Agua y sal

1927

Estos dos portadores esenciales de la vida han experimentado en los últimos cien años una desnaturalización tal, que seguramente se podría buscar aquí la mayoría de las causas de salud y de enfermedad. La ciencia también ha dejado de limitarse a llamar el agua solo H2O o a la sal NaCl. La denominación agua viva o sal viva ya ha alcanzado por tanto una justificación científica. El biofísico alemán Peter Ferreira informó sobre este tema en una serie de ponencias, así como sobre los resultado de un estudio de investigación que él está dirigiendo desde hace unos dos años para un instituto americano. En este estudio, 400 pacientes son tratados exclusivamente con tratamientos de agua y sal en unas minas de sal curativas en Berchtesgarden (Alemania). Se trata de un estudio científico que fue desarrollado en colaboración con el “Ludwig-Boltzmann-Institut” en Austria. Este instituto lleva a cabo un diagnóstico segmentario en los pacientes, de manera que también se está siguiendo el desarrollo en el sentido de la medicina tradicional. En el campo del agua se colabora con el reconocido investigador del agua y biofísico Dr. Wolfgang Ludwig, así como con la bióloga italiana Dra. Cicollo, quien en los últimos veinte años ha investigado aguas curativas en base a su patrón de frecuencias. Es mérito de esta mujer que hoy en día ya existan en Italia 14 centros de agua-luz reconocidos, en los cuales y bajo dirección médica, los tratamientos aplicados se limitan exclusivamente a trabajar con aguas curativas.  Ferreira: “Nuestras investigaciones no tienen como objetivo una marca determinada de agua o de sal. Se trata de la capacidad del agua y de la sal, habiendo ahí mucho más que lo que hasta ahora científicamente estábamos dispuestos a reconocer. En los últimos años ha surgido diversa literatura acerca del tema agua, pero acerca de la sal –un tema de importancia similar- no hay literatura disponible. Pero antes de ir más al fondo quisiera hacer una pequeña introducción acerca de lo que nosotros llamamos biofísica, para luego seguir hablando científicamente, pero de forma que sea comprensible para todos.

Los biofísicos investigan organismos vivos, bien sean plantas, animales o humanos. Se ocupan de la vida de las cosas. Si, por ejemplo, nos limitamos a observar la materia, lógicamente podemos entender solamente lo material. De modo que es esta zona límite de materia y energía en la que estamos ocupados los biofísicos. Lo que comúnmente se llama vida, en la física lo llamamos energía. Sabemos de la física, que la energía no se distruye. Sólo conocemos diferentes estados. Por tanto, si la energía no se distruye, la vida  -consecuentemente- tampoco se puede destruir. Con esta perspectiva sólo pretendo apuntar la importancia de la relación natural entre materia y energía. Y así los alimentos o víveres realmente tendrían que proporcionar vida. Y si un alimento ya no es un medio vivo, sino que –debido a su elaboración previa– tan sólo es un medio muerto, éste posiblemente podría proporcionar la muerte.

La leche es el mejor ejemplo para entenderlo. Existen unas investigaciones científicas estupendas en este aspecto. Tomemos por ejemplo la vaca que acaba de parir un ternero y ahora le quiere dar esta leche materna para que crezca y se desarrolle. Ahora bien, si de esta vaca tomásemos la leche, sin mezclarla con otras leches, y la llevásemos a la central lechera para solamente ser pasteurizada, es decir para hacerla pasar el mismo tratamiento que la ley prescribe para la venta libre de leche, y si a continuación llevásemos esa misma leche de vuelta al ternero y le dejásemos beber exclusivamente de esta leche de su madre, este ternero moriría lo más tarde a los 21 días. Interesante, ¿verdad? Merece la pena que pensemos un poco sobre esto. ¿Qué es lo que necesita este ternero: el calcio de la leche o las proteínas?, ¿o es acaso la vida oculta detrás de todo esto? Con la destrucción de la estructura de la leche se derrumbó la geometría del líquido, y donde no existe geometría, no existe energía.

