La introversión – el superpoder silencioso

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En el mundo actual, necesitamos cuatro cualidades internas especialmente: Fortaleza, Flexibilidad, Levedad y Tranquilidad.

La incertidumbre y la velocidad de los cambios sociales, económicos, laborales, familiares, climáticos, y el efecto de las diferentes crisis en todos estos ámbitos, nos han dejado el sentimiento a nivel personal de no tener ningún tipo de soporte o apoyo. 

Nuestra fortaleza interior se hace esencial para sobrellevar las dificultades y poder manejarnos mejor. 

La fortaleza se requiere para afrontar cualquier circunstancia adversa, pero fortaleza o fuerza no significa rigidez. La rigidez no es fortaleza, es más bien una señal de debilidad. Para ilustrar esto, cabe el ejemplo de una gran tormenta, en la que sobreviven los árboles más flexibles y no los rígidos, sobreviven los que supieron bailar con el viento.

Entonces la fortaleza está ligada a la flexibilidad. Flexibilidad es adaptarse a los cambios inesperados. Hay actualmente una cualidad que está siendo destacada por muchos psicólogos y especialistas en desarrollo personal, la resiliencia. Resiliencia es la suma de fortaleza y flexibilidad, y se define como la capacidad para atravesar situaciones difíciles y salir de ellas fortalecido y estable.

La levedad también es muy importante a la hora de afrontar una sobrecarga de problemas. En inglés (lightness) la palabra tiene dos significados, ambos igualmente hermosos. En primer lugar, levedad es lo contrario de pesadez, que es un sentimiento que a menudo se experimenta cuando uno mismo, alguien de nuestra familia o algún amigo o compañero atravesamos un problema grande. Las preocupaciones y las cargas son como nubes que impiden que brille nuestra luz natural. Y esta segunda acepción de la palabra “lightness”, luz, es muy significativa, ya que nuestra levedad permite que podamos disfrutar de nuestro estado interno a pesar de circunstancias difíciles, y también que nuestra alegría y luz den esperanza a los desesperanzados.

La tranquilidad también cumple un papel importante ante las crisis. Todo se mueve a gran velocidad y es necesario tomar decisiones con rapidez y precisión. Para ello se requiere calma, no debemos estar tensos, ni tampoco permanecer pasivos. Debemos permanecer atentos, conscientes y estar despiertos. La atención sin tensión nos permite activar nuestra capacidad para discernir y decidir.

Debe existir un poder o capacidad detrás de todas estas cualidades que me permita incrementarlas. Para ir a la profundidad de esta capacidad debemos analizar diferentes niveles de conciencia, que aunque están interconectados, podemos intentar desglosarlos para entenderlos de forma separada.

Tenemos cuatro niveles de conciencia: espiritual, emocional, mental y física

Normalmente nos movemos a nivel de conciencia física. Nos damos cuenta del entorno físico y de los requerimientos y necesidades que tenemos en este contexto. A veces nos movemos en el plano de las ideas y podemos quedarnos estancados en interminables discusiones o largos razonamientos mentales. En ocasiones saltamos al plano emocional, un mundo inestable influenciado por nuestras relaciones. 

Alcanzar el nivel espiritual significa estar conectados con nuestros valores y cualidades espirituales. La introversión no sólo implica al nivel espiritual, sino que nos sitúa en ese nivel y desde ahí podemos administrar el resto de nuestros niveles de conciencia. 

Permanecer introvertido es estar en el nivel espiritual y desde ahí administrar emociones, pensamientos y los órganos de los sentidos.

Desde ahí es posible el manejo y administración del ser permaneciendo enfocado y concentrado.

Se puede utilizar aquí la metáfora del coco, debajo de la oscura y dura cáscara se encuentra una pulpa blanca, suave y dulce. La introversión facilita entrar en un espacio donde se puede disfrutar la paz y la alegría interior.

¿Dónde está mi conciencia? Normalmente diseminada en pequeños pedazos… tantas cosas, sentimientos que atraen mi atención… la concentración me da poder. Voy al interior y desde aquí incremento y elevo mi energía y vibración espiritual a la más alta de las frecuencias. Creo silencio dando un paso atrás.

El silencio es el puente entre lo Divino y la divinidad en nosotros. Los rayos sutiles del pensamiento concentrado se encuentran con lo Divino y el ser se recarga de poder interior en el silencio. El ser se armoniza y se reviven sus cualidades interiores.

Permanecer introvertido no sólo significa practicar la meditación, es más bien una actitud de vida, es meditación en la acción. Permanecer atentos, darnos cuenta de lo que ocurre, estar en el ahora, no pensar demasiado, hablar cosas positivas y actuar según valores positivos.

La introversión es una manera muy efectiva de provocar una mejora en nuestra calidad de vida y también la de los que nos rodean, y al mismo tiempo nos permite disfrutar de un sentimiento de plenitud y contentamiento.

María Moreno