El enemigo que llevas dentro de ti

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Hablemos ahora de él, de eso que no eres, aunque creas serlo. Hablemos de tu ego. No nos damos cuenta de ello, pero todos tenemos un ego al que confundimos con nosotros mismos. Se asienta en lo más profundo de nuestra mente mientras, imperceptiblemente, consigue que nos confundamos con él. Sin embargo no es éste el yo que verdaderamente somos, al igual que nuestra mente tampoco es todo lo que somos.

Este “yo personal”, al que tú habitualmente llamas “yo” (o Antonio, María, Juan, etc.), es tan sólo un concepto al que tú le otorgas realidad. Pensamos a través del ego que hemos creado, pero el ego no existe sin pensamientos. Y Tú sí. Quiero recordarte que quien tú crees ser es tan sólo una ilusión. Analízate preguntándote quien eres… ¿quién soy yo?

Ese concepto que hayas obtenido acerca de quién eres –y de lo que otros son– es simplemente una creencia. Una mera opinión falsa autocreada. La voz que te habla en tu interior, tu personalidad, tu carácter, tu forma de ser y tu representación del mundo eso es tu ego. Pero el ego es una entidad ficticia, que sólo existe en tu mente, a la cual tú defiendes por encima de todo y con la que atacas a los demás cuando “es preciso”. El ego es nuestra personalidad ante el mundo, pero también ante nosotros mismos. Es la suma de nuestras creencias, las cuales hemos forjado a partir de nuestra herencia genética y las enseñanzas de nuestros padres, profesores y amigos.

El ego es una construcción de la mente con la que nos hemos identificado progresivamente según fuimos creciendo. Y ése es el verdadero error, identificarse sólo con el ego y su mundo. El ego es también el conocimiento que posees acerca de este mundo, con sus artimañas, defensas y sus intereses. Está basado en el miedo y se manifiesta como una forma especial de percibir el mundo y de reaccionar ante él, siempre conforme a lo aprendido por el mismo. Por eso, el ego no puede jamás darnos la solución al problema del mundo, porque ¡él mismo es el problema!

El ego es un yo falso que pretende sustituir –y lo consigue fácilmente– a tu Yo Profundo, el cual es tu verdadero Yo que es tu Espíritu. Tu ego es un programa externo a Ti pero que maneja los hilos de tu vida, convirtiéndote en una marioneta, sin tú saberlo siquiera. No minimices la importancia de lo que digo, ni tampoco la importancia de tu ego en ti… ya que tienes que despertar y salir de sus manos y de su control, ¡o no dejarás de sufrir!

Casi todo tu sufrimiento y tus miedos proceden de él. De ahí que sea esencial descubrirlo antes de que puedas encontrar la paz y la felicidad que añoras. Tu ego por tanto, no es una entidad física, sino una creencia de lo que piensas que eres. Es un estado mental que has construido sobre ti y que va cambiando contigo. Y éste no promueve nunca nada bueno.

El ego es un parásito energético, es la sombra de nuestro Espíritu; es la serpiente que nos expulsó del paraíso. El ego tiene muchas caras, muchos disfraces porque es un embaucador. Te ha embaucado durante muchos años, porque está en tu mente y conoce todo lo que tú conoces, pero tú no lo conocías a él hasta hoy. Las antiguas enseñanzas lo presentan como el demonio interno que todos tenemos. No les restes crédito a los antiguos sabios.

Para ser feliz y relacionarte bien en este mundo es básico identificar a tu ego, y sobre todo ir abandonándolo progresiva y definitivamente. Él se disfrazará de tu valedor, tu cuidador y tu protector frente a los demás, pero es justo todo lo contrario. Es un áspero juez que te condenará junto a los demás, a los que utilizará para descargar sus culpas como si fueran chivos expiatorios. “Los demás son los malos“, dice el ego, pero ésa es otra mentira que has creído hasta ahora. No creas más en sus juicios sumarísimos. Todos Somos Uno. Yo soy Tú, y Tú Eres Yo. Todos somos iguales y perfectos. Si los condenas, te estarás condenando a ti mismo. Si los perdonas, obtendrás la libertad de Espíritu que anhelas y que buscas sin saberlo por los múltiples paraísos que te propone tu ego. Así perderás tu tiempo en el mundo, y necesitarás volver de nuevo al mismo para arreglar y componer todo lo que dejaste mal atado (algunos le llaman karma). El ego contaminará TODAS las relaciones que establezcas, por muy buenas que sean, especialmente si no lo sabes identificar en ti.

No te relaciones con los demás a través del ego. Vigílate y entrega tus relaciones al Espíritu. Reconoce tu ignorancia y tu incapacidad para juzgar a nadie. No seas pretencioso, no eres un juez que conoce todo, así que no te comportes como tal. Mantente perdonando a todas las personas de los juicios egoicos; hazlo constantemente, y eso anulará las condenas que hace tu ego hacia el mundo que ves.

Pero tú lo defiendes continuamente y sin querer, porque desconoces su existencia en ti y el daño que te hace. En realidad lo confundes contigo, y de esa forma te vas con él para el fondo, pues ésa es su labor, hundirte. Hundirte aquí, en el mundo del ego. Él es tu demonio interno, que se sube a tu hombro y te aconseja al oído utilizando los juicios y el miedo para que le sigas en sus planteamientos separatistas con respecto a tus hermanos. Su existencia dio lugar a la fábula de la expulsión del Paraíso. Esta leyenda no es una broma de mal gusto, es la verdad: perdimos el cielo por elegir seguir al ego.

Cuídate, identifica a tu ego y después serás libre y feliz.

Carlos de Vilanova
Autor del libro “Tu enemigo eres tú”.
oeralediciones.com