Igualmente debemos explicar críticamente las relaciones biofísicas de nuestros preparados de complemento alimenticio. Incluso en las vitaminas naturales hay que ver si la estructura coherente, la actividad, sigue garantizada. Lamentablemente se suele ver todo el campo de los preparados de complemento alimenticio desde el punto de vista puramente bioquímico. Pero es la biofísica la que cuenta aquí. Pues, ¿de qué se trata realmente? ¿Necesito la vitamina o necesito la información contenida en ella? Porque lo que finalmente nos interesa en la biofísica es la energía, es decir, información, o también podríamos decir, el patrón de frecuencias electromagnético.

En el fondo se trata simplemente de sobreponer ondas de igual longitud, pero de diferente origen, para obtener un efecto de resonancia en nuestro cuerpo y para así aumentar la energía. Se trata de proporcionarnos un alimento que contenga elementos como aquellos de los que nosotros mismos nos componemos. Entonces es posible conseguir un efecto de resonancia. Pero si esta resonancia no existe, el alimento hace exactamente lo opuesto, es decir disonancia en vez de resonancia. La consecuencia son los residuos que deja el alimento. Nuestro cuerpo tiene que gastar muchísima energía para digerir estos alimentos, que en el fondo están muertos. De modo que perdemos energía valiosa en vez de recibirla por medio de suministro de alimento vivo.

También tenemos que observar las relaciones por medio de las cuales la energía llegó a materializarse. La materia depende de la energía que la forma. La materia es energía en vibración. Y esta vibración genera una frecuencia, la llamada longitud de onda. Y son precisamente estas longitudes de onda, esta energía, esta corriente, como la conocemos también de la electricidad, a lo que yo voy. De la electricidad conocemos sólo sus efectos. La bombilla está encendida, pero la electricidad en sí es invisible. No la podemos meter en una bolsa, y sin embargo sabemos que ésta corriente mensurable está allí. Y esta electricidad, esta vida también fluye por nuestro cuerpo. Y el acumulador-hombre también necesita estar cargado en sentido físico. Si nuestra batería no está cargada, entonces le daríamos a este estado el nombre de alguna enfermedad. En el sentido de la medicina tradicional ya se conocen más de 40.000 enfermedades. Pero si somos precisos, existe solo la salud o la enfermedad. Siempre hablando en singular. Tampoco hablamos de diversas saludes. Y la enfermedad no es más que un déficit de energía, un déficit de actividad. Y ese déficit se expresa en forma de un síntoma.

Pero si sólo nos limitamos a combatir ese síntoma, aún no hemos descubierto nuestra enfermedad. Si vamos a un médico, él nos preguntará con razón: ”¿Qué le falta?” Y nuestro idioma lo expresa claramente: algo nos falta. Nos falta energía, nos falta actividad. Y en ese caso, de poco nos sirve un tratamiento de los síntomas. Tenemos que ir al fondo de la causa.

En 1984 se le concedió el premio Nobel al físico nuclear suizo Dr. Rickbal por su descubrimiento de una constante natural matemáticamente calculable, mediante la cual se podía ilustrar la relatividad entre la materia y la energía que la forma. Esa relación es aproximadamente uno a mil millones. Así que se necesitan mil millones de unidades de energía para mover una unidad de masa. Lo cual también significa que los humanos en realidad siempre nos estamos ocupando de una milmillonésima parte de la realidad. Electricidad también es energía, pero sólo vemos sus efectos, y sin embargo aceptamos en ese campo la electricidad mensurable.

Ahora imaginémonos eso en nuestro cuerpo vivo. Si examináramos un cuerpo humano conforme a la ciencia tradicional en base a su composición hasta llegar al campo de los elementos y si ese humano muriera al cabo de cinco minutos y nosotros repitiéramos ese examen, obtendríamos exactamente el mismo resultado que hace cinco minutos, es decir, antes de su fallecimiento. Lógicamente nos tenemos que preguntar por la energía, la fuerza, el estado de orden capaz de mantener esta materia coherente de tal forma que de ello resulte el cuerpo humano. Si ese estado de orden no existe, lo que tenemos es la descomposición.

Y aquí es donde en realidad empieza la ciencia natural. En la física sólo hablamos de las relaciones mecánicas. La física se basa en la mecánica, la mecánica en la rueda, la rueda en el círculo, y el círculo lo necesitamos para la repetición. Si de este modo llegamos siempre al mismo resultado decimos que “esto está científicamente comprobado”. Pero ese círculo no existe en la naturaleza. En la naturaleza solo conocemos la espiral. Aunque volvamos siempre al mismo punto, lo hacemos a otro nivel, similar a como lo conocemos de las estaciones del año.

