Medicina natural y Genómica
La vida de un organismo se mantiene en el tiempo y se puede perpetuar a través de sucesivas generaciones, gracias a los siguientes factores y condicionamientos:
- La estructura genética del individuo, su funcionamiento y cumplimiento de sus fines. Sin estructura genética y sin la transmisión hereditaria del ADN la vida se perdería y acabaría en el caos o la entropía.
- La adaptación al medio ambiente y el mantenimiento en todo momento de la homeostasis o equilibrio interno.
- La capacidad reproductiva que asegura la perpetuación de la especie. Hay muchos mecanismos de reproducción en la naturaleza; cada uno de ellos tiene sus ventajas e inconvenientes, pero prevalecen sólo los que consiguen sus objetivos.
- Capacidad de nutrirse y aprovisionarse de los alimentos que se hallan disponibles en el entorno.
- Capacidad de cuidarse y de ejercer los mecanismos de autoprotección y defensa propia.
- Disponer de un espacio libre para moverse y para cubrir las necesidades vitales básicas, y realizar las actividades de supervivencia que sean necesarias.
De la ayuda que presta la conciencia, el poder cognitivo, la memoria, los reflejos condicionados, la persistencia del subconsciente y el instinto de conservación de la existencia en la especie humana.
En este último caso, por ser mucho más complejo, habría que guiarse por la pirámide de las necesidades vitales, elaborada por el psicólogo humanista estadounidense Abraham Maslow y que hace una referencia detallada a las necesidades de los seres humanos, que contempla desde las necesidades más apremiantes e instintivas como el comer, beber, respirar, evacuar las sustancias residuales, dormir, protegerse del frío, del calor, etc., pasando por las necesidades sociales y familiares como la ayuda mutua, amar y ser amado, el sentido de la comunidad, el sentido de pertenencia, de asociacionismo… y terminando en las necesidades culturales, estéticas y espirituales.
Todo lo que se ha referido depende directa o indirectamente de los genes, como unidades básicas que son, de la transmisión de los caracteres hereditarios.
Los genes son los factores hereditarios elementales que rigen la vida humana. Hasta tal punto es así, que todo está escrito en los genes.
Pero los genes son como las personas, unos son buenos, generosos y otros son malos, dominadores o egoístas.
Aunque algunos genetistas opinan que esto no es absolutamente cierto pues, depende de las interacciones que mantengan los genes unos con otros, y con el medio ambiente, y de los cambios que experimenten los mismos, el que beneficien o perjudiquen la integridad biológica y la salud.
En este sentido, en los últimos estudios realizados sobre el poder de los genes se ha evidenciado que los genes pueden ser modulados, modificados, silenciados por la acción del medio ambiente y por las influencias poderosas que provienen de los recursos preventivos y terapéuticos naturales como son las radiaciones solares, frío, calor, nutrición específica, ejercicio físico, sueño, poder mental positivo, etc.
El genetista James Watson, premio Nobel de medicina, y primer director del programa americano sobre el estudio del genoma declaró: «Nuestro destino está en los genes». Pero otros genetistas más evolucionistas añaden, que más bien depende del uso que hagamos de ellos.
Este último argumento es de sumo interés para entender el alcance, la práctica y fines de la medicina natural en su relación con la genómica.
En resumidas cuentas, se está hablando incluso de «una plasticidad del genoma», como le ocurre al cerebro humano, lo que se opone al determinismo genético, que ha imperado en la genética clásica.
Algunas enfermedades hereditarias son congénitas y se gestan, por tanto, antes de nacer el individuo como el síndrome de Down (mongolismo), algunas cataratas congénitas, ciertas malformaciones cardíacas, etc.
Sería poco práctico e interminable reseñar aquí un listado de las enfermedades humanas que tienen un componente u origen genético.
Algunas de estas enfermedades que se manifiestan en alguna etapa media o tardía de la vida como la diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial esencial, ciertos tipos de obesidad, varicosis, etc., tienen también un componente genético. En estos últimos casos, existen múltiples genes implicados. Por ello se dice que son enfermedades poligénicas o multifactoriales.
Muchas enfermedades crónicas y degenerativas, –que son conocidas como enfermedades de la civilización– son poligénicas. Y muchos autores opinan, sobre todo los que tienen una visión naturista, que se deben básicamente a la opulencia, al consumismo exagerado o a una transgresión repetida y persistente en el cumplimiento correcto de las normas de salud.
Pero hay que tener mucho cuidado con atribuir todos los males humanos a los genes, como si fueran dictadores o tiranos sin remedio.
De ahí ha surgido una disciplina denominada epigenética que nos dice, que la acción o tendencia favorable de los genes depende de una interacción o combinación entre ellos, de la influencia de un estilo de vida saludable, del entorno favorable y de un psiquismo positivo y protector.
¿Y qué poder tiene la medicina natural sobre sobre la acción negativa o perjudicial de los ciertos genes?
La influencia de la medicina natural sobre la expresión genética no ha sido estudiada aún con precisión científica, pues el seguimiento de un estilo de vida saludable, de acuerdo con las leyes naturales, psíquicas y morales por las que se rige la vida humana, es muy difícil seguir por la mayoría de los seres humanos y, en los que las han seguido no se han realizado estudios genéticos de largo alcance.
Además, estos estudios requerirían un tiempo muy largo de observación, por lo que en muchos casos, resultarían sumamente costosos o inviables.
Pero para llegar a alguna comprensión plausible, habría que considerar como punto de partida, la situación del hombre primitivo.
El hombre primitivo era un ser biológicamente capaz de desempeñar todas las funciones y cometidos necesarios en la lucha por su supervivencia como comer, dormir, reproducirse, vigilar, defenderse, proteger a las crías, etc., so pena de perecer, por la acción de los enemigos implacables que le acechaban continuamente a su alrededor.
