos de homeopatía con la misma carga energética del tratamiento y así permitir al paciente prolongar la exposición al efecto de la terapia hasta la siguiente sesión. Algunos terapeutas, no obstante, suelen recomendar medicación homeopática o compuestos fitoterapéuticos como coadyuvantes del tratamiento por Biorresonancia. Tras un tratamiento se recomienda beber mucho agua, sobre todo de baja mineralización, y tomar una dieta rica en fibra facilitando en ambos casos la detoxificación.
Jorge Boente Represas
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