Todos los años volvemos a tener verano, y sin embargo sabemos, que cada año nos mostrará un verano distinto. Esa forma de espiral es también la que forma nuestro organismo físico. Lo conocemos de nuestro ADN, nuestra información genética hereditaria. Y precisamente esta forma de espiral la encontramos también en el agua, cuando se mueve por sí mismo en forma de hélice como agua viva. Pero primero quiero volver una vez más a la unidad, antes de seguir con el tema del agua. De modo que en la naturaleza encontramos tales estados de orden. Conocemos estados de orden de las matemáticas. Y parte de las matemáticas es la geometría. Si meditamos un momento sobre esta palabra: ¿Con qué nos encontramos? Geo –la tierra, metría– la medida, es decir la medida de la tierra. Es decir, que existe oculta una medida de la tierra divina, que geométricamente siempre se reconstruye de la misma manera, tal y como ya la conocemos de todos los cuerpos platónicos.

Porque es allí donde la energía ha comenzado a materializarse, por medio de la cristalización. Y si contemplamos un cristal -digamos un cristal de roca-, entonces sabemos por un lado, que no existen dos cristales de roca idénticos, pero por otra parte, que cada uno de esos cristales de roca presentan exactamente la misma geometría y que por tanto pertenecen a los cuerpos platónicos. Aunque aquí se trata de silicatos, deberíamos hacernos la pregunta sobre qué poder hay oculto detrás de esto, para que estos cristales de roca tengan una composición geométrica tan perfectamente igual. Lo que quiero resaltar es la geometría perfecta de los cristales.

Posiblemente usted preguntará: y todo esto, ¿qué tiene que ver con el agua y la sal? Pues, ¡muchísimo! Porque el agua en su estado intacto presenta esa estructura cristalina. Ya les había dicho al principio, que no quiero hablar de un agua cualquiera, sino de la capacidad del agua y de la sal para transmitir energía, es decir, información. Porque es verdad que en un cristal semejante hay un contenido de información, una energía mensurable, que en la física se mide como piezoelectricidad y que está ligada a su estructura geométrica.  En sentido material, la evolución comienza con el número de orden 1, el hidrógeno. Del hidrógeno se desarrolló el agua. H2O: 2 partes de hidrógeno, una parte de oxígeno. Esto es geometría.

Y esta molécula de agua forma un tetraedro perfecto con cuatro triángulos equiláteros, que tienen una colocación determinada. En el tetraedro encontramos la refracción angular de 104,7%. Si ahora juntamos cuatro de estos tetraedros, ¿qué obtenemos? La pirámide de Keops exacta con un ángulo de 52°. Es de suponer que los arquitectos de las pirámides tenían algo superior en mente.

En la molécula de agua encontramos la más pura energía lumínica. Y estos mil millones de biofotones, estos quantos de luz, tienen una colocación diversificada dentro de esa molécula de agua. Ésta es la razón del por qué nunca existen dos moléculas de agua idénticas. Y sin embargo decimos: “Todo esto es H2O”.

El agua se ordena gracias a su estructura molecular. El agua realmente se compone de dos aguas diferentes. Agua de la ordenada estructura I y agua de la desordenada estructura II. El agua de la desordenada estructura II lo llamamos en sentido científico “la fase cristalina”. Cuanto más alta sea la fase cristalina en el agua, más alto es el contenido de información en forma de frecuencias mensurables. De modo que es realmente posible medir vibraciones electromagnéticas dentro del agua. Es interesante que las mismas vibraciones existen igualmente en nuestro cuerpo. Cuando el agua se mueve en esta forma de meandros, la energía es sometida a turbulencias, es decir: quantos de energía, que suben de esta manera levitante hacia arriba.

Antes de que el agua esté “madura” y fluya en el interior de la tierra, es decir, antes de llegar levitando a la superficie a través de manantiales artesianos, absorbe en el interior de la tierra patrones de frecuencias geomagnéticas, es decir, toda la información sin la cual el agua no está madura.

