I Shin Den Shin. De Corazón a Corazón
A través de la aplicación del Shiatsu se desarrolla la vía «I Shin den Shin», o vía en la que se establece una comunicación desde el corazón del practicante al corazón del receptor.
En mis primeros tiempos de práctica de la técnica terapéutica Shiatsu nunca imaginé la implicación y apertura de consciencia que iba a significar para mí, esta maravillosa técnica. Recuerdo uno de los libros que más disfruté leyendo acerca de los orígenes del Shiatsu se hacía mención que a través de la aplicación del Shiatsu se desarrolla la vía «I Shin den Shin», o vía en la que se establece una comunicación desde el corazón del Practicante al corazón del receptor.
Con los años he comprendido la importancia del uso consciente de las manos en cualquier arte, terapia y trabajo manual. Dentro de la visión taoísta y de la medicina oriental, las manos, están vinculadas al corazón que representa el centro de consciencia del Ser. Por lo tanto, todo trabajo consciente a través de las manos despierta esa capacidad de consciencia innata del Ser Humano.
Este es un dato bellísimo para todos quienes desarrollamos alguna actividad consciente a través de nuestras manos y que nos ayuda a comprender por qué se recomienda desarrollar cualquier actividad manual consciente como la pintura, escultura o tocar un instrumento en niños o individuos con problemáticas psíquicas y carencias emocionales. Los antiguos sabios taoístas sostenían que el corazón rige también la capacidad de habla coordinada y elocuente. De manera que el trabajo consciente regular con las manos puede llegar a mejorar también notablemente la sincronización hemisférica de los lóbulos cerebrales y por tanto, el habla.
Gandhi un referente en nuestra historia en la lucha contra la explotación y la mecanización del mundo moderno, ya advirtió a la Sociedad del peligro de la industrialización por la pérdida consciente del uso de las manos y recomendó a su gente seguir «hilando en la rueda» para no perder la esencia humana de producir cosas a través de nuestras manos que son en definitiva la herramienta más bella y precisa que ha dado lugar nuestro proceso evolutivo.
También para las civilizaciones antiguas, era en las manos, donde residía la expresión más íntima del Ser y por eso hoy en día, todavía es común saludarse entregando la mano, o como hacen los árabes, llevándose la mano al corazón.
El uso consciente de la mano durante la práctica de Shiatsu despierta también la consciencia tanto del Practicante como del receptor. La del Practicante porque ha de llevar su atención sobre el punto o «tsubo» sobre el que está aplicando conscientemente la presión para percibir y apreciar el estado de la fibra muscular, fascia, etc,. La del receptor porque a través de las presiones constantes aplicadas sabiamente por el Practicante experimentado, le llevan a conocer y hacerse consciente de áreas en su cuerpo en las que existe algún bloqueo, malestar y falta de movimiento de sangre o energía. El primer paso de ese «ser consciente» es llevar la respiración a esa área, la que se beneficiará de forma inmediata por el aporte de sangre oxigenada.
Las sensaciones que un Practicante experimentado de Shiatsu puede llegar a percibir en su receptor durante una sesión de Shiatsu, pueden abarcar desde sensaciones como frío o calor, rigidez impenetrable, vacío similar a la de un pozo sin fondo, o sensación de desbordamiento de energía, con sensaciones de calor y rechazo a la presión, que se manifiestan con dolor intenso hacia la superficie del cuerpo al aplicar la presión.
Lo saludable sería percibir bajo los dedos una sensación de «fuelle» que determina que hay energía o sangre oxigenada que fluye libremente en el área tisular y por tanto que existe un estado óptimo de las funciones en esa área.
En Shiatsu podemos llegar a abarcar en una sesión más de 80 puntos en los que en algunos de ellos podremos aplicar presión simplemente con la palma de la mano, sobre otros aplicaremos presión pulgar sobre pulgar y sobre otras áreas podremos simplemente movilizar las fascias con algún estiramiento pasivo o activo en el que en éste último hay una participación activa y consciente por parte del receptor.
El cuerpo está lleno de regiones, áreas en las que la sangre tiende a estancarse, articulaciones, tejidos, órganos., Para nosotr@s quienes aplicamos el concepto de la visión de la antigua medicina oriental, estos lugares en los que por decirlo de algún modo, encontramos un «embotellamiento energético», similar al que se produce en las carreteras por un exceso de circulación, son la causa de la manifestación del dolor causado por un estancamiento de sangre y por tanto de energía, que si es reciente se proyectará hacia la superficie y si es de origen vacío, el dolor se vuelve crónico y se proyectará hacia la profundidad, manifestándose de forma continua pero difusa a la vez.
El Practicante de Shiatsu experimentado aplica en el receptor la medida de presión adecuada con el fin, o bien de movilizar ese exceso energético y de sangre, o bien, con el fin de llenar de energía y sangre las áreas de vacío.
Podríamos afirmar que el Shiatsu es rítmico y que cada individuo precisa según sus características físicas y emocionales, un ritmo de presión más lento, más rápido más discontinuo, según sus áreas de vacío o plenitud, y que ese «ritmo» específico de presión constituye el estímulo preciso para estimular sus funciones biológicas en ese momento particular en el que se encuentra.
Es más, podríamos afirmar que la técnica Shiatsu bien aplicada debiera ser como una melodía musical, en cuanto a estimulación a través de la presión, afín a las necesidades del receptor, de manera que ese «ritmo» de estimulación y tiempo de aplicación de la presión, crearan una «melodía» que resonara en la fisiología del receptor como el estímulo justo que necesita su cuerpo para despertar la capacidad auto-reparadora de su organismo. Estos ritmos y tiempos en los que un Practicante de Shiatsu experimentado se detiene, pueden compararse a las notas musicales, que dan en conjunto una partitura con una melodía capaz de estimular las funciones biológicas del receptor.
