La acuicultura y su posible relación con las alergias e intolerancias

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La acuicultura es un método por el que se consigue la cría de organismos acuáticos, como peces, moluscos y crustáceos; las algas también se reproducen con este método.

Se ha convertido en una práctica habitual con características industriales. A estas alturas, mucha gente aún no sabe que el pescado del que se alimentan no es 100% natural; es más, un porcentaje alto de la población nunca ha comido ninguna de las variedades del pescado salvaje, debido al alto precio que alcanzan en el mercado.

Lo que se consigue con la acuicultura es el aumento de la producción de los organismos por encima de las capacidades naturales del medio, gracias a granjas de agua, donde se insemina, se alimenta y se protege a los peces de los depredadores.

El pescado es un alimento básico en la salud humana: es rico en proteínas de alto valor biológico, con aminoácidos fundamentales como la lisina y el triptófano, contienen grandes cantidades de vitaminas A, D y E, e hidrosolubles del grupo B tan importantes como la B12; es rico en sodio, potasio, fósforo, hierro y calcio; con un contenido en yodo 25 veces mayor que otros alimentos proteicos, y un perfil de ácidos grasos esenciales Omega 3 (EPA y DHA) que lo convierten en un alimento imprescindible para una dieta saludable.

Un poco de historia

Parece ser que todo comenzó allá por el año 2900 a.C. en China, donde comenzaron a observar el comportamiento de los peces en un estanque. Los jeroglíficos encontrados sugieren que los egipcios del Imperio Medio comenzaron a cultivar peces por el 2050 a.C. Hay indicios también más tardíos de esta práctica, realizada por los romanos y griegos. A partir de ahí, se fueron sucediendo experimentos para la cría de la carpa y del salmón, y desde 1800 d.C. comienza a proliferar información escrita sobre el tema, aunque el primer tratado sobre acuicultura es chino y data del año 475 a.C. En el siglo IXX ya existen criaderos de peces marinos en Rusia, Escocia, Japón, EE.UU., Noruega y varios países europeos. Dinamarca entró en la piscicultura marina más tardíamente, en 1974.

En España, se sospecha que la acuicultura comenzó en la época de dominación romana, pero el primer documento del que se tiene noticia es de alrededor del año 650. En la Alta Edad Media son los monasterios los que acaparan la mayor parte de la cría de peces. En el año 1867 se construye una piscifactoría en La Granja (Segovia) para la repoblación de peces y en 1882 se promulga el primer Real Decreto sobre el desarrollo de la industria piscícola. Las primeras experiencias con pescado de mar están documentadas desde el año 1888, pero su verdadero desarrollo no comienza hasta 1940, con la primera empresa industrial en Huelva. En 1961 se crea en Riezu (Navarra) una instalación de vanguardia. Pero el boom de la acuicultura marina llega en los años 70, cuando ya se domina la cría de multitud de especies.

Ventajas de la acuicultura

La acuicultura ha permitido que todo el mundo pueda comer truchas, salmones, rodaballo, dorada, lubina, corvina, anguila, camarones, mejillones, bacalao, ostras, langosta, etc., al abaratar el producto. Especies como el pulpo, besugo y lenguado aún están en fase de desarrollo.

Los precios nos darán una pista de si el pescado procede de acuicultura o de pesca extractiva, aunque hay una excepción: el atún rojo no baja su precio, a pesar de criarse en jaulas dentro del mar; eso sí, son atunes salvajes, pero engordados de forma artificial. No en todas las pescaderías hay información del tipo de pesca de la que procede el pescado, y en la mayoría de los casos, la información disponible no es fiable.

Otra ventaja de la acuicultura es que comunidades ubicadas lejos del mar pueden obtener pescado fresco a un precio asequible, sin necesidad de trasportarlo a grandes distancias ni mantenerlo congelado.

Con la acuicultura es indudable que se evita el esquilmado del mar y los ríos.

Desventajas de la acuicultura

La otra cara de la moneda la presentan los inconvenientes de este método. Los peces criados en jaulas dentro del mar contaminan el agua con los desperdicios de la cría y el hacinamiento (en muchos casos hay hasta 40 Kg de peces por metro cúbico), reducen el oxígeno del agua, promueven el crecimiento de colonias de cianobacterias y diatomeas que pueden producir toxicidad, sabores extraños y provocar enfermedades (como la Zoonosis parasitaria, que hay que tratar con antibióticos, los cuales terminan en el mar y en nuestro plato).