Conocemos agua en diferentes estados de agregación: en forma de gas, como por ejemplo vapor de agua, de forma líquida como agua normal, y en forma de hielo. El agua tiene su mayor densidad a 4°. Pensemos un momento en la nieve. Cuando contemplamos un copo de nieve bajo el microscopio electrónico, reconocemos una estructura geométrica perfecta. ¿Qué energía tiene que haber detrás de todo esto para que el copo de nieve tenga el aspecto que tiene? ¿Quién es el encargado de ésta estructura tan perfecta? Y que interesante resulta saber que no existen dos copos de nieve idénticos. A pesar de que todo sea H2O. Y más asombroso aún resulta saber que si un copo de nieve, que se derrite de forma natural y se vuelve a congelar sin haber recibido más contenido informativo, vuelve a formar exactamente el mismo copo de nieve. Pese a que no existen dos copos de nieve idénticos, ¡él recuerda cómo es! Parecerá increíble, pero el agua realmente tiene una memoria. Esta memoria va unida a la geometría, porque es la geometría la que es capaz de almacenar contenido de información. Y tal como la geometría está ordenada dentro del agua, lo está también el contenido de información.

Ésto es lo que en el agua nos debe importar en primer lugar. Es decir, no beber agua sólo para estar más sanos, sino beber agua, porque el agua es capaz de transmitirnos conciencia, de ampliárnosla, y eso en longitudes de onda determinadas que determinan el contenido de información. Ésta es la razón de por qué nuestro cuerpo se compone aproximadamente de un 70% de agua, igual que nuestro planeta tierra se compone aproximadamente de un 70% de agua.

Igualmente, el contenido de sal en nuestro cuerpo y en el planeta tierra asciende a un 1%. Es interesante que también el oro y demás elementos-traza se encuentran con un similar porcentaje tanto en la tierra como en nuestro cuerpo. Ésto es microcosmos – macrocosmos.

En nuestro cuerpo el agua hace que podamos estar de pie en el suelo, que nos podamos agachar y que podamos volver a erguirnos. Porque el agua tiene un carácter dipolar. El agua mismo es un dipolo. Éso significa que cada molécula de agua tiene un polo positivo y otro negativo y está rodeada de un campo electromagnético, es decir, de una frecuencia mensurable. Igual que nuestra tierra tiene un polo positivo y uno negativo y está rodeada de una atmósfera. También resulta interesante saber que la resistencia de nuestra atmósfera es igual a la corriente cerebral, que son 7,83 hertzios, y que desde el año pasado ha subido ligeramente.

Sobre el agua existen nuevas y objetivas investigaciones científicas del investigador japonés Masaru Emoto. Con decenas de miles de fotografías hechas con el microscopio electrónico, Masaru Emoto ha podido demostrar que el agua tiene esa estructura geométrica, pero que también puede perder este estado de orden cuando la matamos. El cristal, la estructura geométrica, se parte. Ésto hace que el agua caiga en un estado disonante, caótico, lo que tiene un efecto destructor en nosotros. En el campo biofísico ya sabemos que cuando el agua fluye varios cientos de metros por una tubería, estando sometida a la presión de la misma, su automoción es destruída por la relación de presión de la tubería kilométrica. O sea que se parte la fase cristalina del agua. Ya sólo por esta razón el agua corriente no tiene la calidad biofísica. Y esto sin tener en cuenta la contaminación química. Sólo pocas personas saben que en la agricultura actual ya se están empleando más de 300 pesticidas y fungicidas diferentes, de los que 280 son cancerígenos, a parte de los nitratos, que están cargando nuestro agua corriente de forma cada vez más duradera. Hasta el año 1992 la Ley (en Alemania) exigía que se midiesen 63 de estos productos. Sólo 63 de 300, sabiéndose perfectamente el efecto tan cancerígeno de los mismos. En 1992 cambiaron la Ley y ahora ya no son 63, sino tan sólo 18 los que hay que medir. De modo que solamente se están analizando 18 de estos productos, a pesar de que su número va en aumento. ¡Esto es inconcebible!

Así que ¿de qué nos sirve una alimentación sana y todos los productos de complemento alimenticio, si ahorramos en nuestro alimento número uno, el agua? ¿Si nuestro agua, lo que más necesitamos, nos pone enfermos? Tiene su justificación el por qué conocemos fuentes curativas que durante cientos y miles de años nos han traído la “cura” o la “salvación”. ¿Qué es lo que estas fuentes curativas han dado a estas personas? Les ha devuelto la actividad, independientemente de dónde les hacía falta. Y de esto sólo es capaz el agua viva. Por eso repito y digo, que si bebemos agua viva, nos trae la vida. Pero si bebemos agua muerta, nos puede traer la muerte.

