Los seres humanos somos partes integrantes del cosmos y seguimos sus leyes naturales con sus ritmos y ciclos. El hombre moderno en aras del progreso se aparta cada vez más de este ritmo natural, creando una manera de ser y de vivir artificial que nos produce disfunciones a todos los niveles. La vida se expresa como movimiento y hay una clara relación entre movimiento y salud.
Todos los tejidos del cuerpo se mueven produciendo diferentes ritmos que se pueden palpar con manos sensitivas. Todos estamos familiarizados con los ritmos respiratorio y cardíaco, pero no con el ritmo llamado Mecanismo Respiratorio Primario (MRP). El MRP es una respiración interna y profunda, que entra en acción antes de la respiración pulmonar y es fundamental para el conjunto del organismo (se puede palpar hasta 15 min. post mortem). Se expresa con diferentes niveles de percepción: el ritmo Cráneosacral (o impulso rítmico craneal), el ritmo medio y la marea larga (long tide).
La Terapia Cráneosacral: más allá del masaje
La Terapia Cráneosacral es un suave, delicado y profundo trabajo corporal que restablece el equilibrio psicosomático y potencia el poder de autocuración de nuestro cuerpo. No es una técnica de masaje, sino un trabajo corporal y emocional que accede a través de las manos del terapeuta al sistema Cráneosacral, que está en íntima relación con los sistemas nervioso, musculoesquelético, vascular, endocrino y respiratorio. El terapeuta Cráneosacral ha aprendido a leer e interpretar el ritmo en diferentes partes del cuerpo, recibiendo información de los posibles desajustes y fulcros de inercia del sistema.
En la investigación científica de hoy, es la Física Cuántica la que nos da mayores bases para nuestro trabajo. Algunos experimentos prueban que las partículas están interrelacionadas, que se influencian entre sí. He aquí algunas de las observaciones hechas en experimentos con quantums (partículas luminosas): El observador influencia lo observado, y cuando dos partículas cuánticas son llevadas a lugares opuestos del Universo y una se mueve, la otra resuena en concordancia. Esto nos da una idea de que cuando entramos en contacto con otro y, especialmente cuando estamos en un acto terapéutico, nos influenciamos mutuamente. Como practicantes necesitamos aprender como ser neutrales a fin de que el sistema no responda sólo a nuestra presencia, sino que realmente nos enseñe qué hay en el paciente en ese momento. Sólo así podemos cooperar con las fuerzas más profundas y ayudar al sistema. Es evidente que la terapia tendrá un resultado diferente dependiendo de la consciencia del terapeuta.
Un poco de historia
El primero en investigar el «Mecanismo Respiratorio Primario» a finales del siglo pasado, fue el Dr. W. Sutherland, discípulo del padre de la osteopatía, el Dr. Taylor Still (1828-1917). El Dr. Still fue uno de los pioneros de la medicina holística. Buscó durante toda su vida la rearmonización del hombre con la naturaleza. Su forma de abordar la curación rechazaba la cirugía y las drogas, solamente utilizadas como última medida. Principalmente se apoyaba en un sistema de manipulación del cuerpo, que denominó osteopatía; ejercicios físicos y consejos sobre el estilo de vida. Fundó en 1892 la primera escuela, la American School of Osteopathy, en Kirksville. Los principios de esta otra medicina basada en leyes naturales revolucionaron la medicina de su época.
El Dr. W. Sutherland (1873-1954) viendo la sofisticada anatomía craneal tuvo una intuición a principios de 1900, «los huesos del cráneo tienen que estar construidos para permitir un movimiento respiratorio». Con esta primera inspiración en el año 1901 el Dr. W. Sutherland comienza una vida de búsqueda e investigación desarrollando lo que hoy se llama la Terapia Cráneosacral. No fue fácil su camino ya que como todo pionero, que aporta nuevas ideas, tuvo muchos problemas incluso dentro del campo de la osteopatía. Dedicó más de 30 años a estudiar la anatomía del cráneo y experimentó de diferentes maneras, aplicando presión en huesos concretos del cráneo y viendo la relación que tenían con diferentes disfunciones y cambios emocionales. Desarrolló un sistema de examinación y tratamiento de los huesos del cráneo consiguiendo muy buenos resultados, basado en la idea de que los huesos no están soldados sólidamente sino que hay un micromovimiento o flexibilidad a través de las suturas en que se separan. En el año 1948, a la edad de 75 años, el Dr. Sutherland hace un cambio de paradigma en el concepto craneal. Tiene una segunda inspiración y quizás la más importante. Observó un problema que se liberó desde el interior del cliente, sin su fuerza o presión sino por el poder intrínseco de la persona. Hasta ahora estaba preparado para buscar el movimiento, el eje de rotación, la restricción y la descompensación en el movimiento y ayudarlo (al sistema) a moverse mejor. Ahora reconoció que el movimiento era justo el resultado de fuerzas más profundas en juego, y por debajo del movimiento existían estados de bienestar y calma más profundos.