Los peces carnívoros y carroñeros necesitan alimentarse de otros peces, y las piscifactorías tienen que abastecerse de peces del mar para alimentar algunas especies como el salmón y las gambas.

acuicultura2Los peces, que a veces escapan de los criaderos, contaminan genéticamente a las especies salvajes, además de infectar con parásitos a los que rondan las jaulas. Quizás sea la alergia al Anisakis una consecuencia de la acuicultura, ya que los primeros casos documentados de infestación humana por Anisakis en Europa datan de la década de 1950, justo cuando comienza a despuntar la acuicultura.

El sabor y textura de las especies criadas en cautividad difiere mucho de las que se crían en estado salvaje. Pero el mayor problema no son las características organolépticas, sino las cualidades nutritivas; no existen muchos estudios al respecto, pero algunos trabajos científicos de entre los años 1996 y 2005 pusieron de manifiesto diferencias significativas en cuanto al porcentaje total de grasa, que era mayor en los pescados procedentes de acuicultura, pero cuyo porcentaje de ácidos grasos (Omega 3) era, paradójicamente, significativamente inferior en dichos pescados, a pesar de contener más grasa.

Los lípidos de los organismos marinos originados a partir del fitoplancton marino unicelular son ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (EPA y DHA constituyentes de PUFAs que pertenecen a los Omega 3), y son importantes para los humanos en relación con las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades inflamatorias, el cáncer y el desarrollo posnatal normal de los tejidos cerebrales y visuales (DHA). El fitoplancton es inexistente en las piscifactorías.

Hay un estudio de 2007 (realizado por Marina Santaella, C. Martínez Graciá y M. J. Periago) que compara la composición química de la lubina cultivada y la salvaje. Los resultados muestran diferencias significativas en aquellos parámetros que dependen directamente de la alimentación y el medio ambiente, como lo son la grasa total y los minerales. En la lubina cultivada, la concentración de ácido linoléico (Omega 6) era significativamente superior, lo cual indicaría una descompensación entre sus ácidos grasos Omega 6/ Omega 3; de hecho, otros estudios indican que los niveles de ácidos grasos Omega 3, en los peces de criadero son inferiores que en los salvajes (la lubina de acuicultura es alimentada con piensos a base de harinas y aceite de pescado). También se constató en este estudio que la lubina salvaje contiene más concentración de K (Potasio), Na (Sodio), Fe (Hierro) y Zn (Zinc) que la de acuicultura.

Relación de la acuicultura con las alergias

Hay estudios de mucha trascendencia que pasan de soslayo por los medios de comunicación. Un estudio realizado en Septiembre de 2011 (J. Physiol) apunta a que la dieta de la madre influye en las alergias del bebé. En la investigación se observó que si la dieta de la madre durante el embarazo contiene un cierto grupo de ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs), pertenecientes a la serie Omega 3, como los que se encuentran en el pescado, el intestino del bebé se desarrolla de manera diferente, mejorando el sistema inmune intestinal, de forma que hay menos probabilidades de sufrir alergias, tanto ambientales como alimentarias, y menos posibilidades de desarrollarlas en la edad adulta. La barrera del epitelio intestinal (IEB) juega un papel clave en el desarrollo del sistema inmune de los recién nacidos: es la interfaz entre las sustancias exógenas (bacterias, patógenos, antígenos, etc.) y el sistema inmune.

Ya se sabía, por otros estudios, que la suplementación con Omega 3 durante el embarazo reduce el riesgo de alergias en los niño, y que además aumenta la duración de la gestación, también interviene en el desarrollo cerebral y de las membranas fotoreceptoras durante la etapa embrionaria, beneficiando la maduración del sistema nervioso central del bebé y mejorando el desempeño de las tareas mentales en la infancia. Sin embargo, no se conocía el mecanismo que producía tales beneficios. Parece ser que el sistema inmunológico del bebé se desarrolla y madura más rápido cuando hay un aporte óptimo de Omega 3 durante el embarazo. Visto de otra forma: cuando existe carencia de Omega 3 en la alimentación de la madre, el sistema inmunológico intestinal del bebé no se desarrolla correctamente, corriendo el riesgo de padecer alergias de todo tipo.