Así por ejemplo, en el estudio que estamos llevando a cabo en las minas de sal curativas, hay personas que no se alimentan más que de agua. Nuestros medios omiten intencionadamente la información de que en todo el mundo existen varios miles de personas que no toman nada más que agua. Tenemos a una mujer que desde hace más de veinte años sólo toma agua. Igualmente un niño de cuatro años. Después de que el chico dejara de tomar leche materna, no tomó otra cosa más que agua. Este niño no quiere comer otra cosa y no presenta deficiencia alguna. Y gracias a Dios sus padres son lo suficientemente inteligentes como

para no someterle a una alimentación forzada.  Pensemos sobre cómo es posible algo así. Si por ejemplo sabemos que nuestro cuerpo no es capaz de producir vitamina C… ¿No es posible que el cuerpo adquiera el patrón de frecuencia de la vitamina C por medio del agua? ¿No sería quizás posible que también en este caso solamente se tratase de la estructura geométrica de la vitamina C?

Existe un estudio interesante que se ha llevado a cabo en Inglaterra con gatos. Los gatos sólo recibieron comida preparada en el microondas y el agua que se les daba, también tenía que pasar un tiempo breve por el microondas. También es importante que en este estudio los gatos no estuvieron expuestos a frecuencias solares. El resultado lamentable de este experimento fue que al cabo de tres semanas todos los animales sin excepción habían muerto. ¿Y de qué murieron? Se habían muerto de hambre, a pesar de haber comido mucho más de lo normal. Recordemos que hace 350 años, los indios ya nos profetizaron que vendría un tiempo en

que el hombre blanco moriría de hambre comiendo de platos llenos. Y es asombroso lo poco que necesitamos comer cuando se trata de comida viva.

El 70% de nuestro peso corporal es agua. Partiendo de un peso de 70 kilos, eso significa nada menos que 50 kilos de puro agua. Como ya dije antes, nuestra tierra también se compone en un 70% de agua. Y esta agua tiene en sí misma una capacidad muy especial: puede transmitirnos frecuencias, es decir, longitudes de ondas. Se trata aquí de efectos de resonancia que obtenemos del agua. Y si encima no bebemos suficiente agua en el sentido bioquímico, nos deshidratamos. En realidad la mayoría de nosotros estamos deshidratados.

Y por causa de esta deshidratación también mueren células en nuestro cuerpo. Aquí la bioquímica y la biofísica tienen que trabajar juntas. Por un lado hay que beber suficiente, y si hablo de agua, quiero decir agua de verdad. Tampoco lavamos nuestra ropa en una taza de café, en un vaso de zumo de naranja, ni en Coca Cola ni en cerveza. Es de fundamental importancia comprender holísticamente que el agua es un disolvente. Como ya hemos dicho: con agua usted puede aportar vida a su cuerpo, y con agua muerta,

a veces la muerte. Como dentro de nuestro estudio también trabajamos con médicos, pudimos observar muy pronto cómo somos capaces de ayudar al 97% de las personas en las minas de sal curativas sólo mediante tratamientos de agua y sal. Y eso que algunas de las personas ni siquiera cambian su dieta. Incluso hemos podido obtener grandes éxitos en casos graves de intoxicación. El 70% de nuestro cuerpo no vive del agua químicamente limpia, sino del agua biológica de alta calidad. Ésta le suministra informaciones vitales a nuestro organismo, sin las cuales aparentemente no podemos vivir con buena salud.”

Hasta ahora hemos hablado de nuestro alimento número uno, el agua. Concentrémonos ahora al alimento número dos, la sal. También es la historia “del oro blanco al veneno blanco”. Desde siempre fue la sal el “oro blanco”. Hará solamente unos cien años que se convirtió en el “veneno blanco”. Los alquimistas lo denominaban el quinto elemento. Las cruzadas no sólo se llevaron a cabo para liberar a Jerusalén de los infieles. También tuvieron lugar para asegurar los derechos en el Mar Negro, aún cuando los libros de historia actuales no nos cuenten nada de ésto. Y los soldados romanos preferían ser pagados en “oro blanco” que en “oro verdadero”. Porque seguramente hubiesen podido ser ricos, pero hubiesen perecido de no haber tenido la sal necesaria.

