Medicina Natural y Alzheimer
La medicina natural constituye un sistema preventivo, curativo y regenerativo que se basa en las leyes inmutables de la naturaleza. Existen unos principios básicos por los que se rige la medicina natural en sus acciones o actuaciones curativas o terapéuticas: la curación o mejoría se obtiene gracias a la “vis medicatrix naturae” o fuerza curativa propia de la naturaleza; otro principio sería aquel del “primum non nocere” por el que se extiende que no debemos dañar nunca al paciente en nuestras actuaciones terapéuticas o profesionales y finalmente contemplar el principio de tratar al paciente de forma individualizada de acuerdo con aquel dicho de Hipócrates (padre de la medicina): “no hay enfermedades sino enfermos”.
Independientemente de esto, cualquier procedimiento médico o terapéutico ya sea de la medicina natural o convencional, debe respetar siempre la libertad plena del paciente de aceptar, seguir o abandonar el tratamiento cuando lo considere oportuno.
Basándonos en estos principios básicos podemos entender que, confrontadas las causas primarias y secundarias que producen esta enfermedad o mal de Alzheimer frente a los efectos favorables amplios, profundos y persistentes de la medicina natural encauzada debidamente, podemos darnos cuenta que la medicina natural científica tiene mucho que decir y hacer en prevenir, combatir y frenar el avance de esta terrible enfermedad que está originando una pandemia mundial en los países superdesarrollados y envejecidos, y que acaba con los seres humanos en un estado vegetativo lamentable que se manifiesta por un mutismo e inmovilismo desolador y una incapacidad físico-psíquica total.
Hasta llegar a este estado final irreversible, el enfermo va perdiendo la noción del tiempo, espacio y realidad y vive como si se tratara de un eterno presente, sin pasado ni futuro.
La enfermedad del Alzheimer es un síndrome demencial caracterizado por un deterioro progresivo de las facultades mentales, afectando primeramente a la memoria, y después a la orientación, capacidad de raciocinio, afectividad, sueño, actividad motora y muchas otras facultades necesarias para el desempeño de las actividades de la vida diaria.
La enfermedad cursa de manera lenta y progresiva conduciendo irremisiblemente a la incapacidad total y a la muerte. Puede manifestarse a partir de los 50 años de edad, aunque la enfermedad pueda estar gestándose a partir de los 20. El curso evolutivo y la sintomatología que presenta es muy variable y se puede decir que no hay enfermedades sino enfermos de Alzheimer.
La duración de la enfermedad atraviesa una serie de etapas pudiendo vivir los enfermos entre 3 a 20 años con un promedio de unos 7 años. Los trastornos que estos enfermos presentan son, como se decía, muy variados y floridos y dependen del curso evolutivo, así como del estadío de la enfermedad. De esta forma, se puede observar depresión, comportamiento agresivo, agitación nocturna, insomnio, estreñimiento, incontinencia urinaria y fecal, problemas de alimentación, infecciones, deshidratación, caídas, úlceras por presión, etc.
¿Por qué ocurre esto?
Porque el cerebro va perdiendo neuronas (se descapitaliza en neuronas) a través de una neurodegeneración, y además se producen fallos en la neurotransmisión nerviosa afectando sobre todo a la neurotransmisión colinérgica (por falta o escasez de la acetilcolina) que es el neurotransmisor que está más implicado en la pérdida de memoria.
Por otra parte, el tejido cerebral se va “ensuciando”, cargándose de pigmentos de la vejez y se distinguen unas zonas deterioradas o destruidas que se conocen como placas neuríticas (que afectan a los axones neuronales) y ovillos neurofibrilares (afectando a los cuerpos neuronales). Dichas lesiones características de la enfermedad están relacionadas con la presencia o depósito de ciertas proteínas anormales en las células cerebrales o en su entorno.
Así tenemos los depósitos de sustancias beta-amiloide (sustancia cérea de tipo insoluble) en el entorno de las neuronas y la proteína Tau dentro del citoesqueleto neuronal. Estas alteraciones metabólicas o de depósitos provienen de alteraciones o mutaciones de genes sobre todo en los cromosomas 1, 14, 19 y 21.