Los resultados de todos esos estudios indican que la suplementación con Omega 3 es beneficiosa, o aún más, necesaria. Pero si vamos un poco más allá veremos que el problema real es la escasez de nutrientes que aporta la alimentación actual, es especialmente escasa la ingesta de ácidos grasos Omega 3 en nuestra dieta. Se nos dice que hay que comer pescado 2 o 3 veces por semana, pero esto no es suficiente, ya que los pescados, salvo que sean salvajes, no contienen los nutrientes necesarios. El problema se agrava porque las fuentes de ácidos grasos poliinsaturados en nuestra alimentación son casi inexistentes: las vacas que no pastan hierba no contienen en su carne ese tipo de ácidos grasos, por lo que tampoco obtenemos un aporte por esta vía en nuestra alimentación. Si además ingerimos muchos productos de bollería con grasas transgénicas u Omega 6, se produce un desequilibrio aún mayor entre los ácidos grasos, los cuales deben existir en una proporción determinada para que nuestro organismo funcione perfectamente y nuestros tejidos se desarrollen con normalidad.

La suplementación es un recurso fácil, pero olvidamos que la naturaleza sabe hacer las cosas mucho mejor. Es de suponer que las interacciones que se producen entre los diferentes nutrientes de un alimento, aunque todavía no se conozcan completamente, están perfectamente diseñadas para nutrirnos correctamente. Suplementar con un determinado nutriente aislado del paquete que nos ofrece la propia naturaleza puede ser un remedio de urgencia, pero nunca será lo ideal; como siempre, la naturaleza sabe muy bien lo que hace, y nada puede igualarlo.

Las madres que tienen hijos con alergias se culpabilizan de la enfermedad que padece su hijo, unas por haber fumado durante el embarazo, otras por no haberse alimentado como debieran; cada madre busca su razón, y la lacra de la autoculpa las desgarra psicológicamente. Hay madres que ni siquiera encuentran una razón para culpabilizarse: ni en actos equivocados, ni en los genes… «Es incomprensible, me he alimentado muy bien durante el embarazo y la lactancia de mi hijo», suelen comentar, pero… ¿qué es alimentarse bien?

Alimentarse es saciar el hambre con productos comestibles; otra cosa muy distinta es nutrirse. Si los alimentos de hoy no contienen los nutrientes necesarios que nuestro organismo demanda, tendremos carencias que repercutirán en nuestra salud. Comer fruta, verdura, pescado, carne, frutos secos, etc., no nos garantiza que estemos aportando todo lo que nuestro organismo requiere para desarrollarse. En el fondo, somos como esos peces alimentados con pienso: nuestra alimentación desnaturalizada nos lleva a enfermar, necesitando medicamentos, igual que los peces de piscifactoría, pero el sufrimiento de esos peces no dura mucho, ya que no llegan a envejecer, porque al llegar al peso adecuado son sacrificados. El ser humano, en cambio, arrastra enfermedades hasta edades avanzadas, en muchos casos y cada vez más, desde el nacimiento.

¿Recuerdan el problema de las vacas locas? Dar de comer a los animales alimentos que ellos nunca comerían en estado salvaje conlleva riesgos, aunque como la ciencia avanza muy deprisa, es raro que se produzcan sucesos tan alarmantes como el de los priones. Pero existe un problema ignorado: los trastornos a largo plazo.

El consumo habitual de sucedáneos alimenticios es indetectable, porque no es algo que mate en poco tiempo, no hay una relación tan clara y directa. Los daños que causa la alimentación adulterada en el ser humano progresan lentamente y no se muestran graves hasta pasados 10, 30, o 50 años; entonces, nadie relaciona los trastornos y enfermedades con la alimentación: quien se ha alimentado según las recomendaciones nutricionales «oficiales» está convencido de haberse nutrido correctamente.

