Historia, influencias y actualidad de la forma de vida basada en el amor puro y la libertad plena del hombre
No existe una lacónica definición histórica del catarismo. La espiritualidad en que se basa la civilización cátara resplandeció en la Edad Media y ha evolucionado continuamente, sin perder, además, su autenticidad. Con todo ello, todas sus manifestaciones, independientemente de su condicionalidad temporal, componen una unidad inseparable, una tradición común que de siglo en siglo fecunda, escondida o claramente, la cultura humana.El catarismo no es el movimiento histórico que una vez tuvo lugar en el pasado. Tampoco tiene nada que ver con las diferentes confesiones religiosas. Es un modo de vida, una forma de ser y una forma de concebir el mundo y convivir en él.
No es ni la ‘alternativa’ al catolicismo romano medieval ni tampoco una temprana tentativa de ‘anticipar’ la reforma o las conquistas democráticas de la edad moderna (como habitualmente presentan los investigadores cátaros modernos y los comentaristas), sino la realización de las aspiraciones más elevadas y más nobles de la persona, que se realizó en contra del orden mundial circundante, donde imperan la usurpación, la competitividad, el materialismo, el miedo, la dominación, etc.
Los cátaros constituyeron una civilización única, cuya base estaba formada por la certeza absoluta de que la Divinidad reside en el interior del hombre, que el hombre es bueno, que el hombre es el mayor valor de la Tierra. Esta certeza, que compartían muchas civilizaciones del pasado, tiene bases y raíces históricas, pero su resolución está en el presente y en el futuro. El catarismo no contempla solamente el movimiento espiritual de la Europa Occidental medieval que cayó bajo los golpes de las cruzadas y la Inquisición, sino que es comprendido como la espiritualidad del amor puro y la libertad plena, dirigida a la Divinidad Celeste, que eleva el alma hasta la dignidad divina. Esta espiritualidad es ajena al dogmatismo y al espíritu de la rutina ritualista. Abre el potencial de la ascensión espiritual, que permite superar los límites de la existencia tridimensional y alcanzar la vida auténtica.
El catarismo en Occitania
El catarismo se extendió por toda la antigua Occitania (sur de Francia), Reino de Aragón, Navarra, Italia, Alemania y Flandes desde el siglo XI hasta principios del XIV. El catarismo es heredero directo de los teogamitas eslavos y los bogomilos balcánicos, y, aún más allá, proviene de la Atlántida y de civilizaciones puras que poblaron la Tierra, como Arcadia, Hiperbórea, los aztecas, los mayas, los egipcios…; civilizaciones muy elevadas que han existido en este planeta y que desconocían absolutamente el idioma del mal.
Los cátaros compartían sus bienes, vivían con humildad y sencillez, servían al prójimo, acogían a todo el mundo, alimentaban al necesitado, daban trabajo en sus talleres artesanales, consolaban y cuidaban a los enfermos… Vivían según los estatutos del universum: la bondad extralimitada, la pureza perfecta, el amor sagrado, la paz, la sabiduría superante y la defensa de la verdad; de ahí que fuera un pueblo pacífico que encontró millones de seguidores por todo el mundo. Más de 50 millones de cátaros se extendieron por España y toda Europa.
En todos aquellos lugares donde el catarismo floreció las personas vivían en sociedades adelantadas a su tiempo, con una prosperidad material y espiritual que no conocían las sociedades feudales vecinas. Debido a esta maravillosa y creciente forma de vida el poder existente vio tambalear sus cimientos y llevó a cabo la cruzada contra ellos por iniciativa del papa Inocencio III con el apoyo de la dinastía francesa de los capetos.
Algo muy importante en lo que la historia tradicional no suele profundizar fue la fuerza y el desarrollo con la que se dio el catarismo en España, sobre todo en Cataluña. Allí vivieron los últimos perfectos cátaros, como Guillem de Bélibaste, que fue quemado en la hoguera en el castillo de Villerouge-Termenès en el año 1321. Antes de morir formuló su famosa predicción: «Dentro de setecientos años el laurel reverdecerá». Y hoy día es la hora de su realización.
Los cátaros consideraban el laurel como el símbolo sagrado del puro amor. Cuando los inquisidores ejecutaban a los cátaros, los mártires decían: «El laurel se ha marchitado. El puro amor se apaga…» Pero ellos tenían la santa fe de que un día el laurel reverdecería.
De los cátaros, en realidad, no quedó nada. Fue borrada su misma memoria. En las hogueras de la Inquisición murieron todos los que simpatizaban con ellos. Aparentemente sufrieron una derrota, pero espiritualmente vencieron. La Inquisición no consiguió doblegar su voluntad, ni su espíritu de amor a la libertad.