Mirándolo bien, nuestro cuerpo sólo consta de agua y de sal. Seguramente no se me dará la razón si digo ésto, pero la sal de marca que se emplea en casa no cumple los criterios de los que se trata aquí.

La sal como la estamos analizando aquí sólo la conocen muy pocos en la actualidad. La sal contiene 84 elementos. Lo que nosotros almacenamos en el armario de nuestra cocina es lamentablemente sólo la versión reducida: cloruro sódico. En la naturaleza no existe en esta forma. Aunque el cloruro sódico es el componente principal de la sal, no dejan de ser sólo 2 de los 84 elementos de la sal. El cloruro sódico siempre se unirá a sus antagonistas necesarios, para construir una unidad, porque de no ser así, su efecto agresivo sería destructivo. Y si destruimos aquí la unidad, destruimos la base de nuestra vida. Nuestro cuerpo necesita forzosamente la sal de la naturaleza.

Y sólo la simbiosis de estos 84 elementos es la sal que el hombre y los animales han consumido desde siempre en esta forma natural. Con el sentido de sobrevivir nuestros antepasados ya descubrieron lo que necesitaban de alimento. Incluso los animales lamen con instinto seguro la sal de roca.

La sal es uno de los cuerpos platónicos y tiene una estructura cúbica, repleta de quantos de luz. El cubo representa lo que nosotros denominamos materia. Si yo me pusiera a descomponer cualquier materia hasta sus últimos componentes, no quedaría nada más que… ¡sal! Y es interesante que en nuestro cuerpo existen los mismos 84 elementos en su forma natural. No sólo disponemos de una circulación de la sangre cerrada, sino también una circulación de la sal cerrada. Ésto es un hecho, aunque en la actualidad sólo es sabido por unos pocos.

La característica más importante es que la estructura atómica de la sal no es molecular, sino eléctrica. ¿Y esto qué significa? Tomemos como ejemplo el cristal de roca. Si lo ponemos en agua durante 10 minutos y después lo volvemos a sacar, recuperamos exactamente el mismo cristal de roca. No ha cambiado, porque la estructura geométrica de este cuerpo platónico es molecular. Aun cuando sea capaz de emitir patrones de frecuencias y tenga una estructura cristalina, no es capaz de ionizarse. Con la sal –y sólo con la sal– pasa algo diferente. La estructura eléctrica de la red de cristal atómica hace que la sal se disuelva

cuando la ponemos en agua. De esta manera hemos obtenido otra cosa, que no tiene nada que ver con la sal. Se ha convertido en solución salina. Si ahora dejásemos que el agua volviese a evaporarse, obtendríamos nuevamente sal. Esta versatilidad de la sal, garantizada por su estructura eléctrica, es la que nos mantiene vivos: la conductividad eléctrica. Seguramente recuerdan los ensayos escolares en física, cuando el profesor cortaba un cable de un circuito eléctrico y metía los dos cabos sueltos en el agua para demostrar que el agua de por sí no posee propiedades conductivas. Y después bastaba con echar unos granitos de sal en el agua para encender la bombilla, a pesar de que los dos cabos del cable no se tocaban.

Y es esa conductividad -nosotros lo llamamos balance electrolítico- la que hace posible que fluya electricidad mensurable por nuestras arterias, más aún, que el líquido de nuestras células sea transportada, gracias a esa electricidad. De no tener esa sal que hace fluir la electricidad por nuestro cuerpo, no seríamos capaces de tener ni un pensamiento, no tendríamos ningún balance hormonal y no tendríamos potencia sexual.

Incluso es posible demostrar clínicamente que la mayoría de las personas sufren una deficiencia de sal, a pesar de estar sobrecargadas de cloruro sódico. Cuando la conductividad eléctrica no está garantizada, se producen contactos flojos. Todo personal sanitario sabe que una de las primeras cosas que hay que hacer cuando una persona ha sufrido un accidente grave es, proporcionarle una infusión de sal como sustituto de sangre, para garantizar la conductividad eléctrica durante el transporte al hospital y así mantener al accidentado vivo. Porque la sangre no es otra cosa que una solución salina idéntica al agua marina.

