El contexto biológico humano está regido por sus propias pautas. Cada función tiene su diseño estructural, su aplicación y su tiempo.
Las palabras son las piezas fundamentales del sono ritmo del lenguaje humano
Los biorritmos están descritos como ciclos periódicos y recurrentes de fenómenos fisiológicos. Inciden en el buen rendimiento en los tres aspectos más básicos del ser humano: físico, emocional e intelectual. Están organizados en el cuerpo como reguladores que debemos escuchar, para estar en equilibrio.
Bio ritmo / sono ritmo
La cadencia natural del lenguaje también posee esta organización en biorritmos, aunque su acepción más exacta sería la de “sono ritmo”. La diferencia está en que, si bien los biorritmos ya están “instalados” previamente en el cuerpo humano, en lo que respecta a la vibración sonora dentro de este sono ritmo, podemos decir que “se activa” con plena autonomía y capacidad creciente, según el ser humano lo pone en marcha, lo cultiva y lo desarrolla hacia niveles mas elevados de lo que llamaríamos la “super comunicación”. Todo esto a través de la voz.
La unidad de frecuencia en los sono ritmos del lenguaje, dependen del circuito de comunicación escogido (conversación, oratoria, presentación profesional, ámbito terapéutico, cultural, etcétera).
La combinación incesante de las palabras que generan la expresión de nuestras ideas, forma conglomerados sónicos, aglutina partículas o segmentos de sonido para sostener la idea a transmitir, como “meta significado”, más allá de las frases yuxtapuestas. Lo denomino “arcos de tiempo”.
Si las palabras se alejan del sono ritmo adecuado, el arco de tiempo de la transmisión pierde su elasticidad de construcción y se desconecta del mensaje. Se produce una “acumulación de términos que dejan de tener sentido interno.”
Se puede percibir como una acumulación de datos, vueltas sobre el mismo concepto o degenerar en una especia de ruido altisonante del que destacamos algunas palabras, pero deshilachadas de una expresividad coherente. El sono ritmo del lenguaje se articula desde la plena comprensión y la flexibilidad dinámica del ser humano, para encauzar el uso correcto que le corresponde al circuito de comunicación.
Nuestro contexto comunicativo
El contexto comunicativo ha bajado de nivel, la calidad de nuestras manifestaciones se puede comparar a lo que denominamos “fast food”, adoleciendo de la misma falta de calidad, nutrientes y eficacia saludable para el ser humano.
Estamos “desnutridos vibracionalmente”, como si estuviéramos consumiendo cáscaras vacías que, además, el organismo no puede digerir.
Una de las propiedades de este circuito comunicativo es el alcance a otras personas y al contexto que se construye cuando es grupo. Se genera una nueva formulación de cómo vibra la energía, a través del sonido. La imagen cercana que podemos aproximar para esta idea, es la de las corrientes submarinas como reflejo de las corrientes marinas. La expresión externa de la comunicación a través de la palabra, debe mantener ese flujo continuo con la corriente energética de significación. Y es ahí donde las palabras son piezas fundamentales para ensamblar los dos aspectos dentro del sono ritmo del lenguaje.
La voz está viva en el proceso de comunicación. Y podemos subrayar también cómo las personas que escuchan reciben la información y las vibraciones sonoras, en directo. Todo ello “se imanta” de un organismo a otro, de un instrumento musical vivo a otro, entrando en resonancia, integrando cada uno todo el caudal energético, en ambos al mismo tiempo. Este fenómeno es similar al que conocemos con el ajuste de los relojes que acaban por encontrar un movimiento común en su tic-tac. Pero en este caso, nos hallamos ante un hecho menos mecánico (los relojes) sino más vibracional (a través de las palabras), ya que ambas partes de la comunicación está compuesta por seres vivos.
En este sentido, las ondas cerebrales juegan un papel muy importante en este fenómeno de sincronicidad comunicativa. Cada parte del cerebro, cada hemisferio está especializado y “capta” ciertos elementos o “ingredientes” que van a ser insertados en el flujo comunicativo de la expresión oral. En los dos aspectos: la emisión y la escucha. En ambos casos es aconsejable que sea de una forma consciente. La escucha hace de “compuerta” para permitir el paso de la energía ondulante, la información y el núcleo vibracional que se quiere transmitir.