El destacado pensador y neohumanista contemporáneo Juan de San Grial se propuso el sagrado deber de rehabilitar a los cátaros. «Los cátaros son un gran amor», escribe en sus numerosos libros, «una nueva mirada hacia el hombre, como a la Divinidad que ha descendido desde el cielo».
Juan de San Grial, a quien muchos llaman el nuevo profeta cátaro, conceptualiza el fenómeno del catarismo de una manera nueva. Él ha penetrado en un misterio más recóndito, la metafísica de los cátaros. Considera que la mayoría de las memorias y crónicas históricas sobre los cátaros están terriblemente tergiversadas. Los inquisidores han conseguido imponer a la humanidad una visión falsa y negativa sobre los cátaros.
El término ‘cátaros’ (‘puros’, en griego) fue asignado por la propia Inquisición. Pero ellos no se nombraban a sí mismos de ninguna manera. Eran sencillamente conocidos como los ‘buenos hombres’ (bons homes). El centro de su doctrina era el Santo Grial, en el que habitaba la Divinidad. La base de la práctica de los cátaros era la catarsis (la completa y profunda purificación del hombre, hasta hacerse un ser absolutamente feliz y libre). Afirmaban que el hombre cambiará sin violencia, únicamente con la fuerza del puro amor. Ellos alababan Minné (palabra sagrada eliminada de los diccionarios que se refiere al ideal del amor puro).
Con la misma veneración trataban a la Divinidad y al hombre. Negaban ‘el juicio final’ y la represalia de ultratumba por los pecados. Enseñaban que el Altísimo era infinitamente bondadoso y misericordioso, y no creían en un Dios distante, que juzga, castiga, persigue, manda al infierno… Desenmascaraban a sus oponentes, los inquisidores romanos; decían que su fe era maliciosa y que su religión estaba basada en el miedo. Y el miedo, según los cátaros, excluye el amor.
Espiritualidad universal del catarismo
En cualquier época, encontrándose bajo la opresión, ha existido la rama de la espiritualidad auténtica, aquella que poseía el conocimiento ilustrado del semblante verdadero del Amor. La Sabiduría ha permanecido siempre como guardiana, a lo largo de los tiempos, de las leyes y estatutos del universum. Gracias a los defensores de este tesoro universal ha sobrevivido, pese a todo, la auténtica espiritualidad. Podemos oír perfectamente el eco de su voz en los arquetipos originales de los pueblos y culturas grabadas en leyendas y poemas. Así fue en la Babilonia antigua, en Egipto y en la Atlántida legendaria, que dejaron una memoria en la cultura de la Hélade. Así fue en la vida de Buda, de Zoroastro, de Mahoma, de Maní y del mismo Cristo. Y, por mucho que posteriormente han tratado de mezclar sus enseñanzas, la espiritualidad auténtica y arquetípica continuó su gran lucha.
Esta espiritualidad no tiene nada que ver con las instituciones religiosas que se han formado históricamente (el catolicismo romano, la ortodoxia oriental de rito bizantino, el islam fundamentalista, ni tan siquiera las actuales espiritualidades de la new age). Su origen es más antiguo que esta civilización actual; está más allá del tiempo y del espacio. Su origen es la galaxia del Sol de Miné en el Cenit, el verdadero origen de cada alma, un origen donde no existía ni muerte, ni enfermedad, ni sufrimiento de ningún tipo; un origen donde solo existía el PURO AMOR. De aquí viene la espiritualidad auténtica, la de los cátaros y los indígenas, los egipcios y los bogomilos… y la de los siete mil millones de habitantes de esta Tierra.
La consciencia es el mensaje misterioso interior, sonorizado por la revelación de lo alto; es la voz impecable de la verdad. Es la atracción hacia la perfección, hacia la paz. La voz de la consciencia no tiene precio; es superior a todas las enseñanzas sofistas, doctrinas jurídicas, libros de normas y legislaciones. Sin embargo, pese a ser la espiritualidad aquello que cada uno guarda en su corazón eterno, podemos encontrar siete etapas principales antes de llegar al catarismo actual, el del s. XXI:
- La Montaña del Ruiseñor (Turquía, cerca del Éfeso antiguo). Lugar de la última residencia terrestre de la mismísima María, madre de Cristo, donde permaneció durante 15 años. Allí continuó transmitiendo las enseñanzas y verdades que trajo Cristo. Así, su mensaje de amor, lejos de morir, continuó extendiéndose y multiplicándose.
