Iridiología
Una mirada puede decir mucho más de lo que a primera vista podría parecer. La iridiología, una disciplina que nació a causa de una mancha en el ojo de un búho, se declara capaz de detectar enfermedades con una simple ojeada en el iris
Está visto que los ojos no sólo son el espejo del alma, sino también el cristal en el que se reflejan las anomalías de las distintas partes del cuerpo. Del mismo modo que a través de ellos nos ponemos en contacto con el mundo exterior, pueden escudriñar en el interior de nuestro organismo. O, al menos, eso predica la iridiología, una joven ciencia experimental (los científicos siguen trabajando para encontrar una explicación a este fenómeno) que permite diagnosticar el estado de salud de una persona a través del denominado «mapa» del iris.
Una curiosa historia
Para entender en qué consiste la iridiología, hay que remontarse a 1836 en Hungría, cuando un niño de 10 años, Ignatz von Peczely, le rompió la pata a un búho al intentar atraparlo. Quiso el azar que el muchacho estuviera mirando sus ojos en ese instante y observara cómo, súbitamente, aparecía una mancha negra en la porción inferior del iris. Peczely se compadeció del ave y se la llevó a casa para cuidarla hasta que sanara. Como aquella mancha despertaba su curiosidad experimental, se dedicó a examinarla durante todo el proceso y se dio cuenta de que iba aclarándose paulatinamente, coincidiendo con la mejoría del animal, hasta desaparecer por completo en el momento de su curación.
El incidente produjo un gran impacto en la mente del futuro doctor (terminó ejerciendo como médico homeópata) y se dedicó a analizar los ojos de la gente, hasta que tuvo la edad suficiente para entrar como interno en el hospital del Colegio de Médicos. Allí es donde pudo estudiar multitud de casos de lesiones orgánicas y afianzar sus teorías. Y allí descubrió también cómo los medicamentos de uso corriente en la época (yodo, bromuro, quinina, etcétera) producían cambios de coloración en ciertas partes del iris.
A partir de entonces su vida estuvo volcada en la investigación y publicó, en su madurez, el primer libro de iridiología científica, que le valió para crear escuela y darse a conocer como el padre de esta disciplina. En España, fue la obra del oftalmólogo bilbaíno Juan Ángel Bidaurrázaga, publicada en 1920, la que se ocupó de difundirla.
El ojo al desnudo
Parece que lo único que está demostrado por la experiencia y la observación es que el iris y las alteraciones del organismo tienen relación.
«El iris está conectado directamente al sistema nervioso central, y éste regula las funciones del organismo a través de los ganglios espinales y la médula. Como el sistema nervioso está interrelacionado con todos los órganos del cuerpo, todo lo que sucede internamente pasa a través de este sistema, y la información llega a las terminales del iris, provocando la aparición de marcas que aportan datos sobre el estado de salud del individuo», asegura Jesús Vázquez, pedagogo, dietista e iridiólogo, fundador de la Escuela de Medicinas Alternativas. «Con este método, lo que se “ve” es la “suciedad” de los órganos internos, los residuos que pueden desencadenar o derivar en una enfermedad. Por eso, los iridiólogos intentamos limpiar el organismo corrigiendo la dieta y complementándola con suplementos naturales».
Las marcas y coloraciones -o decoloraciones- extrañas que se van dibujando en el iris indican que la sangre, linfa o tejidos funcionan mal, o que el estómago, intestino, hígado, riñones o pulmones están alterados. «Cuando se administra un remedio curativo, las marcas empiezan a sufrir cambios hasta que desaparecen», indica el iridiólogo.