Actualmente se conocen 5 loci genéticos potencialmente asociados a la enfermedad de Alzheimer: en el cromosoma 21 (el gen precursor de la proteína beta-amiloide), en el cromosoma 19 (genotipo Apo E 4), en el cromosoma 14 (gen de la presenilina -1) y en el cromosoma 1 (gen de la presenilina -2).
El screening genético se está convirtiendo en una técnica rutinaria en el diagnóstico del Alzheimer en algunos centros especializados. Un hecho curioso observado es que algunas neuronas se suicidan por mandato programado. Este fenómeno que se conoce por apoptosis, se produce por influencias aún no determinadas. Parece que esto responde a una ley natural, por la que la naturaleza hace desaparecer las neuronas viejas o deterioradas que no sirven.
En su conjunto se puede decir que en la enfermedad de Alzheimer, el cerebro se va quedando sin neuronas, se va degenerando, muriendo prematuramente, lo que conduce a una atrofia cerebral que se localiza predominantemente en ciertas zonas (corteza cerebral del área frontal, temporal, hipocampo, etc.) y de forma asimétrica. Por efecto de la atrofia y pérdida de volumen del cerebro, los surcos o hendiduras cerebrales se hacen más pronunciados y los ventrículos más anchos y dilatados.
Las agresiones que puede recibir el cerebro de una persona -ya sea de forma persistente o intermitente- a lo largo de su vida como consecuencia de seguir una vida insana (alcoholismo, nicotina, intoxicaciones diversas, estrés psicosocial y profesional, agresión por radicales libres, estrés oxidativo, hipertensión arterial, diabetes hellitus, etc.) y por accidentes inevitables, pueden originar sufrimiento, daño cerebral con muerte o pérdida progresiva de neuronas hasta un límite en que la actividad cerebral empieza a descompensarse haciendo acto de presencia la demencia, a veces de comienzo silencioso, solapado y otras de forma más aguda; aunque en el caso de la enfermedad de Alzheimer el curso será siempre progresivo, a menos que se frene o se mejore con el debido tratamiento.
Una confirmación diagnóstica definitiva de la enfermedad de Alzheimer resulta muy difícil o imposible realizarla en vida del paciente si no se recurre a una biopsia cerebral. Los estudios histopatológicos sobre el mal de Alzheimer efectuados hasta ahora se han hecho con autopsias o necropsias practicadas en sujetos fallecidos; gracias a estos estudios necrópsicos o histopatológicos que comenzaron en 1907 con el neuropatólogo alemán Alois Alzheimer, al cual se debe el nombre de la enfermedad -que estudió a una paciente de 51 años con este mal- el esclarecimiento de esta enfermedad ha avanzado muchísimo.
Para el diagnóstico del mal de Alzheimer existen también una batería de tests neuropsicológicos y psicométricos que miden o valoran las capacidades cognitivas del sujeto (minitests cognitivo, tests de la memoria, orientación, depresión, test del reloj…) y escalas de valoración de las capacidades funcionales para el desarrollo de las actividades de la vida diaria (tanto básicas como instrumentales). Estas pruebas neuropsicológicas y funcionales que afinan bastante bien en manos expertas junto a los procedimientos de neuroimagen que se utilizan en la clínica actual como son TAC (Tomografía Axial Computerizada), RMN (Resonancia Magnética Nuclear), PET (Tomografía de Emisión de Positrones) y SPECT (Tomografía de Emisión de Positrón único), etc., se puede casi confirmar (a veces con más de un 95% de fiabilidad) la existencia de un Alzheimer en un enfermo, sin recurrir a la biopsia cerebral.
También ayuda en este menester la analítica sanguínea y de los humores y fluidos orgánicos, para descartar la presencia de sífilis, SIDA, enfermedades cerebrales por virus lentos, falta de vitamina B12 y ácido fólico, casos de hipotiroidismo, etc, y por supuesto el estudio genético para confirmar la alteración en los cromosomas.
