Ajimsa, la no violencia

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Ajimsa – A lo largo de la historia, grandes personalidades, como Mahatma Gandhi o Martin Luter King, han invocado este principio de «No Violencia», incluido dentro del Asthanga Yoga.

Asthanga significa «ocho brazos», que forman los principios a través de los cuales se alcanza el estado de Yoga, es decir, la restauración del estado originario de Consciencia de la Jiva (Alma) respecto de la Suprema Personalidad de Dios. Este estado originario de consciencia es nitya siddhi, es decir, eternamente liberada, o dicho de otra forma, no condicionada.

El estado condicionado del alma significa necesariamente que tiene que aceptar un nuevo cuerpo con cada nacimiento. Y que en cada existencia está condenada a pasar por las tres clases de penurias, es decir, vejez, enfermedad y muerte. Esto es debido a karma, esta palabra sánscrita significa acción. Es por ello que la acción, y aún la inacción, como Krishna le informa a Arjuna en el Bhagavad Gita, es causa de nacimiento, vejez, enfermedad y muerte. Bhagavad Gita 3.4: «Uno no puede liberarse de la reacción por el simple hecho de abstenerse de trabajar, ni puede uno lograr la perfección únicamente por medio de la renuncia».

Para entender la violencia, hemos de comprender la acción. Acción implica trabajo en la búsqueda del fruto (acción fruitiva), y para ello se emplea violencia. El concepto de Ajimsa va más allá de la concepción de violencia que nosotros manejamos. Por violencia entendemos la agresión física, verbal o psíquica, pero violencia es también la contribución consciente o inconsciente con la violencia que otros ejercen. Hay violencia en la mente, cuando esta no se dirige inteligentemente al objeto de su existencia, como hay violencia en la pasividad en la defensa de lo justo. Cuando caminamos o simplemente respiramos, nos sentamos o nos tumbamos, ejercemos violencia, pues sin saberlo pisamos hormigas o matamos bacterias. Qué decir de la violencia en el consumo de carne, donde, no sólo somos nosotros responsables del consumo y de la crianza para su consumo, sino que asumimos parte de la responsabilidad del matarife y de toda la cadena comercial que gira en su entorno. Junto con la carne comemos nuestro pecado y el de otros, karma, nuestra acción junto con su acción.

Así, ¿quién puede llegar al octavo paso o brazo, samadhi (plena absorción)? La respuesta es sencilla, nadie o muy pocos.

Dentro del conglomerado de corrientes espirituales, y más concretamente dentro el mundo del Yoga, existe una fascinación por alcanzar la asana perfecta (tercer brazo del Asthanga), controlar de manera perfecta la respiración (pranayama – cuarto brazo del Asthanga) o meditar (diana – séptimo brazo del Asthanga). Pero si reflexionamos un poco, vemos que la actitud es la de conseguir, es decir, karma, acción con expectativa, acción fruitiva. Se habla de conectarse con el Todo, de unirse cósmicamente, de buscar el maestro interior o el exterior, etc. Pero en todo ese proceso nos olvidamos de lo esencial, de Dios. De llamar a Dios por su nombre. Llegar a Dios no requiere de malabares circenses, ojos en blanco y buen rollo cósmico. La palabra Yoga significa unión, y también yugo, aquello que nos une al Objeto, a la Causa sin causa, a Dios. La unión es la restauración en el alma, dentro de su existencia condicionada, de la consciencia de Dios. Eso no lo podemos alcanzar nosotros por nosotros mismos, y menos en esa carrera de egos por ver quién adquiere capacidades yógicas, experiencia extrasensoriales o místicas. Todo eso es violencia, lo contrario de Ajimsa.

Uno vive en Ajimsa cuando es consciente de Dios, porque los efectos de las acciones son asumidas por Él. Y para uno ser consciente de Él, tan sólo tiene que entregarse a Él, ofrecerse sinceramente a Él, sin reparos. Krishna le dice a Arjuna en el Bhagavad Gita 2.47: «Tú tienes derecho a desempeñar tu deber prescrito, mas no a los frutos de la acción. Nunca consideres que eres la causa de los resultados de tus actividades…».

Y en el Bhagavad Gita 3.19-21 le dice: «Se entiende que alguien tiene pleno conocimiento, cuando cada uno de sus esfuerzos está desprovisto del deseo de complacer los sentidos. Los sabios dicen que él es un trabajador cuyas reacciones del trabajo han sido quemadas por el fuego del conocimiento perfecto.

Abandonando todo apego a los resultados de sus actividades, siempre satisfecho e independiente, él no ejecuta ninguna acción fruitiva, aunque está dedicado a toda clase de actividades.

El hombre que posee una comprensión tal, actúa con la mente y la inteligencia perfectamente controladas, abandona todo sentido de propiedad de sus posesiones y actúa únicamente para satisfacer las necesidades básicas de la vida. Obrando así, no es afectado por reacciones «pecaminosas».

El Estado de Prema Bhakti (Amor Puro por Dios), el cuarto estado, aquel que supera incluso al estado de bondad (sattva), es alcanzado por la misericordia del Supremo cuando uno se constituye en su siervo más dispuesto. Es entonces cuando de forma automática queda cumplido el proceso completo expuesto en el Asthanga Yoga, proceso explicado por Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gita en el Capítulo VI.

Con ello he intentado profundizar en un significado más profundo de la palabra Ajimsa. Ello no invalida otros procesos, pero quizá si explique más ampliamente la no violencia de esos otros procesos, ayudando a quienes los practiquen a saber que cuando se persigue el fruto de la acción, la acción es karma, lo que condena irremediablemente a un nuevo nacimiento, una nueva vejez, enfermedades y otra muerte, es decir, sufrimiento.

Nityasevaka Dasa