El «ritmo» de aplicación del Shiatsu es pues un ritmo armónico, binario podríamos decir, en cierto modo, casi mántrico porque es repetitivo y resuena con nuestra fisiología ya que coincide con todos los ritmos del organismo, sobretodo del corazón, con su movimiento de contracción y expansión, a través del que se controla el resto de funciones de nuestro organismo.
En el siglo pasado un conocido psicoanalista admirador de la técnica Shiatsu, reconoció que las presiones rítmicas y repetitivas de la técnica Shiatsu, reconstruyen en el receptor, la memoria de la presión del líquido amniótico que le envolvía en el vientre de la madre a través del su propio latido. De ahí, que pueda explicarse la gran efectividad de la técnica Shiatsu, por su afinidad con los ritmos biológicos de nuestro organismo.
Reconocemos entonces que la gran efectividad de nuestra técnica Shiatsu, radica en el tiempo y profundidad de la presión rítmica que se aplica sobre cada punto, y sobre todo, de la velocidad y la forma en cómo se retira la presión de cada punto.
En nuestro organismo existe mucho movimiento constante y regular. Como sabemos el volumen de sangre de todo nuestro organismo es conducido a diario hacia los riñones para ser filtrad, y conducido hacia nuestro centro de consciencia, el corazón e impulsado por su movimiento de contracción y expansión desde este maravillo órgano, hasta la punta de nuestros dedos. Nuestros órganos como el riñón e hígado producen fluidos que permiten que nuestros huesos y ligamentos se muevan con facilidad o que por ejemplo, nuestros ojos estén suficientemente hidratados para que el simple parpadeo no nos resulte doloroso.
Nuestros pulmones y centro de consciencia el corazón, definen el tono de nuestra voz, más clara, más vital, fluida y coherente. Nuestro Estómago y Bazo nos permiten extraer y metabolizar en nutrientes todo el aporte energético que tomamos por medio de los alimentos.
Estos órganos o piezas constituyen los «tesoros de nuestro organismo» que funcionan de forma equiparable al de una máquina que depende del buen funcionamiento de todas sus piezas, pero con la salvedad de que cada órgano está dotado de una inteligencia emocional vulnerable y dependiente del resto de su engranaje y medio externo.
El Practicante experimentado de Shiatsu es capaz de volver a poner en funcionamiento cada pieza del cuerpo, cuando existe todavía capacidad de respuesta, o lo que es lo mismo energía en la batería del engranaje de la «máquina» de manera que con una simple «puesta a punto» permita a ese engranaje, recuperar su autonomía de funcionamiento.
En cada punto, cada área en la que el Practicante de Shiatsu experimentado aplica su mano, hay un pedazo de consciencia suya y otro de la que despierta en el receptor. Los antiguos sabios orientales llamaban a este intercambio «I Shin den Shin», o transmisión de corazón a corazón. Esta es una experiencia bellísima en la que no se precisan palabras pues se abre un espacio nuevo de consciencia entre Practicante y receptor. Es como un diálogo en silencio o una danza entre dos bailarines en la que existe una sincronía perfecta.
El camino del Shiatsu para el Practicante es un camino lento pues toma mucho tiempo, esfuerzo y horas de práctica alcanzar un cierto grado de calidad en la presión, dirección, discernimiento de tiempo y ritmo de presión y estímulo adecuados para cada individuo. Es lógico desanimarse, y buscar la inmediatez del aprendizaje de otras técnicas terapéuticas que no precisen de tanto tiempo de consolidación. Y más en nuestro entorno occidental, en el que está muy bien aceptado saber de todo y muy poco de nada. Este afán de consumismo lleva a algunos a una búsqueda desenfrenada de Terapias, técnicas, Escuelas y Maestros para sumar a una lista interminable en la que no se alcanza nunca un grado de satisfacción. Bajo el diagnóstico de medicina oriental es una manifestación clara, de un desorden de la Tierra o del Centro, o de lo que es lo mismo de Estómago y Bazo.
El factor en desequilibrio del «Shen» de este sistema, se afana en poseer una gran cantidad de conocimientos conllevando a una hiperplenitud de este, que se manifiesta en un «hambre» voraz de búsqueda insaciable.
El camino del Shiatsu es justamente todo lo contrario, no hay fin al que llegar, sino, únicamente un camino que experimentar y sentir, y vivir cada día y cada momento de forma distinta.
Escoger una Escuela de Shiatsu en la que aprender esta Vía, camino e incluso Profesión, ha de llevar un tiempo respetable de búsqueda, y sobretodo reflexión sobre lo que uno realmente espera, necesita, siente y resuena. El Profesor, mentor que uno escoja ha de ser algo más que un simple Profesor. Ha de ser un referente inspirador, creativo, «maestro» como se referían los antiguos orientales sabios, amante de lo que comparte y enseña, de modo que cause una impresión en el Practicante perdurable de por vida, y para ello ha de haber una actitud de escucha, apertura y humildad por parte del receptor. De lo contrario, el viento borrará como tantas otras cosas, lo que debiera haber guardado como un tesoro dentro de su centro de consciencia, el corazón.
BienVenid@ pues, a este bello camino sin fin, en el que, lo que más importa no es el fin en sí, sino el camino en sí.
Lidia Fluxà
Creadora del método
www.flowshiatsu.es