El hecho evidente es que las demencias son dolencias muy frecuentes en las edades avanzadas de la vida, abarcando la enfermedad de Alzheimer un 50 – 70% de todas ellas, y la demencia de origen vascular o multiinfarto, un 40 – 50%. Otras demencias seniles y preseniles constituirían el 15%. A veces, las demencias seniles no se presentan de forma pura, sino mezcladas. Estas se llaman mixtas (por ejemplo Alzheimer + infarto) y constituirían otro 15%.
Se han registrado datos estadísticos y socioeconómicos precisos sobre la enfermedad de Alzheimer. Así se conocen unos 200 millones de personas afectadas por este mal en el mundo. Unas 450.000 personas padecen el Alzheimer en España. Entre ellas un 64% son mujeres y un 36% hombres. Un 90% de los enfermos españoles se hayan aún sin diagnosticar. Un 10% no reciben tratamiento. La enfermedad de Alzheimer es la cuarta causa de muerte en España. Su incidencia en nuestro país es de 1 caso año por cada 100 personas. Su prevalencia es de 1?5% entre las personas de 60 a 70 años y el 20% en los mayores de 85 años.
Hay que destacar las demencias que son transitorias (falsas demencias) por problemas de depresión, malnutrición, traumatismos craneoencefálicos, intoxicaciones diversas, de las verdaderas demencias (irreversibles o incurables) -aunque siempre tratables y aliviables- como el mal de Alzheimer, demencia arteriosclerótica multiinfarto, enfermedad de Nieman-Pick, Biswanger, etc., entre otros motivos para no asustar a la familia o al propio enfermo de algo que tiene solución.
Como hemos podido observar, la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad compleja y multifactorial y sigue siendo aún, a pesar de los grandes avances, una gran desconocida. Su abordaje preventivo y curativo debe hacerse desde un punto de vista integrador y multidisciplinario. La solución está en aplicar los conocimientos y principios de la medicina natural científica como punto de apoyo básico o de fondo. Esto es lo que posibilita realmente un aptitud optimista y realista frente a ella. La acción curativa de la naturaleza y del equilibrio psicosomático, social y ecológico, se basaría en la acción favorable de estos estímulos en función del tiempo.
Hay que entender que el enfermo tiene toda su vida por delante para poder influir sobre su cuerpo y cerebro con estímulos naturales reiterativos y que el tiempo hace que estos efectos vayan siendo acumulativos y potenciadores unos frente a otros. El tiempo es un factor a favor del paciente en este sentido. Recordemos que la base de la acción preventiva, curativa y regenerativa de la naturaleza (vis medicatrix naturae) se apoya en unos principios que, aunque son poderosos, están al alcance de cualquiera.
La medicina natural es una medicina integral causal, es decir, lo que pretende es curar la enfermedad suprimiendo las causas primarias o lejanas de la misma. Este tipo de medicina ayuda o favorece a los propios mecanismos curativos o regenerativos del cuerpo, a través de los siguientes mecanismos:
- Derivación y excreción: se estimula la purificación del cuerpo y de la sangre y también del cerebro, a través de la eliminación de los “malos-humores”, sustancias extrañas, residuos tóxicos o metabólicos, etc., por los riñones, heces, respiración, sudor, drenaje linfático, etc. Los insignes terapeutas empíricos del pasado (Kuhne, Kneipp, Priessnitz, etc.) consiguieron tan buenos resultados, incluso en casos de demencia o locura, sobre todo, por los efectos derivativos y depurativos de sus baños y dietas purificadoras.
- Provocación: estimulación y activación repetida de las defensas orgánicas y los mecanismos de eliminación y regeneración. A veces se requieren estímulos beneficiosos, repetitivos y acumulativos por el auxilio del ejercicio físico, baños derivativos y estimulantes, baños de sol, de vapor, duchas, compresas, etc. para producir crisis curativas y alcanzar finalmente la curación definitiva. En el efecto regenerativo y reparativo del cerebro tenemos que hacer constar que ciertos nutrientes especiales (vitamina E, vitamina C, magnesio, selenio, complejo B, ciertos aminoácidos, etc.) juegan un papel muy importante.
