Lo que pensamos ¿es la realidad?

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Lo que pensamos ¿es la realidad? – A veces nos sentimos lejos de lo que conocimos, ello nos produce recuerdos e incluso nostalgia y esos pensamientos nos provocan deseos de volver a ellos. Vemos como cae esa gran pirámide de naipes que tenía su forma sólida sobre el mundo en el que cómodamente vivíamos, produciendo un impacto tal, que muchos de nosotros nos encontramos en suspensión buscando algo a lo que nos podamos aferrar. ¿Dónde quedó lo que construimos en nuestro pasado? Hasta ayer vivíamos en un mundo que de sobra conocíamos, parecía inalterable, disponíamos claramente de posibilidad y seguridad en el empleo, bienestar en nuestro entorno, alcanzábamos a pagar, a veces con mucho esfuerzo, todo cuanto nos proponíamos a tener como posesión, la vida carecía de grandes alteraciones, contábamos con un estatus acomodado, estábamos satisfechos aunque pare ello hubiéramos de prescindir de algunos valores importantes como el amor, la libertad, la paciencia, el diálogo e incluso la comprensión y la identidad, debido a que las prioridades eran precisamente mantener todo cuanto habíamos conseguido.

Y de repente se produce una transformación. ¿Qué hacer ahora en este presente que nos resulta desconocido? Es normal esta preocupación, sobre todo cuando observamos, algunos de nosotros, que hemos perdido o disminuido todas las pertenencias que nos llevo durante tanto tiempo y esfuerzo conseguir: nuestras viviendas, los empleos, las empresas, en ocasiones hasta las relaciones de pareja y familiares que se han visto afectados por este tren de cambios, que sin darnos cuenta, ha arrollado todo cuanto a su paso existía.

Si bien es cierto que es difícil aceptar, estos cambios sirven para entender que todo es mutable y está en constante transformación.

Y como consecuencia, comienza entonces la verdadera evolución del ser humano, que debemos aprender a procesar, pues nuestro primer desafío es «la aceptación» de los hechos. En ella decidimos si nos vamos a quedar en un mundo inexistente debido a que forma parte del pasado y es lo único que conocemos; o por el contrario, podemos decidir que aceptamos que éste es el presente que debemos aprender a manejar, y que es nuevo.

¿Cómo haré para subir a este nuevo tren llamado presente? Cuando comienza este proceso puede ocurrir que encontremos una gran resistencia, ya que estamos tan habituados y arraigados a vivir como aprendimos, que la sola idea de saltar a un mundo desconocido por nosotros, nos puede producir un estado vertiginoso y de inseguridad, hasta llegar, a veces, al pánico; y nuestra reacción puede ser un bloqueo hacia cualquier forma de solución a todo cuanto nos sucede que nuestra mente consciente deje de controlar. En ese punto nos encontramos recordando una y otra vez ¿Cómo me pudo pasar esto a mí? o, si resisto puede que las cosas vuelvan a ser como eran; manteniendo un constante sufrimiento por pensar cómo deberían de ser las cosas según nuestras creencias, al tiempo que nos damos cuenta, que necesitamos salir de esa angustia permanente. Y de repente, se nos abre una puerta en nuestro interior que nos dice: necesito mejorar este estado que me está limitando a avanzar, y voy a intentar que mi vida sea más liviana y feliz.

¿Por qué creo que un cambio en mí es lo que necesito para conseguir mejorar en todos los aspectos de la vida? Cuando logramos vencer la primera resistencia, nos llega una segunda ¿Depende de mi hacer el cambio en mi forma de pensar, o corresponde esa renovación a las circunstancias con las que convivo a diario? Pocas veces logramos observar, que nuestros estados emocionales se repiten una y otra vez ante los impactos que recibimos. Desde nuestro nacimiento nos desarrollamos en distintos entornos, padres, hermanos, profesores, amigos, trabajo, etc. Esos entornos nos enseñan como hemos de comportarnos ante los hechos que acontecen en la vida como forma de aprendizaje, nos aleccionan sobre lo correcto o incorrecto, incluso sobre lo que está bien o mal en como ha de ser la forma de vivir. Copiamos e insertamos en nuestro subconsciente todo cuanto aprendemos del sistema educacional, si bien es cierto que hasta el alumbramiento nuestro desarrollo fue de forma natural y libre de pensamientos, pronto olvidamos nuestra propia identidad.