Y de esta solución marina quiero hablar a continuación. Una solución salina es luz de sol líquida, portadora de los bigotones más puros. Quantos de luz que se han fijado en una red cristalina cúbica y que solo se disuelve cuando se le añade agua. Con ella obtenemos una sopa primaria, como se suele llamar. También se dice que la vida empezó en el mar. Y antes de nacer también hemos pasado durante 9 meses por toda la cadena de la evolución de la existencia humana. Y el líquido amniótico dentro del útero es una solución salina perfecta con 37° de temperatura.

Con una solución salina somos capaces de construir prácticamente de la nada aminoácidos, que hacen falta para que se formen organismos unicelulares. ¿Cómo es posible? Pues porque en una solución salina –la luz solar líquida– está todo para crear vida.

La sal tampoco tiene que ser metabolizada. Tenemos que metabolizar todos los elementos materiales de nuestros alimentos. Así, por ejemplo, hay que destruir primero la proteína antes de que nuestro cuerpo pueda crear su propia proteína de los aminoácidos descompuestos. Con la sal es diferente: la sal va directamente al cerebro. Y es que tiene una estructura eléctrica. Podríamos denominar a la sal como una fuerza neutra. Y efectivamente, la sal es capaz de equilibrar siempre, tanto bioquímica como biofísicamente. Hasta hace 100 años se empleaba la sal como medicamento universal. Pero la industrialización hizo que nos alejásemos de la integridad. La industria descubrió la sal y los otros 82 elementos se consideraron como impurezas, puesto que sin ellos la sal tenía un efecto mucho más agresivo, tal y como lo necesitaba la industria. Porque el 93% de la producción de sal mundial va a la industria para la transformación de determinados procesos industriales. Sin la sal industrial no tendríamos por ejemplo ni aceite mineral, ni plástico, ni tampoco plastificantes.

Por tanto, nuestra sal fina es un producto residual. Otro porcentaje pequeño se usa como conservantes en alimentos y el resto, el 0,3%, entra como cloruro sódico puro en nuestras cocinas. Nuestros riñones son capaces de expulsar aproximadamente de 5 a 7 gramos de cloruro sódico. Pero nosotros ya comemos de 12 a 20 gramos de este veneno tan sólo debido a la industrialización de nuestros alimentos. Hasta en el yogur podemos encontrar cloruro sódico como conservante. ¿Y cómo sino sería posible que el yogur se conservara tanto tiempo fuera de la nevera? Es decir, que ya recibimos una cantidad de cloruro sódico superior a la que nuestro cuerpo es capaz de expulsar.

A pesar de que la mayoría de las personas sufren una deficiencia de sal, están sobrecargadas de cloruro sódico. Nuestro cuerpo intenta protegerse de esta sobrecarga de cloruro sódico mediante hidratación: es decir, el cuerpo necesita 23 gramos de agua por cada gramo de cloruro sódico que no es capaz de expulsar. Eso es veintitrés veces la cantidad para poder conseguir el estado normal. Pero el agua, que nuestro cuerpo emplea para ello, es el agua más cara que tenemos –nuestro agua celular. El cuerpo sacrifica ahora agua celular para evitar el efecto negativo del cloruro sódico. Ésto hace que mueran células. Y en consecuencia

se forma tejido acuoso innecesario, que es el vertedero perfecto para todos los demás detritos y venenos que absorbemos de nuestros alimentos. Llegado un momento determinado, el cuerpo ya no puede sacrificar suficiente agua celular. Por eso tiene una segunda variante, que es la cristalización. Porque 35 gramos de cloruro sódico son letales. Por tanto nuestro cuerpo se dispone a cristalizar la sal sobrante en nuestros huesos. Los aminoácidos de origen animal se unen con cloruro sódico, y se depositan en forma de cristales de ácido úrico, que llamamos artritis, artrosis y enfermedades reumáticas. Se trata de depósitos de productos que no tendrían que estar en nuestro cuerpo. Y encima se hacen cosas como el recubrimiento del cloruro sódico con el metal pesado hidróxido de aluminio para evitar que la sal se apelmace. O se añaden iodo y flúor para enriquecerlo bioquímicamente, lo cual ya ha conducido a interesantes enfermedades nuevas.

