Desaprender

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Siempre me fascinó la nada. Una nada luminosa creadora de vida. Cuando era niña me dijeron que se llamaba Dios y era mi Padre. En mi cerebro la humilde nada se convirtió en un poderoso concepto. Dejé de ser libre. La divina Providencia dirigía ahora mis actos.

Me fui alejando de esa “nada-nadie” que era mi patio de recreo:

“Mido menos de un metro y todo ocurre, no hay nada que se quede sin ser. Todo está sin estrenar porque no conozco la palabra usado. No tengo nada que hacer pero nunca me detengo porque es divertido moverse. Me duermo pero no sé que estoy dormida, por eso cuando me despierto, sigo soñando. No sé que creceré algún día, ni siquiera sé que existe el tiempo, para jugar no necesito nada más que lo que tengo: una casa ni grande ni pequeña, las dimensiones exactas para desplazar mi ligero cuerpo por un extraño magma de materia y aire.

Me escondo debajo de la cama para no ver nada cuando me canso de mirar. Si voy al espejo veo lo que veo y si no voy no está lo que no estoy viendo. Voy con el hambre corriendo a comer.

Primero hay niebla y después me duermo. No conozco el significado de las palabras nunca y siempre; todo está y cuando no está, no me acuerdo.

Programada para el asombro, hallazgo tras hallazgo, el amor no me rodea, lo rodeo yo a él…

Ni mucho ni poco. Simplemente todo. Un único día entretejido con el más allá.

Hablo y hablo para escuchar mi voz. Brillan los cristales de las ventanas. Brillan los zapatos frotados con betún. Brillan mis ojos al despertar y ver…”

(Mesón, N. 2016. Tú y yo frente al miedo, Natural Ed.)

Cuando no existían los límites ni los contornos de las cosas. Cuando el tiempo de los mayores era un espacio para jugar y mis ojos eran amigos del espejo. Cuando todo era muy grande y yo muy pequeña para poder caber…

“De cierto os digo que si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”

(Marcos 9:38-42)

A partir de los tres años, y de forma paulatina, fui adentrándome en la ilusión. Me asignaron un nombre, una identidad. Y no tuve más remedio que rendirme. Las reverendas Dominicas de la Anunciata consiguieron que aquella pequeña morenita con dos trenzas y un baby de rayas permaneciera sentada cada día seis horas en una silla aprendiendo a olvidar la magia de la propia existencia.

Me educaron para aceptar que la imagen que veía en el espejo era yo: una persona. Y que todo lo demás estaba fuera, separado de mí.

De esto modo fui dejando atrás mi ausencia. Ausencia en la que vivía inmersa en un todo simultáneo a mí, en un caótico “no tiempo” conectada con cada objeto fabricado de amor. Como yo.

La nada creadora de vivacidad seguía estando allí, pero yo, convertida en “individuo”, ya no podía percibirla.

Definición de individuo: “persona considerada independientemente de los demás”.

“La unidad básica del universo es una de las revelaciones mas importantes de la física moderna”

(Fritjof Kapra)

“El universo es un universo de participación”

(John Wheeler)

La imagen moderna del vacío sería un mar burbujeante de partículas y antipartículas que surgen de la nada y desaparecen

(Frank Close)

–Papá, ¿Si me pongo moreno, seguiré hablando español?

–Mamá, ¿cuándo yo nací tú pusiste un huevo?

–Papá, ¿Dios sabe jugar al fútbol?

–¿Mami, tú tienes fotos de pequeña, de cuando eras chimpancé?

–Vamos, hijo, que llegamos tarde… Papá, ¿por qué no has empezado a gritar antes?…


Un grupo de estudiantes ciegos visita un museo en compañía de un instructor que esforzándose por describir cada detalle, trata de hacerles partícipes de lo que él está experimentando al contemplar las obras de arte.

“Nuestra vida es una obra de arte”

(Nietzsche)

¿Serán los niños nuestros instructores, una vez perdida la visión?

–¡Mami, yo quiero vivir dentro de la niebla!.

–¡Está bien ser humano, pero a veces desearía ser un hada¡

“En una secuencia de la película: la delgada línea roja”, aparece un soldado con un fusil caminando por una tupida selva, y de repente, como si presintiera algo, se para y observando con atención todo lo que está mirando exclama: “¿Quién eres que te manifiestas de tantas formas?

Puede que le ocurriera como consecuencia del miedo. A mí me pasa algo parecido desde que llevo la muerte en los talones. El verdadero miedo te saca del tu vida, te aísla…, y puede ocurrir que te quedes completamente solo, con la mente en suspenso. Puede ocurrir entonces, de forma súbita, una visión nueva, como cuando viajas al extranjero y observas con sorpresa lo que te rodea.

La geometría de un árbol puede mostrarte en ese momento la sabiduría con la que está construido este universo, ese equilibrio perfecto, esa búsqueda de la armonía y de la simetría que tiene la naturaleza. Te parece estar viéndolo todo por primera vez, puede que entonces intuyas algo intangible, algo que carece de corporeidad.

Eso eres”.

(Mesón, N. 2018. Vida y muerte y viceversa, Natural Ed.)

 

“Aquello que es la más fina esencia –el alma de todo este mundo. Ésa es la realidad”

(Upanishads)

“El mundo externo y el mundo interior son sólo dos lados de la misma tela”

(Anagarika Govinda)


Los niños tienen suficiente fe en lo imposible. Fe en aquello que la mente adulta niega y los sentidos no confirman. La inocencia permite el acceso a la visión interna y en ese lugar, no hay dudas.

“El mundo físico no es un lugar real hecho de alguna sustancia real y verdaderamente colocado en alguna parte; es solamente un modo de contemplar a Dios”

(Bardo Thödol)

“El despertar es energético… Creces en un estado contraído y simplemente se produce una explosión dentro de lo ilimitado. Es un redescubrimiento, un recordar…”

(Tony Parsons)

Y de nuevo eres nadie. Expandiéndote en todas las dimensiones: largo, ancho, profundo, suficiente, imposible, nuevo, vertiginoso e infinito.

Y vuelves a dar rienda suelta a aquél pequeño mortal que nació para vestirse de mago y ser a veces loco o artista o autista y gritar y danzar y dar vueltas sobre sí mismo hasta caer desmayado y correr sin miedo y decirlo todo y escaparse del colegio y romper los juguetes tratando de encontrar el alma que habita en su interior, y gastar todo el dinero y comer con los dedos y decir no, y sonreír cuando no viene a cuento y regalar su posesión más preciada y tocarlo todo y acariciar con la mirada y ser místico y sorber haciendo ruido y dibujar en los libros y en las paredes, y contar la verdad y soñar en colores y no ir jamás a un funeral y no decir nunca Feliz Navidad y próspero año nuevo y cantar desafinando y mirar al sol mucho rato, y decir lo siento solo cuando lo siente y abrazar cerrando los ojos y dormirse en cualquier parte y roncar si quiere y decir no me gusta este regalo y contar los secretos y huir con el perro cuando toca besar y caminar descalzo y no recordar los cumpleaños y no celebrar las grandes ocasiones y celebrarlo todo y amar este momento…

Nieves Mesón
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