- El teogamismo eslavo de los siglos I al IV. Andrés el Primer Llamado, discípulo de la Madre Divina (madre de Cristo), se dirige de la Montaña del Ruiseñor a las tierras de los escitas y los eslavos. Trajo la espiritualidad hasta esas tierras y allí, a su vez, multiplicó el mensaje de la Divinidad potencial que todos somos. Durante algunos siglos, en el territorio de Rusia y las tierras contiguas de la Europa del Este, prosperó la espiritualidad antidogmática del amor puro. Su memoria se ha conservado en las leyendas secretas del pueblo ruso y en las escuelas espirituales de la Alta Edad Media que existían en los Balcanes y que sufrían represiones constantes por parte de la teocracia imperial de Bizancio.
- El catarismo europeo de los siglos XI al XIV. Místicos y maestros espirituales de la espiritualidad eslava teogámica trajeron su doctrina a la Europa Occidental, donde una tras otra se formaron las escuelas de sus continuadores. De inmediato se vieron sometidos a las persecuciones de los poderes católicos. A los cristianos verdaderos y auténticos (discípulos de la verdadera espiritualidad) les declararon partidarios del maniqueísmo y les empezaron a perseguir como herejes. La primera hoguera que encendieron en Occidente fue en la frontera del año mil y supuso la represión de los católicos sobre la comunidad de los cátaros. A pesar de ello, la espiritualidad del amor puro cautivaba los corazones de muchos pueblos y nació la base de una civilización única, que existió durante siglos en las costas del Mediterráneo.
- El Santo Grial. Su historia va enlazada a los nombres de José de Arimatea y María Magdalena. Igual que Andrés el Primer Llamado marchó con el mensaje a Rusia, así María Magdalena fue la personificación para el Occidente europeo de la espiritualidad de la Montaña del Ruiseñor (de la Madre Divina, personificada en la madre de Cristo). José y María Magdalena trajeron el Cáliz del Grial a las tierras de Europa y fundaron escuelas de discípulos. La luz del Grial iluminó toda la cultura medieval de Occidente. La memoria de esta época fue conservada más tarde por las dinastías mesiánicas de los reyes europeos y distintas sociedades secretas. Así se han cruzado en las costas europeas del mar Mediterráneo las ramas oriental y occidental del cristianismo de los orígenes. La civilización cátara de la Edad Media, con su sorprendente expansión, fue causada por estas dos ramas.
- Los grandes ungidos del amor. El catolicismo romano se desahogó cruelmente con los cátaros, y la ideología bizantina de ‘la Tercera Roma’ ha extirpado todas las huellas del teogamismo eslavo de la Ortodoxia. Sin embargo, y a pesar del dominio creciente del farisaísmo, la mentira clerical y el fundamentalismo totalitario dentro de los límites de estas confesiones predominantes, al mismo tiempo se encendieron candiles como Francisco de Asís, Teresa Menor y el padre Pío en el oeste; Serafín de Sarov, Inocencio de Balta y Serafín de Solovkí en el este. Los ideales del amor que supera cualquier condicionalidad terrenal se manifestaron tan fuertemente en estos ungidos que hasta el día de hoy su imagen es muy respetada, tanto entre los cristianos como entre las personas no religiosas. Sin embargo, si extendemos la vista por el camino de la vida de estos ungidos vemos que en todos los casos su luz chocaba con la resistencia infatigable por parte de los poderes clericales.
- El Segundo Gólgota del Siglo XX. Por Segundo Gólgota se rememora a las millones de almas justas que dieron su vida por amor. Ya no un solo Cristo, sino muchísimos de sus fieles herederos, defensores del amor, fueron asesinados y se marcharon con las palabras «¡Dios es amor!» Fueron llevados a las hogueras inquisitoriales, a los encierros torturadores, puestos al paredón, o desaparecieron en las cámaras de gas de Auschwitz y las barracas de hielo de los campos de concentración siberianos… En realidad, toda la historia de los últimos dos milenios es la historia del Gólgota mundial. Con la fuerza de su espíritu las almas justas han desmentido las leyes crueles de este mundo, habiendo demostrado que no hay fuerza más grande que la del amor.Como grandes etapas de este Segundo Gólgota reconocemos también a Montsegur, así como a los millones de indígenas de América que fueron asesinados, no por sus tierras, sino por ser poseedores de la auténtica espiritualidad. El Segundo Gólgota, en verdad, reúne a los 200 millones de pequeños cristos que visitaron la Tierra en diferentes épocas. Este ejército ardiente de 200 millones se revela desde el cielo. Ellos no fracasaron, sino que vencieron, y ahora ayudan desde lo más alto a que el resto de la humanidad pueda VENCER y llegar a ser una civilización pura, de amor divino, perfecto, sin guerras, ni muerte, ni hambre, etc.
