Terapias naturales – Con frecuencia, a las mujeres, cuando somos madres, nos preocupa que nuestros hijos estén lo más sanos posible y que, en caso de que lleguen a enfermar, la dolencia en cuestión sea breve y genere el menor número de repercusiones posible. Por otro lado, también está la importancia otorgada, no sólo a la recuperación de la salud en un tiempo relativamente corto, sino también que los efectos de los medicamentos no sean indeseables, siendo aquí donde la medicina natural y las distintas terapias que nos ofrece, nos proporcionan una alternativa que, por muchas razones, puede generar nuestra tranquilidad.
No es nada nuevo que, el hecho de no tratar correctamente una enfermedad, puede conllevar la aparición de otra nueva o que, incluso, el aborto de los síntomas, puede derivar posteriormente en una enfermedad de mayor gravedad (tal es el caso de los problemas de la piel como eccemas, dermatitis, urticarias, etc., tratados con corticoides que, transcurrido un tiempo, pasan a capas de la piel más profundas, provocando, por ejemplo, casos de asma).
Lo que más me interesa, como madre y profesional de las terapias alternativas, es el principio por el que éstas actúan: Vis Medicatrix Naturae, que viene a ser algo así como el hecho de potenciar la propia capacidad de autocuración de la persona; en este caso, del niño. Y esto nos garantiza que el proceso no ha sido artificial, que no se ha administrado ninguna sustancia que ha obrado por sí misma, sino que ha ido adónde tiene que ir para que el restablecimiento del equilibrio se realice de manera natural.
La elección de tratar las dolencias propias de la infancia con terapias naturales, tiene varias justificaciones:
La certeza de que, un tratamiento bien indicado, actúa no sólo sobre los síntomas y los signos visibles, sino también sobre la raíz del problema.
- Un menor porcentaje de efectos secundarios e indeseables.
- Un menor riesgo de contagio.
- Una curación más efectiva y duradera.
- Un daño orgánico nulo o mínimo.
- Se potencia el sistema inmunológico del niño.
- La posibilidad de tratar no sólo problemas de tipo físico, sino también la esfera psicológica y emocional.
Un correcto diagnóstico, basado en la identificación adecuada de la sintomatología, así como realizarlo de forma temprana, supone una importante garantía de éxito.
Voy a describir aquellas terapias que conozco y en las que me he formado, y que he comprobado su efectividad en los niños.
Homeopatía: consiste en administrar «venenos» o sustancias que, en dosis altas producirían unos síntomas similares a los que el paciente presenta en un momento determinado de la enfermedad y que, tomados en diluciones homeopáticas, sirven para tratar dichos síntomas.
La homeopatía es muy efectiva en casos de: bronquitis, bronquiolitis, asma, fiebre, dolores de la dentición, efectos secundarios o indeseados de las vacunaciones, etc. Algunos remedios bastante utilizados en enfermedades pediátricas son: Mercurius Solubilis (amigdalitis), Árnica Montana (golpes y traumatismos), Belladona Atropa (fiebre e inflamación), Chamomilla (inquietud y dentición), Pulsatilla Nigricans (reclamo de atención y cariño), Apis Mellifica (inflamación), Magnesia Phosphorica (dolores de tipo neurálgico).
Lo importante de la homeopatía es, junto con la elección del remedio adecuado, que la dilución elegida sea también la apropiada (no actúa igual un remedio 7 CH que 6 LM), por lo que es imprescindible recurrir a un profesional cualificado y evitar el autotratamiento cuando esta terapia se desconoce.
Masaje metamórfico: se trata de una técnica manual, que se aplica en los pies, las manos y la cabeza, y contribuye a liberar todas aquellas tensiones, miedos, etc., que la madre transmitió al feto durante el embarazo y que pueden estar limitando al niño en el momento presente en algún ámbito de su vida (estudios, timidez, falta de iniciativa, miedos, etc.). Si bien esta técnica sorprende por lo sencilla de aplicar, sus efectos son innegables y sorprendentes. Aunque puede recibirse por parte de un terapeuta, lo ideal es que uno de los padres (o ambos) la aprendan y se la apliquen al pequeño/a, pues ayuda a fortalecer el vínculo entre ellos/as, especialmente si el embarazo, el parto o la maternidad/paternidad presentó alguna dificultad.
Reflexología: consiste en la estimulación de las zonas reflejas del pie que representan los diferentes órganos y, con ello, se consigue el tratamiento de trastornos típicos de la infancia: gases y flatulencias, hipo, estreñimiento, resfriados y congestión nasal, etc.
Es importante tener en cuenta que, en un primer momento, el niño puede sentirse invadido y rechazar nuestro contacto, por lo que será necesario actuar de forma paciente y nunca impositiva para que no interiorice un mensaje negativo sobre el tacto, y lo interprete como algo molesto e invasivo.
Esencias Florales: actúan a nivel emocional, sobre la psique de la persona, por lo que resultan sumamente útiles en caso de: exceso de emotividad, reclamo frecuente de atención, regresiones a etapas pasadas de la infancia, insomnio, nerviosismo, etc.
Algunas esencias útiles en la infancia son: Holly, Cherry Plum (rabietas incontroladas), Chicory (reclamo de atención), Walnut (cambios que, durante la primera infancia, son constantes), Impatiens (desear que todos los deseos sean satisfechos al instante).
Oligoterapia: de sus beneficios durante el embarazo y la lactancia, así como en los niños ya hablé en un artículo del número anterior de esta revista. No obstante, comentar que los oligoelementos suponen una alternativa muy eficaz en casos de: dentición (ManganesoCobre, Magnesio), irritabilidad o insomnio (Magnesio), inapetencia y retraso en el desarrollo (ManganesoCobre), catarros (Cobre), resfriados (Cobre, ManganesoCobre, Azufre), alergias (Manganeso, Azufre, Fósforo), dermatitis y eccemas (Azufre), otitis y otras infecciones de la esfera otorrinolaringológica (Bismuto, Cobre, ManganesoCobre), etc.
Reiki: se trata de una terapia energética consistente en la imposición de manos del terapeuta sobre el cuerpo del paciente. Cuando se trata de un bebé, puede aplicarse Reiki conjuntamente a la mamá y a su pequeño/a, pues éstos últimos son sumamente sensitivos y reciben de buen grado la transmisión de energía.
Las aplicaciones de esta terapia son numerosas, puesto que actúa a nivel emocional, físico (además de hacerlo en el resto de cuerpos energéticos que poseemos). Además, el Reiki nos ofrece la posibilidad de tratar a cierta distancia del cuerpo, sin contacto, en el caso de que la persona se sienta incómoda al ser tocada y rechace el contacto.
Las terapias alternativas han demostrado sobradamente su eficacia, siendo esta mayor e innegable cuando se recurre a terapeutas cualificados y no a la prescripción automática y universal. Éstas se caracterizan por tener en cuenta al paciente y su individualidad, y utilizan un tratamiento personalizado para cada caso.
Susana Díaz Paniagua
Naturópata, Homeópata, Maestra de Reiki,Terapeuta Floral, Reflexóloga
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