- Falsa curación: el tratamiento deberá evitar enmascarar la enfermedad y sus síntomas. Como la medicina natural lo que persigue es la supresión de las causas primarias o verdaderas de las enfermedades, evita a su vez que se produzca, tras una curación aparente, un estado enfermizo, solapado o enmascarado, que es lo que ocurre muchas veces después de un tratamiento sintomático de la medicina escolástica o convencional. Esto encierra una cierta utilidad práctica en los enfermos de Alzheimer, ya que la terapéutica natural con sus efectos favorables y persistentes suprime obstáculos para que el paciente mejore o recupere lentamente sus facultades, aún dentro del contexto de un tratamiento convencional. Los grandes avances conseguidos en los últimos tiempos, más en lo concerniente al diagnóstico que al tratamiento de esta enfermedad, aconsejan que se debe buscar el principio de la complementariedad, entre la medicina natural y la convencional. De ahí que lo enfoques que se han dado en este artículo coinciden con los de la medicina integral u holística. De todas formas, es muy necesario establecer lo más precozmente posible el diagnóstico médico de la enfermedad y, a partir de ese momento, encauzar la terapia integral.
En este abordaje integral contemplamos los siguientes apartados:
- Tratamiento o prevención de las causas genéticas
Hay que preguntarse hasta que punto la medicina natural, a través de una correcta higiene de vida y de una conducta saludable, puede contrarrestar esa mutación de genes o hacer que los efectos o consecuencias de dicha mutación no se manifiesten y, si lo hacen, que lo hagan lo más tarde posible. La influencia de una conducta saludable y de un ambiente ecológico favorable puede resultar altamente positivo y beneficioso para cualquier enfermo. Parece, según recientes investigaciones, que la influencia de los genes y sus mutaciones se podrían contrarrestar en parte con estas medidas correctoras naturales, lo que podría tener una repercusión positiva en los enfermos de Alzheimer. Es decir, que la conducta saludable y el medio ambiente favorable se consideran más influyentes que el genotipo en el curso vital de las personas y sus enfermedades. - Prevenir o frenar la pérdida de neuronas
Todo lo que actúa o influye como una praxis de vida equivocada e insana con todo lo que ello lleva consigo (factores de riesgo, ambiente poco saludable, ambiciones desmedidas, intoxicaciones, estrés, herencia desfavorable…) puede contribuir a que perdamos más neuronas de la cuenta y acabemos deficitarios de estas células nerviosas tan valiosas para las funciones mentales. Por el contrario, todo lo que deriva de un estilo de vida saludable y de una aptitud mental relajada y positiva es altamente protector y preventivo frente a la pérdida de neuronas desde el nacimiento hasta la muerte. Este planteamiento práctico de una vida saludable (?mente sana en cuerpo sano?) es lo que predica y defiende la medicina natural como mandato de la naturaleza, y por supuesto, también en los enfermos de Alzheimer. - Mejorar la neurotransmisión colinérgica
Ello puede conseguirse mediante el aporte o ingestión de colina, lecitina, fosfatidil-colina, fosfatil-serina, etc. y sobre todo, con los preparados anticolinesterásicos recientemente comercializados. Los preparados del grupo de la lecitina, que se engloban dentro de la familia de los fosfolípidos, poseen efectos regenerativos de las vainas o cubiertas de miela de los axones nerviosos y además aumentan el ?pool? o reserva de la acetilcolina en las sinapsis nerviosas. Finalmente, algunos de ellos también tienen efectos hipolipemiantes. En cuanto a los preparados anticolinesterásicos que inhiben la destrucción de la acetilcolina por la acetilcolinesterasa, son fármacos muy indicados en la enfermedad de Alzheimer leve o moderada, consiguiéndose buenos resultados en los tratamientos establecidos (terapias congnitivas, psicoestimulantes y rehabilitadoras) e incluso pueden ralentizar o frenar la marcha de la enfermedad. - Mejorar el funcionamiento de las neuronas y de la actividad cerebral