El tipo de alimentación actual influye negativamente en la salud, agravando, acelerando y provocando enfermedades de todo tipo. Es especialmente significativa la carencia de Omega 3 y minerales. Según algunos estudios, cuando se suplementa la dieta con Omega 3 se obtienen resultados positivos en diversas enfermedades. Por ejemplo, dietas ricas en Omega 3, ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) y selenio (Se), reducen el riesgo de cáncer de colon (Bhagavathi A. Narayanan, Narayanan K. Narayanan, Dhimant Desai, Brian Pittman y Bandaru S. Reddy). Un alto contenido de Omega 3 en la dieta materna reduce la respuesta inflamatoria en la colitis experimental en crías de rata (Jacobson et al. 2004). La suplementación con PUFAs también reduce la incidencia de enterocolitis necrotizante en algunos roedores (Caplan y Jilling, 2001). Hay muchos estudios similares publicados que muestran los efectos positivos en las enfermedades inflamatorias intestinales, además de otros muchos efectos beneficiosos bien constatados {modificación del perfil lipídico en sangre, inhibición de la agregación plaquetaria que disminuye la formación de tromboxano A2 y evita la formación de trombos, reducción de la presión arterial y la viscosidad sanguínea, prevención de la muerte súbita de origen cardíaco, de enfermedades cardiovasculares, de cáncer de colon, de desórdenes de origen neurológico (impulsividad, agresividad, hostilidad, trastorno bipolar, suicidio, demencia, alzheimer), etc.

Somos lo que comemos, y lo que comen lo que comemos. Por mucho que se quiera, los animales de criadero no tiene las cualidades ni físicas ni químicas de los animales criados naturalmente, que comen lo que tienen que comer, se mueven, y no llevan en sus carnes medicinas ni antibióticos. En un mundo donde la carne no es carne, el pescado no es pescado, y las frutas y verduras modificadas genéticamente se cultivan con químicos a cubierto del sol, lo extraordinario es que el ser humano no se haya extinguido todavía; quizás ya ni siquiera seamos «humanos» y nos hayamos convertido en un sucedáneo humanoide.

Mientras algunos intentan paliar los problemas provocados por la alimentación adulterada, expandiendo la agricultura y ganadería ecológicas, otra sombra alimenticia se cierne sobre nosotros: la nanotecnología está llegando a la alimentación. Aún no está autorizada, pero sólo queda una última evaluación por la EFSA (Autoridad Europea en Seguridad Alimentaria) sobre el porcentaje de partículas nano que han de tener los productos, para pasar el examen sobre la obligatoriedad de advertirlo o no en el etiquetado. Cuando se autorice, podremos estar ingiriendo sustancias nano sin que lo advierta el etiquetado, al no pasar su contenido de cierto porcentaje considerado seguro, algo parecido a lo que ocurre con los aditivos alimentarios. En el caso de la nanotecnología es muy preocupante porque el tamaño de las partículas que se usan es tan pequeño (en un metro hay 1 billón de nanómetros) que hay un cambio de las propiedades físicas, químicas e incluso biológicas de los elementos integrantes, y debido a su pequeño tamaño traspasan la barrera de la membrana celular. Desconozco los estudios que se están llevando a cabo al respecto, pero considero necesario que éstos se realicen a muy largo plazo.

Cada vez nacemos con más «taras»: desde las enfermedades raras (que van en aumento), hasta las autoinmunes, pasando, como no, por enfermedades como el cáncer o las alergias, que se sufren ya desde el nacimiento. Las carencias nutricionales subclínicas están engendrando niños enfermos desde el seno materno.

Mi vaticinio, aunque pueda parecer tremendista, es que de aquí a 20 años, para poder tener descendencia sana, habrá que ingresar en un centro donde se proporcione alimentación natural a la madre desde antes de la concepción. ¿Quién podrá pagar estos tratamientos?

Si el problema real es que no hay suficientes alimentos genuinos para todos, la alimentación de alto valor biológico debería estar reservada y ser una prioridad para las mujeres que van a engendrar. Toda mujer, antes, durante y después del embarazo, y si amamanta (como sería lo deseable), debería poder alimentarse bien, independientemente de su nivel económico. Está en juego la salud de nuestros descendientes.

Si comparamos el gráfico de la producción acuícola desde 1950 con el de la tendencia asmática de la población desde esa misma fecha, observamos que la incidencia de asma parece ir pareja a la producción de pescado de piscifactoría. Es seguro que existen otros factores que han influido en las alergias de la población, pero sinceramente pienso que la acuicultura es el mayor de los causantes. Observen el aumento parejo que se produce desde 1960.

(Fuente: Estadística Pesquera de la FAO, Producción en Acuicultura) Fuente: OMS Aquel alemán que, allá por 1733, logró fertilizar huevos de trucha, de seguro celebró aquel logro como un éxito muy positivo para todos, porque ignoraba que cada cambio que el hombre realiza sobre la naturaleza tiene consecuencias, a menudo impredecibles y en muchos casos indeseables. A corto, medio o largo plazo, la naturaleza al fin nos pone donde tenemos que estar… adaptándonos a ella, y no al revés.

