Un equipo de científicos de la Universidad Autónoma de Madrid ha descubierto por qué la baba del caracol común ayuda a regenerar la piel de los humanos y ha subrayado que podría utilizarse en terapias para regenerar tejidos dérmicos dañados.
Los investigadores han demostrado que la secreción de este molusco, “Cryptomphalus aspersa” -el caracol común de jardín-, tiene propiedades regenerativas sobre la piel humana, tras comprobar con sus experimentos que esa sustancia induce la proliferación, la migración y la supervivencia de queratinocitos (las células más abundantes en la piel) y de fibroblastos (células propias del tejido conjuntivo) dérmicos humanos en cultivo.
Las conclusiones del estudio, realizado en colaboración la empresa Industrial Farmacéutica Cantabria, se han publicado en la revista International Journal of Cosmetic Science.
Ante determinados estímulos externos nocivos, este caracol produce una secreción rica en proteínas de alto y bajo peso molecular, ácido hialurónico y antioxidantes.
Los científicos realizaron ensayos de “cierre de herida” a través de experimentos in vitro con queratinocitos y fibroblastos humanos en cultivo, unos experimentos que sirvieron para demostrar que el tratamiento con esas secreciones incrementa la motilidad y la migración de estas células.
María del Carmen Iglesias de la Cruz, profesora e investigadora del departamento de Fisiología de la UAM y primer firmante del estudio, ha destacado que “los mecanismos implicados en los efectos de esta secreción van desde reorganización del citoesqueleto celular hasta formación de nuevas estructuras de adhesión entre las células y su matriz extracelular”.
Su trabajo -ha explicado la investigadora en una nota de prensa- ha demostrado que la baba de este caracol es capaz de inducir un aumento de moléculas fundamentales que median la adhesión intercelular.
“En conjunto, estos resultados indican un papel importante de esa secreción en algunos de los eventos más importantes de la regeneración cutánea que están minimizados por la edad o por el daño producido por la luz ultravioleta, como son la adhesión y la migración celular”, ha explicado Iglesias de la Cruz.
La investigadora ha destacado además que trabajos como este demuestran la posibilidad de trasladar los resultados del laboratorio al paciente.
La degeneración cutánea es un proceso complejo inducido por el envejecimiento y por daño ambiental.
En relación con el daño ambiental, las radiaciones ultravioleta se consideran uno de los factores más nocivos, causantes de fotoenvejecimiento y cáncer de piel, ha recordado la Universidad.
Los cambios cutáneos inducidos por las radiaciones ultravioletas se caracterizan por una desorganización de las distintas estructuras de la piel.
Fuente: Efe.