“Todo órgano que no se ejercita se atrofia” y “la función hace al órgano”. Este principio de la fisiología clásica, aún encierra todo su valor y más aún, debemos recurrir a la psicoactivación diaria en los enfermos de Alzheimer. Leer, hablar, escribir, dibujar, hacer crucigramas, ver la TV, jugar al ajedrez, ver álbum familiar, pasatiempos diversos, etc., todo ello para conseguir esa activación mental. Se ha evidenciado que el aprendizaje diario y los ejercicios cerebrales apropiados estimulan o favorecen la neurogénesis. Se están llevando a cabo en ciertas instituciones de algunas comunidades, programas en forma de talleres para mejorar la memoria y las funciones cognitivas con buenos resultados. - Estimular o promover la socioactivación
Buen trato y relaciones con la familia, vecinos, clubes de ancianos, centros cívicos, excursiones, visitas a museos, asistir a lugares de esparcimiento y convivencia, bailes, viajes, fiestas de cumpleaños, conferencias, debates, etc. son buenos medios para activar socialmente a los enfermos de Alzheimer. Claro está, habría que contemplar las capacidades y posibilidades de dichas personas en participar en tales actividades. - Activar o estimular la regeneración neuronal
Según evidencias científicas de diversas universidades norteamericanas e inglesas el principio clásico de que las neuronas no se pueden regenerar ya no puede sostenerse científicamente. Es más, en el cerebro existen ciertos circuitos neuronales adormecidos o de reserva que se pueden reactivar convenientemente bajo estímulos positivos poderosos y repetitivos. Esto que se ha evidenciado en principio en animales (sobre todo en roedores) parece que también se cumple en el hombre. La medicina natural (que es en realidad una medicina energética) puede a través de sus mecanismos y estímulos reactivar la regeneración de las neuronas y de los circuitos adormecidos o de reserva. Esto es de particular importancia y utilidad en los enfermos de Alzheimer. - Adoptar una actitud preventiva frente al Alzheimer desde la más tierna infancia
Hay que considerar la vida como un trayecto vital (“un continuo”) que podrá terminar de buena o mala manera. En dicha trayectoria, hay que proteger con una atención especial al cerebro y evitar la autoagresión cerebral. Las carótidas se engruesan y se vuelven escleróticas y el cerebro se congestiona y se vuelve deficitario en sangre, a la larga sobre todo, cuando sufrimos estrés crónico. Por otra parte hay que evitar las intoxicaciones o acúmulo en el cerebro de metales pesados (aluminio, plomo, zinc…). Particularmente el depósito de aluminio en el tejido cerebral parece guardar relación con la enfermedad de Alzheimer. - Mejorar el entorno natural y ecológico del enfermo
El paciente debe vivir en un hábitat saludable que le resulte cómodo, fácil y familiar, despejado de barreras arquitectónicas, dificultades y obstáculos. Libre de ruidos, radiaciones perjudiciales, dotado de zonas verdes o jardines, sombras para protegerse del sol, bancos para sentarse, bien señalizado, etc. Recientemente se ha evidenciado en algunas universidades (escuela médica de Miami) que la música (musicoterapia) puede beneficiar mucho a este tipo de enfermos. Tanto en forma de hilo musical, escuchar música por la radio, transistores, etc., individualmente o hacerles participar en grupos tocando instrumentos musicales. Dichas actividades individuales o en grupo, mejoran el comportamiento de los enfermos, los trastornos del sueño, y hacen a los pacientes más comunicativos y participativos en los programas lúdico-recreativos y de rehabilitación. Todo esto se explica porque la música aumenta el nivel en sangre de ciertos neurotransmisores y hormonas como la melatonina, serotonina, endorfinas… que producen gozo y bienestar. Otro intento llevado a cabo en clínicas de Escocia ha consistido en llevar a los enfermos a jardines aromáticos, llenos de flores, plantas, colores, etc., donde han paseado, descansado o han realizado labores de jardinería, consiguiéndose también efectos positivos. Sabemos que las flores y sus aromas tienen unos efectos muy positivos sobre la mente y el estado de ánimo y ello se conoce por la terapia de las flores de Bach. - Posicionamiento de una conducta saludable