Si la palabra no está viva, la sonoridad va a la deriva vibracional, se aparta de su proceso de elaboración para transmitir, previsto como gran distintivo de la humanidad
Reconectando… recomunicando
Nuestra expresividad oral, nuestra comunicación en el lenguaje nos presenta este fenómeno vibracional de los sono ritmos a través de la voz, sostenido por todas las estructuras y funciones del organismo humano.
En este sentido, podemos considerar al cuerpo como instrumento musical, si comprendemos la multi función que nos ofrece: por una parte, sostiene la viabilidad de la vida más física, como organismo biológico, y por otra, ensambla la capacidad comunicativa a través del engranaje –¡tan delicado!– que constituye todo lo que interviene para la emisión vocal y la comunicación a través del lenguaje.
Las secuencias organizadas en la expresión a través de la voz, necesitan recuperar su propio bio ritmo, que he denominado sono ritmo para subrayar la textura no material (orgánica) en contraposición con el tejido ondular (vibracional) que presenta la acción del sonido vocal.
No equipar a la comunicación vocal de todos los aspectos involucrados y hacerlos fluir en su sono ritmo, dinámico, cambiante, creativo, no lleva a la “des-comunicación” que estamos viviendo. (Es la sobre exposición a palabras o frases, en paralelo a lo que sucede con los impactos continuados de imágenes).
Por eso, rescatar la palabra, recuperar las verdaderas propiedades de los conceptos expresados en palabras y recuperar esos “tempos” de ensamblaje, es fundamental en el momento presente. Y ponerlo en voz, en voz viva.
La resonancia de las palabras expresadas en voz alta, son un gran aliciente para iniciar este proceso de recuperación y rescate de la palabra. Es un ejercicio de flexibilidad articular, de musculatura y de movimiento vibracional de las ondas sonoras de la voz. Si lo ponemos en marcha, el cauce de las palabras necesitará, por su puesto, su calificativo (adjetivos) , su acción (verbos) y su contexto (descripción, circunstancias, estilo, etc.).
Encontremos este impulso nuevo: el entrenamiento nos proporcionará la vuelta a la capacidad de discriminar y escoger nuestras verdaderas palabras, llenarlas del contenido significativo real que tienen para nosotros, como fórmula especial personalizada, y ampliará el espectro vibracional propio, (completo: cuerpo, energía y conciencia), al integrar de nuevo ¡por fin! lo que suena en la palabra, su verdadero concepto y emoción primordial. Así volverá a ofrecer el verdadero mensaje que queremos transmitir.
El sono ritmo natural del lenguaje así recuperado, aportará consistencia y exclusividad personal a la manifestación de nosotros mismos. Será una comunicación de calidad, contando con energías bien entrelazadas, ya de “alta gama” y en su cadencia rítmica, expresividad.
Sólo en el dinamismo de una gran autenticidad y belleza individual, cada sono ritmo conseguirá vincularse al ser esencial que se expresa en la voz y en la palabra. Será la propia conciencia la que deslice perfectamente su contenido a través de un nuevo nivel de expresión vocal y de lenguaje bien ensamblado.
Si estos tiempos del siglo XXI están descritos como una “época vibracional”, tenemos una gran oportunidad para rescatar la palabra y su función expresiva y vinculante, para contribuir, con plena sabiduría, a lo que llamamos “elevar la vibración de la Humanidad”.
la comunicación es, en su naturaleza, un acto sincrónico de la conciencia
La expresividad vocal fue creada para dotar a cada ser humano de la capacidad creativa a través del sonido. La elevación de su resonancia permite comunicar desde la esencia personal hacia vibraciones más sutiles. Así, la comunicación es, en su naturaleza, un acto sincrónico de la conciencia.
Macarena Miletich
Autora del libro:
The Living Voice La Voz Viviente