La sal de cristal pura era la sal de los reyes. Para la gente normal estaba la sal gema, siendo ésta y la sal de mar mil veces mejor que nuestro cloruro sódico. ¿Y en qué se diferencian la sal gema de la sal cristalina? No sólo en la geometría. Un guijarro de río se compone químicamente hablando de los mismos cuarzos que el cristal de roca. ¿Y entonces, por qué el uno es un guijarro y el otro un cristal de roca? Los elementos del guijarro son de composición grosera, porque no han estado sometidos durante millones de años a presión, a diferencia del cristal de roca. Es la presión de millones de años la que hace la diferencia entre los elementos de estructura grosera y aquellos comprimidos, en los que se forma la estructura coloidal y que hace de la simple sal gema una sal cristalina. Si por ejemplo consumimos calcio de estructura grosera, nuestro cuerpo no podrá metabolizarlo. Pero la sal cristalina no se encuentra en todas partes. Los que ya han estado en una mina de sal saben que la mayoría de la sal que se encuentra allí es de un gris oscuro. Se trata de sal gema. Pero entre ésta también se pueden encontrar vetas blancorosáceas, que han sido sometidas a presión debido a transformaciones biotectónicas de las sierras. Y en esos lugares hay sal cristalina que se extrae a mano. Y para nuestro estudio sólo nos está permitido extraer de esta sal unos pocos kilos. ¿Por qué? Como tantas otras veces hay intereses superiores adversos. Nos vimos obligados a buscar una solución y analizamos sales de las minas de sal en el Himalaya, cerradas desde hace 50 años debido a la falta de rentabilidad. Y los análisis nos iban demostrando paulatinamente que esta sal cristalina es de una calidad y pureza suprema. Allí aún no hay intereses ocultos de la industria. Y esta sal primitiva del Himalaya, que tiene unos 250 millones de años, es de una calidad tan alta como jamás habíamos encontrado en nuestros análisis de laboratorio y que ahora empleamos a diario en nuestras personas de ensayo.

Probablemente sea posible que por medio de esta sal nos podamos equilibrar en nuestro cuerpo nuevamente el patrón de frecuencias que nos falta. Podemos inducir una homeoestasia. Esto es el mecanismo de regulación natural de nuestro cuerpo. Es la fuerza propulsora que nos faltaba para que el cuerpo pudiese autocurarse. Un pequeño ejemplo: imagínese que la batería de su coche está vacía. Ésto no significa que su coche esté estropeado. Sólamente necesita ayudantes (antagonistas necesarios) para recargar la batería.

En nuestras 400 personas de prueba a largo plazo podemos observar auténticas curaciones milagrosas. En la mina curativa no sólo se regulan completamente enfermedades pulmonares, sino también daños graves del hígado, enfermedades neuronales, hipertensión e hipotensión, enfermedades de hongos y neurodermitis grave. Y exactamente lo mismo podemos conseguir con una cura de solución salina potable. Tomando 1 o 2 cucharitas de solución salina al día usted no sentirá una fatiga crónica, no le fallará la memoria, la capacidad de su mente para aprender aumentará y posiblemente usted se esté protegiendo de gran parte de las enfermedades graves.

En resumen: todos tenemos una sobrecarga de cloruro sódico y sin embargo sufrimos una deficiencia de sal. Ésta es la causa de la deshidratación de muchas personas. Podemos adquirir agua en todas partes, hasta en los supermercados, pero este agua no tiene nada que ver con agua viva. Pero todas las aguas conservan un 4% de estructura residual de la “fase cristalina” que mencionamos antes. De modo que si no podemos obtener agua de fuentes artesianas, nos queda como solución la posibilidad de tratar nuestra agua con ese resto de actividad de tal manera que al menos podamos activar la vida que hay en ella. La activación del agua reconvierte el agua corriente normal del grifo, que tiene una radiación de biofotones relativamente baja, en un alimento de alto orden, más alto que el agua embotellada. Y si usted, además de esto, hace una cura con solución salina potable, su organismo quedará fortalecido y ese plus de energía lo notará claramente.”

Traducción: Isabel Bijwaard Ruíz-Ayúcar. Resumen de conferencias del biofísico alemán Peter Ferreira. La autora, Marion Kuprat, vive en España y trabaja con la activación del agua que ha investigado el científico alemán Peter Gross.

marion.kuprat@web.de