El posicionamiento de una conducta saludable dentro del contexto de las leyes biológico-naturales y del orden moral, estará siempre vigente, independientemente del enfoque que dé la medicina, que corresponde a su tiempo. Y se tendrá que seguir cumpliendo con el principio de la complementariedad, aunque lo ideal sería lograr una integración o fusión plena de todas las terapéuticas o medicinas en un sistema único que hoy en día ya está perfilado como medicina holística o integral. Ya se están viendo indicios que esto ocurrirá algún día. Mientras tanto, habrá que seguir investigando nuevas vías intregradoras y multidisciplinarias para solucionar este problema del Alzheimer que, de cara al futuro -por el envejecimiento progresivo de la población y geriatrización de la medicina-, será cada vez más acuciante.
Palabras finales
El mundo de la enfermedad de Alzheimer es a su vez trágico y fascinante. Es el precio que hay que pagar por vivir tanto tiempo e incumplimiendo gran parte de nuestras vidas las leyes biológico-naturales y morales que nos son propias. El cerebro es un órgano muy resistente pero cuando sucumbe se produce la muerte del yo y de la personalidad. A pesar de que algunos autores dicen que las muertes producidas por las enfermedades crónicas y degenerativas no son otra cosa que el fracaso que ha traído el éxito contraído con la actual civilización posmoderna, la medicina natural, como sistema de vida saludable, estará siempre a nuestra disposición y será siempre el soporte válido para tratar cualquier enfermedad y, por supuesto, también para prevenir, frenar o aliviar este terrible mal que es la enfermedad de Alzheimer. No obstante, sería imprudente no aprovecharnos de los medios o recursos tecnológicos, genéticos, farmacológicos, etc. que la medicina escolástica o convencional nos va ofreciendo paso a paso, pero hay que tener cuidado de no apartarnos demasiado de las leyes de la naturaleza, de la psicología y de la moral, que son en definitiva a las que nos debemos los humanos como seres biopsicosociales.
Señales de alarma
- Pérdida de la memoria (primero, de la reciente, y más adelante, de la antigua o remota) que afecta a las habilidades rutinarias y desempeño del trabajo habitual.
- Dificultad en realizar tareas familiares o comunes.
- Problemas del lenguaje (dificultades con la expresión o entendimiento del lenguaje).
- Desorientación espacio/tiempo.
- Problemas del pensamiento abstracto.
- Colocar objetos o cosas en lugares que no le corresponden.
- Falta o dificultad de reconocimiento de objetos o personas.
- Cambios incomprensibles de conducta o del estado de ánimo de la persona.
- Cambios de la personalidad con pérdida de la iniciativa, dejadez o abandono en el cuidado personal, presencia, etc.
Las vías actuales de investigación y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer que resultan prometedoras son las siguientes:
– Administración de altas dosis de antioxidantes. En ciertas enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, enfermedad de Alzheimer, esclerosis múltiple, etc. parecen estar implicados los radicales libres, procedentes del estrés oxidativo, ciertas sustancias antioxidantes como vitaminas, oligoelementos, metaloenzimas (vitamina E, vitamina C, betacaroteno, zinc, manganeso, bioflavonoides, selenio, picnogenoles, etc.) parecen barrer o suprimir los efectos deletéreos de dichos radicales sobre las neuronas. Los antioxidantes tienen un futuro prometedor frente al envejecimiento, arteriosclerosis y las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
– Habría que conseguir barrenderos o moduladores de proteínas anormales (beta-amiloide, proteína Tau, etc.) e incidiendo sobre las alteraciones genéticas y purificación de los tejidos. Se está recurriendo a la inyección de genes codificados.