- La espiritualidad cátara del siglo XXI. No es un calco ni una copia del catarismo de la Edad Media. La tradición espiritual es ahora reconocida como nunca en toda su plenitud. Es enriquecida con la experiencia de miles de ungidos y ancianos blancos. En su base no hay la codificada escritura antigua, tergiversada decenas de veces, sino la continua revelación mística que se da en nuestro interior. Esta gran síntesis universal nos trae hoy una alternativa al fundamentalismo extremista de las anticuadas formas religiosas, así como al otro extremo (la materialista ‘sociedad de consumo’, que ha perdido sus puntos de referencia espirituales). Con la crisis que crece y la decadencia de las ‘predominantes’ iglesias institucionales, se manifestará claramente una nueva espiritualidad teoinspirada, en base a la libertad espiritual. Será la base de la civilización teohumana del futuro.
La influencia de los cátaros
Los cátaros hicieron una grandísima contribución en la cultura europea, cimentando las bases de sus logros más eminentes: Raimon Llull, Leonardo da Vinci, Miguel de Cervantes, Shakespeare, Voltaire o Beethoven son algunos de los representantes más brillantes del catarismo espiritual.
El catarismo influyó sobremanera en los procesos democráticos, tanto en Europa como en el resto del mundo. Fueron los cátaros los que alzaron el lema de libertad, igualdad y fraternidad como base de una civilización próspera, y la democracia estadounidense tampoco existiría sin los cátaros. La democracia actual necesita volver a nutrirse de la raíz cátara. De los nuevos cátaros, profetiza Juan de San Grial, nacerá la nueva democracia, comenzará el gran movimiento de los humanistas, y en realidad la nueva civilización del puro amor.
Los estadistas, gobernadores, representantes de la cultura y el arte de nuestros días han de entender que la sabiduría desea inocular las nuevas y verdaderas imágenes universales, los valores arquetípicos que han regido y rigen en las civilizaciones puras, prósperas y donde la decadencia no tiene cabida. La espiritualidad universal basada en los pilares que sostienen un pueblo de imperecedera paz ha de formar la base de los procesos democráticos que se están llevando a cabo en Europa y en todo el mundo.
La Libertad se percibe como un descubrimiento creativo del potencial espiritual personal de cada uno y de todos los habitantes de la Tierra. La Igualdad es un importantísimo don; considerar iguales a todos hijos e hijas de todo el mundo. La Fraternidad es un maravilloso y magnífico diálogo de amor donde cada individuo se considera hermano en una gran familia universal. El Amor es esencial; el amor sincero, desinteresado. Se trata del amor que proporciona al alma una alegría inigualable a ninguna otra antes experimentada.
Así pues, los cátaros son un soplo de aire fresco que abre las puertas hacia un nuevo mundo, un mundo capaz de volver a sus hermosos orígenes gracias a la recuperación de los valores arquetípicos olvidados pero inherentes al ser humano.
Ser cátaro en el siglo XXI
Los fines de Catarismo XXI son investigar y aclarar la auténtica historia, cultura y espiritualidad del catarismo y darlo a conocer como el origen y la base de la cultura europea en general. El catarismo siempre estuvo y no murió; está aquí y ahora. La filosofía del catarismo es muy optimista y humanitaria en su esencia. Se apoya en tradiciones riquísimas, y hereda los sellos y los dones de los grandes pensadores y las grandes personalidades. En el día de hoy tiene una gran riqueza de llaves espirituales para lograr la perfecta armonía, alegría, amor y paz, y atrae la atención de millones de personas.
Se desarrolla activamente, progresa y crece en diferentes esferas, y además no es un movimiento estático u obsoleto, sino que cambia y crece cada día, se renueva, se amplía, está en continuo movimiento. No puede más que sorprender con sus infinitas posibilidades de transformación del ser humano y de la misma humanidad.
La espiritualidad cátara del siglo XXI, la civilización del amor puro, sobre la que se habla en multitud de profecías de las últimas décadas por todo el mundo, comienza con el nacimiento de la nueva civilización. La humanidad cambiará cuando cambien las personas. La primera transformación se ha de dar en el corazón de millones de individuos; solo de este modo la humanidad podrá nacer a un mundo nuevo de paz absoluta y amor perfecto.
Juan Carlos García
juancarlos.garcia225@gmail.com