Pensamos lo que pensamos por como somos, la proyección que trasmitimos al exterior es lo que hemos creado en nuestro interior, y todo cuanto recibimos de fuera es un espejo de cómo nos sentimos, dependiendo de cual sea nuestra actitud. Cuando pensamos lo hacemos desde las creencias contractuales y eso nos limita a comprender y aceptar que todos los pensamientos que se generan en cada uno de nosotros también son educacionales e igual de válidos, aunque diferentes. Por tanto, ¿quién llevaría razón en un conflicto o en los modos de hacer? Pretender implantar una idea en los demás es poco mas que querer validar nuestra razón, y la intención es divergente de la realidad.

¿Para qué un cambio en nosotros? Ahora sabemos que somos lo que hemos aprendido a ser y si nos proponemos cambiar para encontrar nuestro propio ser, todo aquello que nos resulta inconveniente en nuestra forma de vivir, hemos de vaciarlo en nuestro subconsciente ya que todos aquellos traumas o impactos que nos han producido emociones negativas siguen alojados y acumulados allí, de tal forma que se mantiene un estado de confusión debido a una saturación de pensamientos negativos. Si alguna vez creí que me abandonaron, sufrí algún tipo de violación o malos tratos, mis progenitores tuvieron dificultades económicas, carecí de afecto, etc., es muy probable que se restauren dichas emociones por causas similares a como las viví, produciendo en mí un bloqueo permanente, con miedo, inseguridad, desconfianza, pérdida de autoestima, incluso el ego se reforzará como defensa, hasta retroceder a un pasado inexistente.

realidad2Toda esa carga emocional o mochila en la espalda, como la queramos llamar, es la que debemos descargar y cerrar, pertenece al pasado y así lo vivimos aunque poco tenga que ver con la realidad de los hechos. Es costoso, pues requiere un gran esfuerzo y voluntad y una lucha continua para no volver atrás debido a que es toda una vida de costumbres y hábitos arraigados en nosotros como una segunda piel. Pero si decidimos cambiar logramos ser conscientes, y esa consciencia nos permite ver la luz, vivir en el presente que es lo único real en la actualidad. Cuanto más descarga mental, más claridad, por eso es tan importante cambiar, para que podamos avanzar y evolucionar hacia una vida mejor mayor de bienestar, encontrando el equilibrio en nuestro interior. Si cambiamos, el mundo que nos rodea cambia también.

¿Quién soy yo y qué puedo hacer por mí? Para poder contestar tienes que haber comenzado a desaprender lo aprendido, y ser consciente que no formaba parte de tu creación. Adentrarte en la estructura profunda o interior, descubrir sensorialmente que has visto, que has oído y que has sentido ante hechos acontecidos y cuál fué tu comportamiento, y cómo esa idea puede cambiar, todo ello ayudará a modificar las formas de pensamiento, siendo como objetivo alcanzar una actitud positiva. Creer que como contemplamos el mundo es la forma correcta o idónea, forma parte de una experiencia vivida dentro de nuestro propio mapa o pensamiento individual: «como pienso yo, solo pienso yo».

Somos aprendices de la vida, tenemos a nuestra disposición herramientas y recursos suficientes para crear el futuro que queramos construir con la aceptación y comprensión de que vivimos en el presente y siempre se crea desde aquí, pues lo único tangible. Poseemos la capacidad de amar y compartir con el mundo exterior, recibiendo lo idéntico, de encontrar la paz, el bienestar y felicidad dentro de nosotros mismos y transmitirlo como conductos que somos y así prestar ayuda a quienes piden sentirse así; de tener paciencia y dejar que suceda lo que tenga que suceder sin interferir en ese proceso, y así recibir todo cuanto necesitamos. Porque todos queremos las mismas cosas, todos somos «uno» y el propósito es vivir en un mundo mejor, sin olvidar que somos los responsables de nuestros actos.

Y en ese intento que dará paso a nuestro camino por andar, podremos lograr nuestros sueños de una manera eficiente, con seguridad; ecológica y útil para nosotros y el entorno en el que habitamos, aprovechando las experiencias como aprendizaje.

Creo firmemente que nada es casual. El hecho de que estemos aquí, que hayamos logrado nacer, permitirnos contemplar el universo y a la madre tierra con sus inmensos mares azules, sus altas montañas encumbradas por las nieves perpetuas, frondosos bosques, verdes valles, devastadores huracanes, grandes o pequeñas poblaciones en las que convivimos con otros seres, la hambruna en algunas partes del mundo, la riqueza de algunos pocos o las crisis hasta en nuestra propia identidad, escuchar las olas del mar, oír los cantos de las aves, o a mi hijo diciendo mamá, sentir que la vida fluye a mi alrededor haciéndome partícipe de este acontecimiento. Por tanto, todo ello me sugiere creer que tenemos una misión que cumplir aquí, y que además, hay algo más allá que hizo posible el milagro de nuestra existencia.

Emilia G. Rivera
Master en PNL. Trainer’s. Coach. Terapeuta personal
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