– Implante de neuronas en zonas deterioradas o dañadas. Esto se está intentando en la enfermedad de Parkinson y puede que también se consiga en la enfermedad de Alzheimer.
– Regeneración o activación de neuronas madres o embrionarias y activación de circuitos neuronales o de reserva. Esto se podría conseguir con la psicoactivación referida en otro apartado.
– Vacunas preventivas del Alzheimer. Han ensayado una vacuna para prevenir la enfermedad en ratas, al parecer con éxito. La inmunización desarrollada por Dale Schenk en un laboratorio de California se basa en la prevención del depósito de la proteína beta-amiloide.
– Administración de soja y derivados y del ñame mejicano como fuente de fitoestrógenos. Los estrógenos de origen vegetal tienen una importancia especial en la mujer, ya que se ha evidenciado que la falta de protección de los estrógenos en la misma (a partir de la menopausia) guarda una cierta relación con la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
–Efectos descubiertos en algunas plantas como el ginkgo bilova, anapsos y uña de gato.
– El ginkgo bilova es un árbol que procede de China y es la especie más antigua entre todas las existentes del mundo. El extracto de ginkgo bilova contribuye al mantenimiento de la dilatación de los vasos sanguíneos facilitando así la libre circulación de la sangre que transporta el oxígeno y los nutrientes a las partes del organismo que los necesitan. Esta acción es de particular importancia para el cerebro, donde residen las facultades de la memoria y de la concentración. Este preparado también posee propiedades antioxidantes (contra los radicales libres). El anapsos (polipodium leucotomos) es un helecho típico de determinadas zonas de centroamérica, siendo utilizados sus rizosomas para el tratamiento de las enfermedades de la piel. Parece tener también efectos antitumorales, inmunomoduladores (neuroinmunomodulares en la enfermedad de Alzheimer) y es un agente potencial neurotrófico. La uña de gato (uncaria tormentosa) es una planta Liana gigantesca de la familia de las rubiáceas originaria de la Amazonia, aumenta las defensas naturales y regula los procesos inmunorreactivos. Se reconoce científicamente que en la enfermedad de Alzheimer se dan fallos en la inmunorregulación del cerebro y sistema nervioso central con posibles fenómenos de hiperreactividad y autoagresión, por lo que este tipo de plantas resulta bastante beneficioso.
El número de enfermos de Alzheimer se doblará de aquí al año 2030 El número de norteamericanos afectados por la enfermedad de Alzheimer se doblará de aquí al año 2030 y aumentará en un 350 por ciento de aquí al 2050, según las estadísticas que publicó recientemente la Asociación del Alzheimer de Estados Unidos. Actualmente, según la Asociación, 4 millones de americanos padecen esta enfermedad, como es el caso del expresidente Ronald Reagan. Esta cifra podría llegar a los 8,7 millones en el año 2030 y a los 14,3 en el 2050, según las previsiones. ?Alrededor de 14 millones de personas de la generación del ?Baby boom? viven con la amenaza de padecer la enfermedad de Alzheimer?, señaló el portavoz de la asociación, el doctor Steven Dekosky, ante una comisión del Senado. Esta generación entrará en la edad de mayor riesgo en el año 2020, cuando los mayores de la misma tengan 75 años. Los dos estados más afectados en el futuro serán California y Florida, que registrarán 820.000 y 712.000 enfermos respectivamente en el año 2025, según la Asociación.
Estos son los estados donde viven la mayor parte de las personas de la generación del “Baby boom”. Por su parte, la hija del ex presidente Reagan, Maureen, declaró que su padre se mantenía “fuerte” a pesar de la enfermedad y pidió al Congreso que “doblará los esfuerzos este año” y aumentara “en 100 millones de dólares (17.100 millones de pesetas) los fondos para la investigación del Alzheimer”.
Dr. Víctor López García
Médico gerontólogo