Conversar con nuestros hijos – Los mensajes que les transmitimos a nuestros hijos no los interpretan correctamente, como si habláramos en distintos idiomas.
El hermetismo adolescente
Los tiempos han cambiado, afortunadamente, antaño nos educaban bajo un régimen de autoridad que era incuestionable y los motivos reclamados ante nuestras preguntas eran: «Porqué yo lo digo».
Hoy en día, comprendemos que debemos dar a nuestros hijos las explicaciones que echamos en falta, pero los mensajes que les transmitimos no los interpretan correctamente, como si habláramos en distintos idiomas.
La mayoría de los adolescentes se enfrentan a una inmensa presión y los padres, en numerosas ocasiones, se sienten perdidos ante sus responsabilidades educativas y desbordados por la complejidad de las situaciones.
Cuando se da esa situación, surge una pregunta inquietante que se hacen muchos padres:
¿Qué es lo que hacemos mal?
Muchos padres se sienten fracasados al no lograr entablar un diálogo fluido con sus hijos y llegando a ese punto, si se pierde la comunicación, la educación se hace cuesta arriba.
Para evitarlo, hay que enmarcar unas normas o límites que deben ser razonables. Lo más oportuno es permitir que participe en ellas, así se implicará y se sentirá más obligado a cumplirlas. Por supuesto, hay que predicar con el ejemplo y ser siempre justos. Obviamente, estas normas serán menos restrictivas cuando el adolescente se haga más responsable.
La adolescencia es una etapa muy difícil, ya que son conscientes del cambio físico que están sufriendo y debemos, como padres, con mucha paciencia, mucho cariño y una buena comunicación, apoyar y contribuir a su desarrollo. Hay que entender que para ellos es una época de cambios, una época de inseguridad personal, una época de formación de principios, una época de búsqueda y autoafirmación. Nuestro gran reto es alentarlos.
Teniendo una comunicación diaria, podemos afrontar los posibles problemas más frecuentes que derivan de esta etapa adolescente: problemas de alimentación, problemas sexuales, problemas con el uso de alcohol y drogas, problemas escolares, de conducta o problemas emocionales.
La conversación y la escucha, son dos principios fundamentales para poder afrontar todos los cambios que suceden en el cuerpo de nuestros hijos. Para ello es preciso que se sientan escuchados y no criticados o avasallados.
¿Qué es una conversación? Re-aprendamos
Una conversación es el diálogo entre dos o más personas que intervienen alternativamente, en la cual cada uno tiene su turno para poder hablar. ¿Por qué algo tan sencillo lo hacemos tan difícil?
Comprendamos la estructura de una conversación
Apertura: Iniciamos la conversación con el deseo de entablar un diálogo. La palabra apertura es descubrir aquello que se haya cerrado. Además de los oídos, debemos tener la mente y el corazón abiertos, para escuchar y ser escuchados.
Cuerpo: Se intercambia la información. Tampoco debemos olvidar que nuestro lenguaje corporal que mostramos con nuestra postura, nuestra mirada, nuestras manos, también facilita información sobre nuestra actitud.
Cierre: Se concluye la conversación. Debemos procurar intercambiar sonrisas, abrazos o simplemente un gesto con las manos, pero siempre de manera positiva.
Ahora entenderemos mejor porqué la conversación es una herramienta de comunicación eficaz entre padres e hijos.
Con los hijos adolescentes se puede y se debe hablar, aunque suponga un gran esfuerzo. Simplemente, hay que superar las barreras propias de su edad.
Las primeras veces no podemos esperar que todo salga a la perfección como esperábamos. Pero con un hábito rutinario dará sus frutos, consiguiendo una escucha activa.
¿Cómo podemos re-aprender a conversar?
Descubre sus creencias e intereses y qué tipo de cosas les inquieta. Hay que animarles a preguntar, a contrastar decisiones, pero tambiéna ser oportuno en sus intervenciones. Para iniciar una conversación y un mayor acercamiento, comenzaremos bajo el lema del respeto hacia sus opiniones.
Lo fundamental es tener serenidad como adultos. Aunque escuchemos tonos elevados de voz, no nos debe afectar que nos dejen con la palabra en la boca. Por supuesto que debemos educar las formas, pero no lo conseguiremos si también las perdemos nosotros.
Hay que intentar razonar con el diálogo. No se trata de entablar una batalla en la que pierde el que menos se crece, sino razonar y hacer razonar. Dar razones de peso para que lleguen a entender lo que queremos transmitirles, es fundamental.
Debemos aprovecharla conversación paramotivar. No se debe dar los típicos sermones o riñas, sino buscar un equilibrio entre causa y efecto para evitar una segunda vez. Ej.: «Estoy seguro de que eres capaz de hacerlo mejor la próxima vez».
Hacerles preguntas abiertas y rehuir a someterlos a un interrogatorio policíaco para orientarlos a que aprendan y saquen provecho de sus errores. Para ello sustituiremos la pregunta ¿Por qué? por ¿Para qué?
Transmitirles optimismo. Quizás lo que menos necesiten es escuchar quejas continuas. Estamos viviendo una época en la que necesitan optimismo para afrontar su futuro.
Establecer tratos. Si deseamos que nos cuenten sus inquietudes, a cambio podemos darles nuestra experiencia de cuando fuimos adolescentes; el intercambio de sinceridad abrirá puertas a futuros diálogos.
Ayudarles a desbloquearse. Si en un momento determinado no pueden hablar sobre lo que sienten, si las circunstancias lo permiten, démosles un abrazo en señal de apoyo y dejemos la conversación para otromomento mejor.
Durante la conversación es muy importante no mentirles ni manipularles desde nuestro poder como adultos, ya que entrarían en un conflicto interno y posiblemente adopten nuestra postura. Aprenderían por imitación.
Lo principal es la finalidad de la conversación. Ayudarles a descubrir cómo son y cómo quieren ser. Que se abran emocionalmente, que se expresen con naturalidad y, sobre todo, que encuentren en nosotros «unos padres con los que se puede hablar». Y por supuesto, como hijos, deben aceptar y reconocer que todos los miembros de la familia podemos aportar algo en la convivencia. Deben defender sus derechos, sin reducir los de los demás para conseguir una convivencia apacible y tranquila.
Begoña Bueno Ibarrondo
Coach Transpersonal
http://begobuenoibarrondo.jimdo.com