Factores agravantes de las alergias e intolerancias

Otro aspecto a tener en cuenta en relación con las alergias es la situación actual en cuanto a nuestra población microbiana. Nuestra relación con los microbios no es la ideal: los vemos como el enemigo, cuando no lo son. Los microbios y bacterias que habitan en nosotros no son necesariamente patógenos si no hay un desequilibrio. Si elimináramos todos los microbios que hay en nuestro cuerpo, moriríamos: habitan en simbiosis, una competencia entre especies muy similar a la biodiversidad de un bosque, en donde unas especies se alimentan de otras manteniendo un equilibrio.

Los microbios son los encargados de mantener nuestro sistema inmunológico bajo control: gracias a los microbios intestinales, el sistema inmunológico no se activa con tanta facilidad. El microbioma humano se completa alrededor de los 2 años de edad y forma parte de nosotros como cualquiera de nuestros órganos. Albergamos miles de especies microbianas, tanto por dentro como por fuera de nuestro cuerpo; es un ecosistema que conocemos poco, pero que convive en perfecta armonía: por ejemplo, el bacilus subtilis que portamos en nuestra piel ataca a los hongos; si no existiera, nos cubriríamos de moho. Dejemos de pensar en las bacterias y los microbios como en nuestros enemigos.

Algunos estudios relacionan el exceso de higiene con las alergias. Un estudio publicado en el Journal of Allergy and Clinical Immunology, encontró que el mantenimiento de un nivel demasiado alto de higiene y limpieza en los recién nacidos, y en particular, en los menores de un año de edad, puede llegar a causar asma y alergias más adelante. La exposición a los alérgenos y bacterias parece ser la mejor protección contra las alergias.

Algunos médicos están incluso reintroduciendo microorganismos en el cuerpo de sus pacientes como una forma de terapia: tal es el caso de los trasplantes de heces, una terapia novedosa que está obteniendo resultados muy satisfactorios en enfermedades intestinales con perfil inflamatorio. Cuando la simbiosis bacteriana se rompe, se pierde la salud.

A pesar de los resultados de los estudios, las cosas no son tan simples como parece: el problema de las alergias es multifactorial y habría que tener en cuenta otros factores para un estudio completo. Abordar los problemas desde un solo plano no es lo ideal, hay que cubrir todos los flancos. En el caso de las alergias, debería investigarse desde bases como:

  • La genética: marcadores genéticos presentes sólo en los alérgicos.
  • La alimentación de la madre antes, durante y después del embarazo: carencias de nutrientes, repetición de ciertos alimentos, consumo de leche, trigo, pescado azul salvaje, alimentos ecológicos, vegetarianismo, ambientes contaminados, etc.
  • La alimentación del bebé: biberón de leche administrado en el hospital en los primeros días del nacimiento; alimentación con leche materna, adaptada o mixta; introducción de alimentos tras el destete.
  • Factores externos: ambientales, medicamentos, vacunas (sobre todo la de la hepatitis B, administrada nada más nacer; hay trabajos que la señalan como posible culpable de alergias tempranas).

Recomendaciones preventivas y de control de los trastornos alérgicos y la intolerancia alimentaria, bajo una visión naturopática:

  1. Base alimenticia de frutas y verduras cultivadas orgánicamente; ningún pescado de piscifactoría ni criadero (sobre todo en las mujeres que quieran engendrar, y durante el embarazo y el amamantamiento), alternando el consumo de pescado blanco con el de pescado azul (pescado de tamaño no muy grande para evitar la contaminación por mercurio); carne y huevos ecológicos (evitar comer carnes de animales alimentados con pienso); frutos secos del país, ecológicos y con su cáscara original (para evitar sustancias conservantes); legumbres de cultivo ecológico. Los cereales y la leche son alimentos controvertidos por la cantidad de intolerancias que producen, pero si usted los tolera, puede consumirlos sin abusar, dejando dos días de por medio entre cada ingestión, y por esta misma razón sería muy útil realizarse un test de intolerancia alimentaria y descartar así intolerancias asintomáticas. Realmente los cereales y la leche son prescindibles. No voy a entrar a explicar las razones, ya hay mucho escrito sobre el tema; sólo decir, para los que se plantean que tendrán carencias si no ingieren esos alimentos, que el aporte de Calcio (cuya carencia preocupa a la mayoría) se cubre perfectamente con verduras de hoja verde, frutos secos, legumbres, pescados y yema de huevo; los demás nutrientes que contiene la leche se encuentran en los alimentos mencionados anteriormente. Las sales minerales y vitaminas que contienen los cereales (Calcio, Hierro, Potasio, Magnesio, vitaminas B1, B2, B3, B6, E, F y Ácido fólico) están cubiertas también con los alimentos descritos anteriormente; además, los cereales carecen de Lisina, aminoácido esencial para nuestro organismo y que se encuentra en todas las carnes, algunos pescados, vegetales y legumbres. Y el gluten de los cereales contribuye a la inflamación orgánica, el grado depende de la suceptibilidad de cada cual. Los hidratos de carbono son aportados por las frutas, verduras, legumbres y tubérculos perfectamente. No hay razón para pensar que vamos a tener carencias si nuestra alimentación es variada y contiene todos los colores de las frutas y vegetales, y si comemos carnes, pescados y huevos.
  2. Evitar los pescados crudos. La intolerancia y alergia tienen un componente de hiperpermeabilidad intestinal que puede ser provocado por parásitos. Por la misma razón, no es conveniente comer carnes crudas, sobre todo las que no están controladas, como las procedentes de la caza.
  3. Tomar el sano hábito, ya olvidado, de desparasitarnos periódicamente.
  4. Huir de alimentos procesados, de los colorantes, saborizantes y de cualquier tipo de aditivo alimentario añadido, porque realmente no se han estudiado las interacciones entre ellos y, en muchos casos, si el consumo es habitual, perjudican la integridad de las mucosas digestivas e intestinales.
  5. Eliminar de la dieta todo alimento o sustancia irritativos del aparato digestivo (café, alcohol, tabaco, etc.), sobre todo durante el embarazo y amamantamiento. Muchas sustancias consiguen atravesar la barrera placentaria.
  6. Los líquidos y alimentos no deben tomarse con una variación grande de temperatura con respecto a la temperatura corporal: ni muy calientes ni helados, para evitar agresiones en las mucosas. Si le gustan los alimentos muy fríos, al menos tome la precaución de calentarlos en la boca antes de tragarlos.
  7. Comidas sencillas, sin muchas mezclas de alimentos, recuperando los guisos de nuestras abuelas.
  8. Alimentos de temporada, evitando todos los que estén fuera de ella.
  9. Fisionomía de las heces del bebé: controlar los cambios que se producen en las heces del bebé con la introducción de alimentos nuevos, para detectar cuanto antes intolerancias alimentarias que pueden arruinar la integridad de las mucosas intestinales.
  10. Evitar el exceso de limpieza y los productos muy agresivos para realizarla.
  11. Controlar lo que ponemos en nuestro cuerpo (mejor que sea ecológico): los perfumes, los geles, los champús, la pasta de dientes, etc., y también los ambientadores que usamos en casa, porque pueden saturar nuestros sistemas de eliminación de tóxicos.
  12. Si la alimentación no es la deseable, habrá que suplementar con minerales, vitaminas y omega 3, especialmente antes de la concepción, pero también durante el embarazo y el amamantamiento. Los niños que tampoco siguen una alimentación como la descrita en el punto 1 deberán igualmente ser suplementados a temporadas, mientras se están desarrollando, sobre todo en las épocas de mayor crecimiento.

Para revertir las gráficas de alergia e intolerancia a valores de los años 50 habrá que desandar parte del camino recorrido. Si usted consigue seguir fielmente todas las recomendaciones anteriores, y aun así aparecen alergias e intolerancias en alguno de sus hijos, quizás hayamos llegado ya a un punto de trasformación genética, en el que la propia naturaleza se revela y se protege de nuestro continuo ataque y modificación. Pero si, por el contrario, habiendo seguido dichas recomendaciones usted consigue tener hijos fuertes y sanos, deberá contárselo al mundo. Mostrar los beneficios es la mejor forma de abrir conciencias para cambiar las cosas, rectificando lo que hemos hecho mal.

Rosa Madueño
Especialista Naturópata
www.rosalud.com