Según un estudio de la Universidad de California en Davis, al inicio de los 40 años de edad la alta presión arterial no controlada puede dañar la estructura y función del cerebro.
No obstante, los resultados del estudio van más allá y señalan que incluso los cerebros de personas en edad madura, que no tenían un diagnóstico clínico de hipertensión, muestran evidencia del silencioso daño estructural del cerebro.
La investigación descubrió un «envejecimiento acelerado» del cerebro en personas con hipertensión y prehipertensión en la década de sus 40 años de edad, que incluía daño a la integridad estructural de la materia blanca del cerebro y al volumen de su materia gris.
Ese hallazgo sugiere que la lesión vascular del cerebro «se desarrolla insidiosamente durante toda la vida con efectos visibles», indica el estudio. «El mensaje aquí es sumamente claro: Las personas pueden influenciar la salud del cerebro a edad avanzada, conociendo y tratando su presión arterial mientras son jóvenes», observó DeCarli, profesor de neurología y director del Centro de la Enfermedad de Alzheimer de UC Davis.
Por ello, se considera que la hipertensión es un importante factor de riesgo «modificable» para el deterioro cognitivo en la vejez.
Los autores notaron que la rigidez de las arterias, con el proceso de envejecimiento, causa un aumento de la presión arterial, lo que a su vez provoca que disminuya el flujo de sangre al cerebro.
Otros estudios han identificado vínculos entre la presión arterial elevada y un mayor riesgo de lesión cerebral y atrofia, que conduce a un desempeño cognitivo reducido y a una mayor probabilidad de demencia.
La presión arterial debe ser de 120 para la sistólica y por debajo de 80 para la diastólica.