El lenguaje corporal es aquel componente de la comunicación encargado de dar información sobre el carácter, emociones y reacciones de nuestro interlocutor a través de sus gestos: al dudar de algo levantamos una ceja, cruzamos los brazos para aislarnos o protegernos, levantamos los hombros para expresar indiferencia, tamborileamos con los dedos o con un pie manifestando impaciencia, nos golpeamos la frente ante un olvido, nos mecemos cuando sentimos angustia o confrontamos un conflicto. Las palabras pueden mentir, no así el lenguaje corporal
Es difícil determinar exactamente si la comunicación no verbal se hereda o se aprende. Darwin consideraba que las expresiones faciales de la emoción eran semejantes en todos los humanos, independientemente de su entorno cultural ya que el cerebro está programado para realizar movimientos concretos que responden a una emoción.Investigaciones posteriores lograron demostrar que nacemos con elementos muy básicos de lenguaje corporal que nos permiten informar a otro ser humano sobre nuestras sensaciones de odio, miedo, agrado o tristeza.
Al margen de esto, a lo largo de nuestra infancia debemos también aprender muchos gestos que tienen cierto significado en nuestra cultura y que quizá signifiquen algo totalmente distinto en otra. Los sonidos característicos de nuestra especie surgen espontáneamente y significan lo mismo en todas las culturas. El grito, el sollozo, la risa, el rugido, el gemido y el llanto transmiten mensajes de la misma forma que lo hacen los sonidos de otras especies.
Cuando iniciamos una comunicación el saludo es el punto de partida. Dado que es nuestra primera señal de contacto, es importante mantener una actitud corporal de apertura, sin encorvarnos ni encogernos. Sea el primero en ofrecer contacto visual, con una mirada directa a los ojos y sea también el primero en sonreír, con ello se ganará la atención de su interlocutor.
El saludo verbal es el siguiente paso, que se adecuará a la formalidad de la situación. Después nos presentaremos sin olvidar sincronizarnos con el lenguaje corporal del interlocutor, que es el último paso para establecer una conexión.
Una vez roto el hielo y tras haber conectado con nuestro interlocutor hay una serie de recomendaciones que pueden ser de utilidad:
Evite parpadear constantemente, puesto que denota inseguridad. Procure que su mirada sea directa, lo cual revelará sinceridad y decisión.
No se muerda los labios ni se los humedezca con la lengua pues son señales de timidez, inseguridad, titubeo e indecisión.
Mantenga la boca siempre cerrada mientras escucha a su interlocutor, dando muestra de calma y seguridad en sí mismo; la boca abierta y la mandíbula caída sugieren nerviosismo, prisa, asombro y sorpresa. No cubra su boca con las manos mientras habla puesto que denota inseguridad o que no se está diciendo la verdad.
Evite los movimientos constantes, denotan nerviosismo, temor y falta de control. Mantenga siempre una postura relajada, una posición apropiada y evite hacer movimientos con su cuerpo que denoten sorpresa o desacuerdo. Aunque se vea involucrado en una discusión intensa procure conservar el control de su gestualidad.
Mantenga sus manos visibles, controlando sus movimientos, pero trate de no cruzar los brazos al frente pues es una actitud de defensa o de rechazo.
Su voz debe tener un tono moderado, sin titubeos, puesto que una voz vacilante transmite inseguridad y timidez.
Además de comunicarnos con los gestos, la psicología social ha descubierto que cuanto más naturalmente coordinados sean los movimientos de dos personas que se relacionan, más positivos serán los sentimientos entre ellas. El rapport aparece cuando los interlocutores se copian, consciente o inconscientemente, sus gestos, la dicción, el tono y la cadencia de su voz, el uso de los silencios y se colocan en posturas reflejas. Esta herramienta favorece que, a nivel inconsciente, se establezca una relación de armonía, entendimiento, atracción y confianza mutua provocando lo que habitualmente se conoce como «tener química» con alguien o estar «en la misma onda».
Hacemos rapport inconscientemente con las personas afines a nosotros, pero también podemos ponerlo en práctica de forma consciente para conseguir ofrecer a nuestro interlocutor una respuesta en «su mismo idioma» y conectar con él de una manera eficaz y más profunda. Es una herramienta de comunicación esencial para crear sintonía y conexión con otras personas, una forma muy sutil de conseguir que se sientan cómodos con nosotros. La toma de conciencia del lenguaje corporal es la llave de las relaciones personales. Si nos hacemos conscientes de lo que se puede leer en los gestos cruzaremos muchas barreras defensivas y estableceremos mejores relaciones.
Paloma Hornos
Terapeuta de gestión de emociones
www.gestionemocional.com