La destrucción a gran escala de los bosques por la acción del hombre se denomina deforestación. La deforestación global se ha acelerado drásticamente en las últimas décadas y millones de hectáreas se degradan y destruyen anualmente.
Debemos aclarar que deforestación no es lo mismo que degradación forestal, esta última consiste en una reducción de la calidad del bosque mientras que la otra incide en su destrucción. Ambos procesos están vinculados y provocan diversos problemas. Por ejemplo; un terreno que esté cubierto en un 10 por ciento por las copas de los árboles; se considerará deforestado si el porcentaje de ese bosque cayera por debajo de ese 10 por ciento. Otros daños producidos son la erosión del suelo son: la desestabilización de las capas freáticas, el favorecimiento de inundaciones, aparición de sequías cada vez más largas, desaparición de biodiversidad, incremento del dióxido de carbono (CO2) en el aire debido a que los árboles vivos almacenan dicho compuesto químico en sus fibras, problemas sociales, etc.
La deforestación se produce por varias causas. Entre ellas pueden mencionarse las siguientes: el cambio del uso del agua para actividades ganaderas y agrícolas, los incendios y plagas forestales, la tala descontrolada de árboles. Esta última, la explotación forestal industrial con fines comerciales, representa con mucho el mayor peligro para los bosques. La explotación forestal industrial representa por sí sola la mayor amenaza para los bosques primarios que quedan en la tierra.
Para combatir la deforestación, desgranamos las siguientes medidas apuntando a los gobiernos de cada país. Que deben hacer partícipes a todas las partes interesadas integrando la conservación y el uso sostenible de sus recursos biológicos:
- Reforestación: gestión y el apoyo de políticas de reforestación de bosques que estén en mal estado o ya completamente destruidos.
- Políticas agrarias: políticas agrarias de ayudas económicas a los agricultores, dándoles nuevas opciones de asentamientos en tierras dedicadas a actividades agrícolas.
- Uso racional: preservar las especies más valiosas dejando que el bosque se regenere por sus propios medios.
- Establecer restricciones: reduciéndola a áreas específicas y a través de operaciones certificadas, de acuerdo con estrictos criterios sociales y ecológicos.
Como conclusión final, podríamos destacar que existen muchos más incentivos económicos para la deforestación de los bosques que para el respeto hacia ellos.