La orientación de su trabajo cambia radicalmente: para de hacer los protocolos y test de movimiento de huesos y membranas y comienza a trabajar y a cooperar con la potencia del sistema como conductor de la inteligencia innata del cuerpo. Comenzó a llamar a las fuerzas con la que estaba en contacto «el Aliento vital», fuerza dinámica que crea constantemente al ser humano. Posteriormente una línea importante de osteópatas salvaguardaron y desarrollaron estas ideas. Por otra parte ha habido un amplio desarrollo de esta técnica, apoyado en diferentes trabajos de investigación en laboratorio (especialmente entre los años 1960 y 1980 en Estados Unidos), que han confirmado y ampliado los descubrimientos de Sutherland.
El terapeuta no impone nada sobre el cuerpo de la persona, sino ayuda al poder autocorrector del organismo. Por eso en Estados Unidos el Terapeuta Cráneosacral se llama facilitador. Y también es la causa de que esta terapia tan suave como efectiva, es segura y conveniente para personas de todas las edades. Desde adultos hasta niños y bebés, así como después de una operación o en condiciones de fragilidad, complementando el tratamiento médico o psicológico. Si no hay una patología concreta, la terapia nos ayuda a eliminar tensiones y bloqueos y a vivir la vida más plenamente, aumentando la vitalidad corporal. Algunas patologías en que más comúnmente se aplica la terapia son: dolores de cabeza de tipo migrañoso o tensional; dolores y problemas de espalda y de aparato locomotor; tensión muscular; alivio del dolor; problemas articulares; problemas de oído, vista o boca; problemas digestivos; sinusitis y neuralgias faciales; estrés, ansiedad, cansancio crónico; traumas infantiles, niños hiperactivos; secuelas de accidentes; problemas emocionales.
«Puntos de quietud» (stillpoint)
Parte básica del trabajo son las técnicas de los «puntos de quietud» (stillpoint), manipulaciones revitalizantes del sistema craneal. Tienen un efecto meditativo, relajante y activador de las fuerzas de autocuración del organismo. Citando una frase de uno de mis maestros: «Arquímedes decía: si pudiera encontrar un punto fijo en el universo, podría revolucionar el mundo entero. Pero nunca lo encontró porque siempre lo buscó fuera. Y este punto quieto y silencioso está dentro de nosotros, nunca se movió. La tierra se mueve, el sol se mueve, las estrellas se mueven, todo está girando, pero dentro de ti está siempre absolutamente quieto, eternamente quieto».
Relación cuerpo, mente, emociones
Muchas personas que se someten a la Terapia Cráneosacral y Liberación Emocional vienen por algún dolor o trastorno concreto. Otros quieren vivir la vida más plenamente y profundizar en sus miedos y tensiones. Con la primera sesión, viendo las disfunciones en el ritmo Cráneosacral, podemos evaluar el sistema y saber dónde podemos empezar a trabajar en el cuerpo. A medida que vamos profundizando en las siguientes sesiones, podemos llegar al núcleo del problema. Muchos síntomas crónicos de estrés o traumas físicos y psicológicos tienen su origen en el pasado en accidentes, agresiones, traumas que hemos recibido.
Esa fuerza negativa está retenida en nuestro cuerpo (energía de injuria), y todo el cuerpo se ha adaptado a esa nueva situación anómala (ver mi artículo en la revista natural, nº 87 sobre la Liberación Emocional).
Con la ayuda del facilitador, a través de las manipulaciones, y con la colaboración del paciente se puede transformar estas áreas de bloqueo y restablecer el flujo energético normal.
En la Terapia Cráneosacral necesitamos que los terapeutas aprendendan a cooperar con el sistema del cliente, su programa personal y la necesidad vital de retornar a la Salud. La aproximación al tratamiento debe ser siguiendo las palabras de Sutherland: «Ser consciente del equilibrio profundo y permitir a la función fisiológica interna del cuerpo para que manifieste su inequívoca potencia, antes que aplicar fuerzas ciegas desde afuera». En este espacio de escucha me aproximo al cliente con respeto y aceptación.
Alberto Panizo
www.craneosacral-panizo.com