La medicina darwinista o evolutiva, indica que las muchas dificultades y contrariedades que tenía que superar el hombre primitivo, les obligaba a perfeccionar aún más esas facultades naturales para sobrevivir o adquirir nuevas herramientas y recursos para conservar la vida y la capacidad reproductiva.
Y todo parece estar escrito y registrado en los planes genéticos de la Naturaleza y de la supervivencia de las especies más aptas o capaces, según Darwin.
La medicina natural debidamente desarrollada, no ha hecho otra cosa que respetar hasta donde ha podido, estos mecanismos ancestrales de superviencia, y sobre todo, ayudar al poder curativo propio de la naturaleza y al mantenimiento de la homeostasis o equilibrio interno.
En este aspecto, parece que se establecen ciertas coincidencias entre los puntos de vista de la medicina natural con la teoría de la evolución de Charles Darwin, y más aún con el neodarwinismo.
Tanto es así, que la propia medicina escolástica, respeta la presencia y significación de algunos síntomas en la evolución de algunas enfermedades como son la tos productiva, los vómitos, la diarrea liberadora de toxinas y microbios, la fiebre, el dolor, etc., porque son mecanismos avisadores, explicativos, adaptativos y activadores de la curación.
La medicina natural para prevenir o curar las enfermedades recurre sobre todo, a medios y recursos naturales como son, entre otros: los alimentos, el agua, el aire, el sol, el fango, la relajación, el sueño, la actividad física, el poder psíquico, las plantas medicinales, etc.
Eso fue básicamente lo que utilizaron los terapeutas empíricos del pasado como el Abate Sebastián Kneipp, Louis kuhne, Arnold Rikli, Adolf Just, Vinzenz Priessnitz, entre otros.
Muchos de estos maestros naturistas fueron ellos mismos, enfermos incurables y tras su curación, se volvieron fervientes apóstoles de la salud y se hicieron entusiastas propagadores de la vida sana y de medicina natural.
Hay que reconocer que la medicina natural, desde ese entonces, aunque se ha ido confirmado científicamente, se ha contaminado también, de muchas cosas artificiales y de un cierto mercantilismo.
Ya aquellos terapeutas incidían con sus métodos, sin saberlo, sobre la expresión genética de sus enfermos, y propiciaban la curación de una manera radical y definitiva.
Pero la medicina natural ha ido evolucionando con el paso del tiempo; integrando en su sistema preventivo-curativo nuevas disciplinas y enfoques como la psicología humanista, la suplementación nutricional individualizada, la medicina celular, la medicina ortomolecular, y no digamos las distintas ramas de las técnicas psicocorporales.
Hoy en día se dice que la medicina natural científica (medicina integrativa) está pasando por el filtro de la medicina basada en la evidencia.
Por eso, se está tendiendo cada vez más a la medicina integrativa (medicina holística), que tiene mucho más alcance preventivo- curativo que la medicina escolástica, y por supuesto, también, una mayor influencia sobre los factores hereditarios o genes específicos, en el sentido de dominar los genes rebeldes o resistentes, activar los buenos y neutralizar o silenciar los malos, y todo ello, por una vía natural (eugenesia sana).
Así, pues, la medicina del futuro estará mucho más centrada en la salud que en la enfermedad y será mucho más personalizada (individualizada), gracias a los conocimientos genéticos.
Estos avances conducirán a que se utilice cada vez más la medicina predictiva (genómica), a fin de determinar –lo antes posible– con test genéticos, biomarcadores, indicadores de enfermedades, etc., la vulnerabilidad de las personas, sus puntos débiles y sus predisposiciones a enfermar.
Con el conocimiento de antemano en las personas de su predisposición a enfermar o a padecer una enfermedad degenerativa concreta, o un envejecimiento prematuro, se podrá trazar un plan de vida armónico y saludable, que prevenga dichas enfermedades, y asegure un envejecimiento saludable y de calidad.
En dicho plan ha de contemplarse también, la aplicación de otros recursos sanitarios escolásticos si fueran necesarios.
En el ámbito concreto de la genómica se intentará suprimir los genes malos con procedimientos limpios y precisos o mediante técnicas de reparación de los genes implicados en las enfermedades crónicas y degenerativas como el Alzheimer, Parkinson, etc., que son las más temibles, y las que padecen los seres humanos sobre todo, en la última etapa del ciclo vital.
El genoma es la escritura, es el lenguaje que gobierna y mantiene la vida.
Pero según dicen algunos genetistas, no es una escritura permanente, fija, sino que va cambiando con el paso del tiempo, a través de la influencia de un estilo de vida saludable persistente, y de otros factores medioambientales favorables ya mencionados.
La medicina natural científica, con un enfoque integrativo bien aplicado, puede conseguir los siguientes efectos relacionados con la acción de los genes:
Mejorar la constitución orgánica.
Disminuir el riesgo genético de la aparición o manifestaciones agudas o crónicas de ciertas enfermedades de origen genético a lo largo de la vida de las personas.
Mejorar la acción de los genes que favorecen una capacidad cognitiva favorable y otras funciones orgánicas importantes.
Retrasar, frenar y en ocasiones revertir, el envejecimiento prematuro, que es un envejecimiento patológico muy frecuente o común en la sociedad actual. Dicho envejecimiento prematuro es un síndrome supeditado a la acción de múltiples genes involucrados.
Transmitir una herencia genética más favorable a los descendientes.
El cumplimiento pleno y de por vida, de los principios de la medicina natural integrativa consigue en los seres humanos un envejecimiento saludable, activo, prolongado y de alta calidad.
Dr. Víctor López García
Médico gerontólogo DAO